Ensayamos la voz con la lectura oral

El acto de hablar es una capacidad inherente a la persona humana desde el momento de su nacimiento, independiente de que esta pudiera sufrir por alguna anomalía congénita. No es una acción que se herede, ni una capacidad innata, sí es susceptible de entrenar a partir de la práctica con ejercicios de vocalización, proyección de la voz y el buen manejo de la respiración durante la emisión del mensaje.

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La flexibilidad en la emisión de voz, está dada por la práctica de la modulación adecuada, con una apertura conveniente de la boca, el buen manejo físico de labios y lengua, y la articulación de sílabas que van de simple a mayor complejidad para agilizar la destreza en la emisión oral del discurso.

Las pausas respiratorias son necesarias, para retomar aire, cuando aún no se agotó el aire de reserva, motivo fundamental de quienes expresan: “¡¡¡¡¡Me quedo sin aire!!!!!! Es que no practican con las pequeñas pausas imperceptibles para recuperar con una bocanada de aire, la cantidad suficiente y necesaria para emitir algunas palabras y retornar con más caudal en la voz.

La materia prima de la voz es el aire, si este se agota, se corta la fonación, de allí la importancia de trabajar la coordinación fonorespiratoria, que permite la toma de conciencia de que debe recuperar combustible (aire) antes de proseguir.

Los matices, brillo, entonación permiten que el discurso no sea monótono –de mono (uno) y tono (graduación sonora en la inflexión de la voz) –.

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La aceleración del pulso, taquicardia, sudoración, son síntomas neurovegetativos que disparan el sistema nervioso central cuando se siente miedo, angustia y desolación. Quien aprende a dominar sus impulsos a través de la respiración y concientización de las herramientas a utilizar durante la alocución, ya tiene ganada la batalla del temor a enfrentarse con un público o auditorio.

Aquí van algunos consejos

El problema más grande para emitir sonidos es hacer fuerza en el cuello. Lo conveniente es practicar con ejercicios suaves de relajación del cuello (si se puede masajear, ¡mejor! pero que sean suaves, no deben producir dolor). Se recomienda inspirar el aire sin levantar el pecho, sino más bien inflando la panza. La inspiración debe ser profunda pero suave, "como oliendo una rosa". Jamás, levantar el cuello, aunque parezca que eso ayuda a llegar al mejor tono, en realidad empeora la situación.

A continuación sugerimos la lectura sonorizada de una versión interesante de Blancanieves

Érase una vez una linda princesita, de piel tan, pero tan blanca a quien todos la llamaban Blancanieves.

La reina, madrastra de Blancanieves, era una mujer muy vanidosa. Todos los días le preguntaba a su espejo:

-Espejo mágico, espejo mío. ¿Hay en el reino alguna mujer más bella que yo?

El espejo siempre respondía:

-La mujer más bella del mundo eres tú, mi reina.

Hasta que Blancanieves creció…, y creció…, y creció. Era tan linda y graciosa. Un día el espejo le respondió a la reina:

-¡Ahora, Blancanieves es la más bella del reino!

La reina se puso furiosa. Llamó a un cazador y le mandó:

-Lleva a Blancanieves a la floresta y ¡hazla desaparecer!

El cazador llevó a Blancanieves al bosque, pero no tuvo el coraje suficiente de ejecutar la orden recibida.

-¡Huye, princesita, huye! – le dijo –. ¡Y nunca más vuelvas al palacio de la reina!

Blancanieves caminó por la floresta. Pensaba para sí:

-¿Qué pasará conmigo ahora? ¿En dónde viviré? ¿Quiénes podrán ayudarme?

Anduvo, anduvo, anduvo…, hasta que encontró ¡una hermosa casita! Golpeó, pero nadie vino a atender. Entonces ella entró, porque la puerta estaba abierta.

-¡¡¡Hola!!! ¿Quién vive aquí? Soy Blancanieves. ¿Me pueden ayudar, por favor?

No recibió respuesta alguna. Siguió avanzando; en eso, vio siete sillitas alrededor de una mesa y, más adentro, descubrió siete camitas. Se acostó en una de ellas para descansar, y se durmió.

A la nochecita, llegaron siete enanitos. Eran los dueños de la casita. Trabajaban todo el día en una mina de diamantes y, a la noche, regresaban a su casa para comer y dormir. Quedaron muy sorprendidos al encontrar a aquella niña tan linda durmiendo en la camita de uno de ellos.

-¿Quién será? ¡Parece una princesa! – opinaron.

Al escuchar conversación a su alrededor, Blancanieves despertó y les contó:

-¡La reina quiere verme muerta!

Los enanitos sintieron tanta pena por ella que, en coro, la invitaron:

-¡Quédate a vivir con nosotros!

Blancanieves aceptó. Y todos los días, cuando salían para el trabajo, los enanitos le recomendaban:

-¡No le abras la puerta a nadie!

Ellos tenían razón para preocuparse, porque la reina ya había descubierto que Blancanieves vivía en la floresta, y pretendía ir a acabar con ella.

La reina era una bruja, y preparó una manzana envenenada para Blancanieves. Disfrazada de viejita, fue hasta la casita de los enanos.

-Cómprame mis manzanas, por favor, necesito el dinero para unos medicamentos.

Tanto insistió que Blancanieves aceptó la manzana. Ella le dio solo un mordisco y… ¡Blancanieves cayó desmayada!

Cuando los enanitos volvieron a la casa, encontraron a Blancanieves desmayada en el suelo. Procuraron de todo para despertarla, pero no lo consiguieron. Pensaron:

-¡Blancanieves parece muerta!

Muy acongojados y ya resignados le fabricaron un ataúd de cristal. Instalaron a Blancanieves dentro y luego la llevaron al medio de la floresta, rodearon el féretro llorando de tristeza.

Sucedió que, oportunamente, por aquel lugar pasaba un príncipe que vio a Blancanieves, tan linda…, tan dulce que parecía que estaba durmiendo y nada más. El príncipe descendió del caballo, se aproximó a Blancanieves, extasiado por largo tiempo de su belleza sinigual… Al cabo de un buen rato, no resistió el impulso, se agachó y le dio un beso. ¡Y Blancanieves despertó!

-¡Viva! ¡Viva! ¡Ella está viva! – exclamaron los enanitos.

Blancanieves quedó prendado del apuesto príncipe, quien llevó a Blancanieves a su palacio, donde se casaron y vivieron felices.

Actividades

1. Analizamos las indicaciones preliminares. Comentamos el contenido y expresamos nuestras experiencias en relación con las lecturas sonorizadas (vocalización de textos narrativos).

2. Anotamos el resumen de nuestras impresiones.

3. Por turno practicamos con la lectura del cuento propuesto.

4. Evaluamos las distintas presentaciones.

5. Valoramos oralmente lo aprendido con esta experiencia.

6. Internalizamos el proceso de la lectura oral para aplicar a otras presentaciones posterior

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