Emociones después de un cáncer

Cuando una mujer atraviesa por una enfermedad como el cáncer de mama, a quienes esta parte del cuerpo no solo nos conecta con un aspecto importante de nuestra identidad femenina, sino con todo un rol trascendental como la maternidad y la sexualidad, no podemos decir que cuando sana el cuerpo, también ya sanan las emociones negativas que afloraron y se instalaron en el proceso. Miedos, ira, frustración y desolación, que también arrasaron con los sentimientos benignos que tenía la persona, y que en el caso de la recuperación, subestimar las emociones después del alta es una ilusión y hasta una negación.

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Por eso, es importante pensar en la terapia y apoyo psicológico del paciente oncológico, no solamente durante el tratamiento, sino después, hasta que no queden vestigios de traumas y temores que se instalaron en un momento tan desafiante al enfrentar una enfermedad tan difícil y dolorosa.

Lo que podemos hacer como familia y amigos de una persona que atravesó por el cáncer de mama es: ofrecer compañía, escucha sincera, si necesita un profesional el contacto. Y promover la posibilidad de iniciar o continuar con el tratamiento terapéutico, psicológico o espiritual. Además podemos ayudar a superar los complejos con respecto a su nueva imagen; si ha atravesado por una mastectomía o quimioterapia que dejan secuelas estéticas necesarias de configurar a la nueva identidad. Requieren de una aceptación no solo personal, sino social de sí misma, animándola a salir, a socializar y no dejar que se encierre en sus miedos o ideas irracionales sobre la imagen y lo social.

Así también compartir un estilo de vida sano y erradicar los tóxicos, en el relacionamiento con los demás; pareja, amigos, familiares y también en su alimentación y forma de vida. Conectarle de nuevo con sus pasiones; arte, deporte, esfera espiritual, naturaleza, amigos, viajes, lectura, etc.

Las mujeres tenemos que comprender que nuestra valía no pasa por la imagen o la conquista estética que logremos a costa de esfuerzos sobre humanos, la salud o la autoestima. Nuestro valor está en nuestra fuerza, en una energía genuinamente femenina, que acepta incondicionalmente, como la madre a sus hijos, que tiene el poder de nutrir con sus palabras y su cuerpo. Esa fortaleza que supera las noches en vela con un bebé que no cesa de llorar, o esa fortaleza de las mujeres que reúnen a la familia para limar asperezas o perdonar. Con esa misma energía, podemos juntar las partes rotas de nuestra identidad y sanar con el cuerpo, también el alma después del cáncer de mama.

gabrielacascob@hotmail.com

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