El presidente de la República promulgó la ley 5476 que, entre otras cosas, limita los intereses cobrados a las tarjetas de crédito. Los ejecutivos bancarios quedaron sorprendidos y los usuarios de las tarjetas, felices. En esta entrevista, el ejecutivo bancario Juan Carlos Martin realiza una revisión exhaustiva de las consecuencias de esta medida. Considera que mucha gente quedará fuera del sistema y caerá en manos de la verdadera usura. Afirma, de manera enfática, que existe mucha mentira sobre las tasas cobradas y el sistema, aunque admite que hubo falencias. A su criterio, la salida a esto pasa porque el Banco Central y el Equipo Económico tomen cartas en el asunto, y establezcan un sistema claro de cobro de comisiones y tasas. En cuanto al comportamiento que tiene el dólar, señala que la tendencia es correcta y se mantendrá.
¿Qué opina de la ley que pone límites a las tarjetas?
Creo que va a ser perjudicial, porque, definitivamente, hay un segmento de la población a la cual no se le podrá seguir atendiendo con este servicio.
Significa que van a dejar de tener las tarjetas o que la van a mantener, y solo se quedarán sin determinados servicios o promociones.
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La ley es muy ambigua y requiere de una profunda reglamentación para entender su alcance. Una vez que sepamos vamos a tener que replantearnos el modelo de negocio que estamos teniendo y ahí, seguramente, tendremos una respuesta definitiva.
¿Qué falta aclarar, por ejemplo?
Cuál es la tasa pasiva, porque cuando hablan de promedio de tasas pasivas, hay muchas tasas pasivas. Yo puedo entender que es la tasa pasiva más baja, la más alta, a un plazo, en moneda local, etc.
Se habla de unas 400.000 personas que serán afectadas negativamente por la ley. ¿Es tan así?
Mi cálculo fue de 358.000 personas, estamos cerca de esa cifra. ¿De dónde saco esa información?, mirando nuestro banco.
Una de las críticas hacia las entidades financieras es que estuvieron abusando de las tasas de interés.
No creo que sea así. Los bancos publican las tasas máximas, sin embargo, nadie opera en la tasa máxima. En nuestro caso particular (Banco Atlas), nuestras tasas de tarjetas de crédito van desde 9 % hasta el 40 %.
¿De qué depende la tasa?
Depende del nivel de riesgos. No es la misma la tasa que se otorga a una persona que tiene un nivel de ingresos de G. 50.000.000 por mes que para aquella que tiene G. 2.000.000 mensual. ¿Y por qué esa diferencia que parece odiosa?, porque la expectativa de no recupero de un crédito en una persona que gana G. 50.000.000 no es la misma que en una persona que gana G. 2.000.000. La experiencia muestra que el nivel de mora en esos segmentos y de pérdida real en los mismos son muy altos. En el fondo, los de arriba, hoy día, están subsidiando de alguna forma a los de abajo.
¿Quiénes son los de arriba?
Aquellos que tienen mayores niveles de límites de crédito. Las tarjetas que tienen G. 20 o 30 millones de crédito, de alguna manera, están subsidiando a los clientes que tienen G. 2.000.000 en líneas de crédito.
¿Les sorprendió la ley?
Absolutamente. Fue inesperada. Se discutió, se habló con la gente técnica del Gobierno, el Banco Central del Paraguay (BCP), obviamente, y todos estamos de acuerdo en que esta ley no podía ser sancionada debido a los riesgos que trae. Basta mirar la prensa de Chile, donde hace un año pusieron algo parecido, y en el mercado más desarrollado que el nuestro unas 200.000 personas fueron expulsadas del sistema formal. Esta gente pasa al sistema informal. Entonces, aquella tasa de 40 o 30 % que parece muy alta; cuando alguien es expulsado del sistema formal, debe comparar con la tasa del usurero de la esquina que presta al 100 y 120 % de tasa.
¿Se miente a la gente cuando se dice que se beneficiará al sector más humilde?
Haciendo una analogía, es como preguntar a los alumnos si quieren tener más horario de clase o más de recreo; la respuesta es obvia, pero cuando se va a hablar de educación hay que preguntar a los educadores no a los alumnos, porque son los que entienden de educación. Eso pasa un poco acá, suena lindo, hasta hay buenas intenciones; sin embargo, el efecto va a ser lo contrario.
¿Cuáles serán esos efectos?
Primero, y el peor de todos, gente de ingresos bajos puede ser expulsada del sistema formal y entraremos en un proceso de desbancarización; segundo, todos los beneficios de las tarjetas, como descuentos, pagos sin intereses, etc., deberían ser revisados y modificados, no digo eliminados aunque vamos en ese camino; tercero, la tarjeta ha ayudado mucho a formalizar la economía, mejoró la recaudación fiscal en los comercios, y hoy se pone en peligro eso; por último, también se perjudicarán los bancos que hicieron grandes inversiones para alcanzar un nivel de servicios en términos de sucursales, equipamientos tecnológicos, habrá un impacto y deberán replantearse todo. Es un círculo vicioso.
¿Se miente mucho sobre el tema?
Acá hay muchas mentiras y verdades. ¿Cuáles son las mentiras? Primero, que la tasa de interés en la que se opera sea del cincuenta y pico por ciento; esa es la tasa máxima, todos los bancos operamos en el 27 a 30 % en promedio. La segunda mentira, que esto va a beneficiar a las clases bajas; no, las va a perjudicar, van a ser expulsadas del sistema y van a parar en manos de la usura. Tercero, en el Banco Atlas, y estoy seguro de que es lo mismo en el resto, tenemos 300.000 millones de guaraníes de ventas por año con tarjetas de crédito, de los cuales solo 20.000 se convierten en cartera financiada, es el 5%; sueño por aumentar esa cartera financiada. La gente compra con tarjeta y después paga, es un instrumento de compra más que de crédito. Otra mentira es que los bancos se aprovechan y cobran por pago en ventanilla; el mensaje es que no vengan al banco a pagar, sino que vayan a las bocas de cobranzas, a cajeros automáticos, a través de la web, en el teléfono; ese es el mensaje, que la gente venga al banco solo a hacer negocios, a pedir créditos, a conseguir financiaciones.
Pero la ley ya existe y más allá de la presentación judicial por parte de los bancos, ¿cuál es la salida de fondo a esto?
Sostenemos claramente que no se pueden fijar los precios artificialmente, porque no hace falta comentar cuáles son las consecuencias de la fijación de precios artificiales en la economía. En Asoban (Asociación de Bancos) creemos que el mercado no era transparente por un sistema muy complejo de comisiones y publicidad de esas comisiones. La gente confundía porque el mensaje no era claro. Creo que tenemos que hacer un mea culpa por ese lado y hacer que la comunicación al público sea más clara para que el entendimiento sea más fácil. La salida es dejar que los técnicos del BCP y el Equipo Económico, realmente, tomen cartas en el asunto y definan un nuevo esquema de cobros de comisiones y tasas de interés. Creo que todos en el sistema bancario estamos de acuerdo en ayudar a que la tasa baje, así se incrementará el consumo, las carteras, etc. Lo que no podemos hacer es operar bajo el nivel de rentabilidad esperada, o peor, operar a pérdidas.
Se dice que el BCP ya tenía los elementos y la ley para evitar tasas exageradas. ¿Es así?
El BCP tenía los instrumentos, de hecho cambió un par de veces ya el mecanismo de cálculo de la tasa de interés. La ley le faculta a establecer ese mecanismo para el cálculo de la tasa. Hace dos o tres años lo cambió. El BCP tiene herramientas para hacerlo.
¿El Gobierno se acercó a dialogar con el sector para buscar otra salida?
Nosotros hemos mantenido un permanente diálogo con el Gobierno para encontrar una salida a esto. En un momento se escapó todo de las manos, y yo le entiendo al presidente, al Gobierno, no estoy de acuerdo, pero le entiendo. Si yo hubiera sido el presidente, hubiera hecho lo mismo, porque es un tema que lo manejó políticamente y cuando está sentado a la cabeza del Ejecutivo está atado de pies y manos; porque si lo hubiera vetado, todo el país se le hubiera puesto en contra, porque esto suena muy lindo. Hubo acercamiento, contacto, creo que se les fue de las manos y es momento de rectificar rumbos porque las consecuencias pueden ser peores.
En cuanto al dólar, ¿está en su precio justo o hay excesos?
Creo que el tipo de cambio debería ir subiendo paulatinamente porque no podemos ser una isla. Nuestros principales socios comerciales, compradores de productos, etc., están devaluando contra el dólar, nosotros no podemos hacer otra cosa. Caso contrario hubiéramos tenido problemas en la balanza comercial, porque los productos importados hubieran sido muy baratos en Paraguay y, en contrapartida, no hubiéramos podido exportar nada por una pérdida de competitividad a causa del tipo de cambio. Creo que está en la tendencia correcta. Hay una tendencia a la subida que se va a mantener. Creo que no hay dudas al respecto.
JUAN CARLOS MARTIN
Asunceño por nacimiento, pero pilarense por convicción, así se autodefine el ejecutivo bancario.
Estudió en la escuela San Antonio de Asunción, mientras que la secundaria la hizo en Pilar, donde residió durante seis años. Fue estudiante de intercambio por AFS en el año 78, en los Estados Unidos, donde vivió un año. Finalizó su carrera universitaria en la Universidad Católica, donde obtuvo su licenciatura en Contabilidad y otra en Administración de empresas. También cuenta con una maestría en Administración de empresas por la Universidad Católica y el Incae, así como numerosos cursos relacionados con el mundo financiero, con el cual está vinculado hace 35 años. “Mi día arranca a las 5:30 y lo primero que hago es ir al gimnasio, aunque mucho deporte ya no puedo hacer porque tengo demasiados años encima”, dice sonriendo. “Me gusta estar con los amigos, la pesca, ir al campo y volar, porque soy piloto civil. En mis tiempos libres trabajo”, señala con humor.
rsosa@abc.com.py