Preparados para días fríos

La temperatura ambiente influye en el estado de salud de las personas de una forma significativa. Durante el otoño y el invierno la misma tiene grandes oscilaciones durante la noche, que pueden llegar a ser muy bajas y durante el día oscilar entre los 14 y los 20 grados, mientras que nuestro organismo requiere mantener una temperatura constante.

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Las respuestas del organismo al frío incluyen vasoconstricción cutánea, esto es disminución del aporte de sangre a la piel, para reducir la pérdida de calor por la piel. Además incremento de la actividad cardiovascular (elevación de la presión, ritmo cardiaco). 

Así también incremento de la capa de aislamiento, lo que se nota con la erección de los vellos. Aumenta la producción de calor metabólico y la persona tiembla o tirita.

El frío inhibe las respuestas inmunitarias. Este fenómeno es en parte el causante del mayor número de infecciones que ocurren durante los meses invernales. Sin embargo, el sistema cardiovascular es quien soporta las mayores exigencias, siendo en todas estas condiciones los más afectados las personas en edades extremas, los menores de 5 años y mayores de 60 años.

Estudios recientes muestran que por cada grado que cae la temperatura por debajo de los 18º C las muertes aumentan en cerca de un 1,5%. Y no solo debido a resfriados o gripes. Con el frío aumentan también los infartos y derrames cerebrales y las personas más vulnerables a estos cambios suelen ser los ancianos y quienes tienen sistemas inmunes comprometidos. Este fenómeno se debe a que cuando el cuerpo se expone a temperaturas muy bajas pierde más calor del que es capaz de generar, y los vasos sanguíneos de la piel se contraen para conservar la temperatura corporal.

Curiosamente la composición de la sangre también cambia con el frío, así, el corazón tiene que trabajar con más fuerza para bombearla a través de los vasos contraídos, a la vez que los cambios en la concentración sanguínea aumentan el riesgo de coágulos y de los problemas que provocan. En cuanto a los resfriados y otras infecciones, el aire frío afecta el modo en que el tracto respiratorio nos protege de enfermedades, ya que produce una mucosidad más densa que es menos efectiva para deshacerse de los patógenos intrusos, como los virus. Por si fuera poco, también hay evidencias que sugieren que virus como el de la gripe se vuelven más agresivos cuando hace frío.

La hipertensión, la falta de vitamina D, la inactividad o la gripe son otros factores que elevan la tasa de enfermedades del corazón durante los meses más fríos. También se señalan como causas los malos hábitos alimentarios o la contaminación ambiental, y que afecta a la coagulación y a la función plaquetaria.

Entre las medidas a tomar están: la consulta médica, disminuir los factores de riesgo como presión alta, colesterol y azúcar elevados, tabaquismo y obesidad. 

Los niveles clínicos laboratoriales estarán en regla, y hay que medicarse correctamente. La alimentación e hidratación adecuada brindan las defensas del sistema inmunitario y son de gran ayuda los medicamentos, vitaminas, minerales, oligoelementos que se suman a los buenos hábitos higiénicos y actividades físicas. 

Las vitaminas C, E, A, complejo B, ácido fólico e incluso el hierro serán recetados por su médico de cabecera. 

Evite las grasas animales saturadas, enlatados, embutidos. No fume, y tenga cuidado con la sal. 

La vacuna antigripal o antiinfluenza se sugiere a los grupos de riesgo, una dosis cada año. Mientras que la vacuna neumococo 23 valente para adultos mayores, enfermos crónicos, inmunodeprimidos se aplica una dosis cada cinco años. La inmunización con la vacuna de neumococo 13 valente es para niños menores, en tres dosis, a los 2 meses, a los 4 meses y a los 1 año.

mayansjose@hotmail.com

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