Libres, responsables y felices

¡Cuántas veces nos quejamos de que no tenemos libertad! Pero ¿qué significa ser libres? Esta palabrita posee más valor que el simple hecho de hacer lo que uno quiere, como nos enseña el cuento que compartimos hoy.

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El árbol de la felicidad

Raúl Silva Alonso

En el recreo, Tito se quejaba entre sus compañeros de que sus padres no le daban libertad.

― ¡Tengo que comer a una hora! ¡Tengo que hacer la siesta! ¡Tengo que terminar los deberes antes de salir a jugar! ¡Tengo que volver a una hora…!

― A mí me pasa lo mismo, solo puedo ver la tele hasta las nueve― interrumpió Beni.

― Y yo…

― Y a mí…

Varios contaron las imposiciones de sus padres.

Uno del tercer grado, más grande, les dijo en broma:

― Entonces ustedes tienen que proclamar su independencia. ¡Libertad! ¡Libertad!, griten en sus casas y hagan los que des dé la gana.

Clarita, que estaba escuchando todo, no lo tomó en broma.

― ¿Por qué les decís esas cosas? ―dijo al bromista― Ustedes tienen que saber que la libertad se gana. Si no son responsables sus padres tienen que estar diciéndoles qué hacer todo el tiempo. Si uno quiere tener derecho a hacer o decir ciertas cosas, antes tiene que cumplir sus obligaciones; si uno las cumple, se gana el derecho a la libertad.

¿Quieren que les cuente un cuento sobre la libertad? ―preguntó.

― ¡Sííííí…! ―contestaron más de diez voces.

«Los científicos estaban felices porque descubrieron en una isla el árbol de la felicidad.

Sus frutos alimentaban, curaban todas las enfermedades y producían un bienestar que hacía mejorar la conducta y el humor de las personas.

Lo trasplantaron a una enorme plantera y con muchos guardias de seguridad lo llevaron en avión hasta un laboratorio del país de donde ellos eran.

Allí lo pusieron bajo una enorme cúpula de cristal con aire climatizado y lo regaban dos veces por día.

Pero al poco tiempo se fue secando, con gran desesperación de los científicos. Hasta que murió.

Se investigó hasta el cansancio sobre qué es lo que pudo haber pasado.

El árbol tenía todos los cuidados. ¿Qué es lo que le faltaba?

Uno de los científicos más jóvenes encontró la respuesta: le faltaba ¡el aire puro de la libertad!

Sonó el timbre anunciando el fin del recreo y todos fueron a sus respectivas clases comprendiendo la importancia de la libertad. Y comprendieron también que sin responsabilidad no hay libertad.

Sobre el libro

Título: El árbol de la felicidad

Colección: Semillas al viento

Autor: Raúl Silva Alonso

Editorial: El Lector

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