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Mis tres embarazos anteriores fueron totalmente normales, pero este sería muy diferente. En mi segundo trimestre, mi doctor me dijo que había complicaciones. Tenía que quedarme en cama debido al peligro de una hemorragia. De hecho, en el hospital tenían algunas unidades de sangre reservadas para mí. Yo no sabía lo mucho que las iba a necesitar. Una noche de febrero tuve una hemorragia. Me llevaron al quirófano para una cesárea de emergencia. Pero cuando todavía estaba en la sala de operaciones, seguía con el problema que requería una segunda cirugía y ocho unidades de sangre para mantenerme viva. Afortunadamente, el banco de sangre del hospital tenía lo suficiente. Esa sangre y los generosos donantes ayudaron a salvar mi vida. Fue un regalo no solo para mí, sino también para mi marido, mis tres hijos y la niña recién nacida.
Mi esposa y yo fuimos víctimas de un accidente de tránsito. El conductor del otro vehículo cruzó la línea central, golpeó nuestro auto e hizo que este volcara. Como resultado, se aplastaron mis pies y una de mis vértebras; además, se fracturaron mis dos piernas. Después de varias cirugías y recibir siete unidades de sangre, estoy verdaderamente agradecido a los médicos y a las personas maravillosas que han decidido donar sangre para que tenga una nueva oportunidad de vivir. Sin todos ellos, mi esposa y yo no podríamos disfrutar de la vida tal como la conocemos hoy en día. Ella sufrió un ligero golpe en la cabeza y contusiones graves en el accidente, pero ambos creemos que salimos adelante por una intervención divina. Antes del accidente ya donaba sangre y seguiré haciéndolo, ya que constituye una verdadera ofrenda a la vida.
Solía ser una persona muy sana, pero un día, cuando practicaba mi rutina de ejercicios, apenas podía realizar el calentamiento: mis piernas se sentían como si yo acabara de correr una carrera dura. Fui a urgencias y después de un análisis de sangre, me explicaron que tenía ictericia. Los médicos me dijeron que mis niveles de hemoglobina estaban muy bajos; además, me diagnosticaron anemia hemolítica autoinmune idiopática, un trastorno de la sangre sin causa conocida directa. En el transcurso de dos semanas, recibí 14 unidades de sangre donada por la Cruz Roja; además, con la ayuda de algunos esteroides muy potentes logré una recuperación completa. Gracias a cada donante que ayudó a salvar mi vida, pues, sin este noble gesto, no podría haber sobrevivido.
A mi hijo tuvieron que practicarle una cirugía de urgencia para eliminar un tumor que tenía en el cerebro. Necesitaba una transfusión de sangre y se consiguió su tipo gracias a las maravillosas personas que donan. Afortunadamente, tuvo una cirugía exitosa y hasta ahora no hay ninguna evidencia de la enfermedad.
Fuente: http://rdcrss.org/1T01Q28
Traducido y adaptado por Paulina Gamarra.