Tocar el cielo al escribir y sufrir un infierno en la realidad

“En alguno que otro desolado momento, la nostalgia innominada de esa tierra de sacrificios y resplandores donde están mis raíces que han quedado allí como mis muñones”, es parte de lo que Augusto Roa Bastos redactó cuando estaba exiliado. Así como nuestro compatriota, otros ilustres personajes alcanzaron la gloria cuando sus plumas eran guiadas por la imaginación y el intelecto; pero en la realidad vivieron el infierno de ser perseguidos por pensar diferente.

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Escribir tus inspiraciones mientras tomás un té parece algo cómodo y reconfortante, pero si lo hacés fuera de tu país, lejos del terruño patrio, ¿cómo se ha de sentir? Pues el célebre Augusto Roa Bastos lo vivió en carne propia, ya que, en 1982, cuatro policías vestidos de civiles lo deportaron a Clorinda, sin orden judicial, lo que era común en el régimen dictatorial de Stroessner.

La falta grave del autor paraguayo más importante fue plasmar su sentido crítico y reflexionar sobre la situación del país. Si bien Argentina albergó a Roa Bastos, un presidente de esa nación, Juan Domingo Perón, también persiguió a una de las mentes más brillantes de la literatura: Jorge Luis Borges, quien se oponía al régimen peronista, por lo que de ser director de la Biblioteca Municipal de Buenos Aires pasó a ser nombrado inspector de Aves y Conejos.

“Ay, Chile, cuándo me encontraré contigo, enrollarás tu cinta de espuma blanca y negra en mi cintura, desencadenaré mi poesía sobre tu territorio”; son líneas que Pablo Neruda escribió a su país. El consagrado poeta discrepaba con el Gobierno del comunista Gabriel González Videla, por lo que fue perseguido y tuvo que cruzar Los Andes a caballo hacia Argentina, debido a la persecución política que sufrió.

Aleksandr Solzhenitsyn, el ruso que ganó el Nobel de Literatura en 1970, fue perseguido por el régimen totalitario de su país. Esto se debió a su oposición al sistema opresor, por lo que fue expulsado de la Unión de Escritores Soviéticos. Su secretaria, inclusive, fue torturada y, a raíz de esto, luego se suicidó en la prisión. Es bastante triste mirar las huellas del pasado y darnos cuenta de que muchas ideas fueron limitadas en su difusión por la opresión de quienes creyeron ser dueños de la razón.

Por Dayhana Agüero Brítez (19 años)

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