¡Cómo lo odio, todo lo bueno le pasa a él!

¿Te molesta que tu compañera se compre el último modelo de celular, mientras que el tuyo es un polifónico sin carcasa?, ¿o estás harto de ver que tu amigo se manda el físico y vos tenés que entrar a la pileta con remera? Si te sentís identificado, entonces sos una persona envidiosa. Este sentimiento puede ser causado porque te creés menos que los demás o deseás el mismo reconocimiento que reciben ellos.

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Muchas veces la gente se enoja cuando otros logran sus objetivos o son mejores en ciertos aspectos, tampoco le gusta que compren bienes con un costo superior a los suyos. Esas personas suelen estar más pendientes de los demás que de ellas mismas y les causa envidia. Eso perjudica a los jóvenes, ya que nada de lo que tienen les es suficiente y los hace sentirse menos que el resto.

Todos somos buenos en algo, y el que diga que eso no es cierto todavía le falta descubrir en qué se destaca. Esto no da derecho a hablar mal de las personas o inventar cosas a sus espaldas. En vez de eso tendrían que esforzarse para mejorar.

En el caso de que la envidia sea por algún objeto que tenga otra persona, hay que pensar que lo material nunca fue lo más importante, sino que lo que verdaderamente vale es tu forma de ser. De nada sirve que tengas las mejores prendas deportivas si nunca hacés ejercicio o comprar los equipos electrónicos más nuevos si solo vas a usar el Twitter o Facebook.

Para combatir este sentimiento hay que concentrarse en uno mismo y no en los demás. Pensar en destacarse antes de tratar de ensuciar a un compañero o algún “contrario”. Si estás bien contigo mismo no hay porqué sentir celos de lo que tus socios tengan.

La envidia destruye amistades, relaciones y negocios sin piedad. Es como una enfermedad que corrompe el alma y hace estragos en la vida de la gente. Así que no te sientas mal por tener menos o sentirte inferior a los demás. Todos somos iguales y nadie debería creerse superior por ningún motivo, en absoluto.

Por Mauro Arriola (19 años)

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