En el mercado, existen variedad de opciones en cerámica, vidrio, plástico o madera, pero las más usuales son las de porcelana y loza. Igual pasa con los modelos, diseños y tamaños. Pero ¿con qué quedarnos? La recomendación sería optar por algún diseño clásico, válido para cualquier ocasión, pues se pasan menos de moda y son más prácticos a la hora de combinar. Para reuniones de comidas informales o para el uso diario se puede contar con una vajilla de diseño más colorido, moderno y audaz.
En materia de vajillería, tanto la etiqueta como el protocolo indican que los platos deben colocarse en la mesa con una separación de entre 40 y 50 cm entre sí, y a unos tres centímetros del borde de la mesa (unos dos o tres dedos, estimativamente).
Demás está decir que estos siempre deben estar limpios, bien secos, sin rajaduras u otras desprolijidades.
Una vajilla básicamente debe contener:
- Platos hondos.
- Platos playos o llanos.
-n Platos para postre.
- Platillos para pan.
Este último se ubica, preferentemente, en la parte superior de los cubiertos de la izquierda. El mismo, puede ir acompañado de un pequeño cuchillo (tamaño postre) para untar algún tipo de paté o simplemente para la mantequilla.
En muchos juegos de vajillas podemos encontrar platos y tazas para consomé, fuentes de los más diversos tamaños y formas, platos especiales para espárragos, caracoles, otros.
Otros complementos:
- Tazas de té.
- Tazas de café.
- Tazas de consomé.
- Salseras.
- Soperas.
- Platillos para tazas de café y té.
- Platos para guarniciones.
Un elemento que inicialmente no compone la vajilla es el plato base, llamado también plato de sitio, bajo-platos o plato de presentación. Son utilizados como decorado y hacen de base a la vajilla tradicional.
Recuerda: "El mejor banquete del mundo no merece ser degustado, a menos que se tenga alguien para compartirlo", Groucho Marx.
Hasta la próxima entrega…
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