Pombero (adaptación)

Ahora vamos a conocer una versión en la que se «desmitifican los mitos» haciendo de estos personajes figuras más queridas, simpáticas y hasta jocosas.

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Se habla mucho, mal y sin saber bien del Pombero.

Ciertamente, hay que reconocer que no es muy lindo, y que es demasiado grande y peludo.

Y que anda dando vueltas cerca de las pequeñas poblaciones del campo, asustando a la gente con sonidos que parecen lamentos, quejidos o llantos de un niño.

A nadie se le ocurrió que, a lo mejor, el pobre no sabe o no puede hablar y esa es su manera de querer comunicarse, ¿no?

Es verdad que tiene la mala costumbre de convertirse en animal o planta. Pero es solo cuando está asustado, creyendo que lo buscan para atraparlo.

Entonces se esconde en el interior de los tatacuá y —claro ¿qué va a hacer ahí?— se queda dormido. O en cualquier rancho abandonado.

Aunque lo que prefiere es la miel, a veces se come huevos de gallina enteros, con cáscara y todo, se pesca algún gallinero descuidado. Es que debe ser muy tímido, por eso anda por ahí, más bien de noche. Eso sí, en la oscuridad, si alguien se aventura a pronunciar su nombre, se enoja, entra en cualquier parte, por puerta cerrada que haya, y secuestra al que osó tal atrevimiento.

Pero sabiendo que no hay que decir su nombre, entonces ¿por qué hacerlo?

También se sabe que no hay que inventar mentiras sobre él. A menos que sea uno tan tonto que quiera arriesgarse a que lo toque con su mano helada y lo deje temblando como un azogado, mudo y chiflado por el resto de sus días. De los días de uno, se entiende.

Pero no es un mal tipo. Hasta es posible ser su amigo y granjearse su simpatía e, incluso, su protección si se le deja tabaco o un poco de miel en algún lugar donde pueda encontrarla fácilmente.

Eso sí: cuando se empieza a hacerlo, hay que continuar haciéndolo indefinidamente. Si no, es peor.

Como, generalmente, nadie quiere enojarlo, eso no ocurre.

Y sí que retribuye al amigo dejando frutas y otros obsequios en la ventana. Además, lo protegerá en los viajes, lo guardará en peligros, y cuidará los animales y el sueño de su benefactor.

Como se dijo al principio: en el fondo, el Pombero no es mal tipo.

Sobre el libro

Título: Cuentamitos

Adaptación: Raúl Silva Alonso

Editorial El Lector

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