La novela del contrabajo (adaptación) (Parte 2)

¿Cómo resolverá Smechkov tan incómoda situación? Sigamos leyendo.

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GENTILEZA

—¡Maldición! —exclamó Smechkov—. ¡Oh, qué gente! ¡Malvados! No me irrita tanto haber perdido la ropa (porque la ropa es perecedera) como la perspectiva de ir desnudo y cometer un atentado contra la moral social.

Se sentó encimLa novela del contrabajo (Parte 1)a del contrabajo y empezó a buscar la salida a tan horrible situación.

«¡Ir desnudo a casa del príncipe Bibulov es imposible —pensó—. ¡Allí habrá señoras! ¡Y, además, los ladrones se han llevado la colofonia que estaba en el bolsillo del pantalón!».

Su preocupación era tanta que empezaron a latirle las piernas.

«Bah! —recordó de pronto—. No muy lejos de la orilla, entre la maleza, hay un puentecito... Hasta cuando oscurezca podré quedarme allí, y por la noche a oscura podré llegar a la primera isba...».

Deteniéndose en esta idea, Smechkov se puso el sombrero de copa, se echó el contrabajo a cuestas y se encaminó hacia la maleza. Con el instrumento musical a las espaldas, hacía recordar a un antiguo y mitológico semidiós.

Ahora, lector, mientras mi héroe está sentado debajo del puente y se entrega a su dolor, dejémosle por algún tiempo y volvamos a la muchacha que estaba pescando.

¿Qué había sucedido con ella? La hermosa joven, al despertarse, y no viendo en el agua el flotador de corcho, se apresuró a tirar del sedal. Este se estiró, pero ni el anzuelo ni el flotador aparecieron sobre el agua. Por lo visto, el ramo de flores de Smechkov se empapó de agua y aumentó extraordinariamente su peso.

«O es que ha picado un pez muy grande —pensó la joven—, o es que el anzuelo se ha enganchado».

Después de haber tirado un poco de sedal, la muchacha se convenció de que el anzuelo se había enganchado.

«¡Qué lástima! —pensó—. ¡Con lo bien que se pesca por la noche! ¿Qué hacer?».

Y sin pensarlo mucho, la muchacha excéntrica se despojó de sus ligeras ropas y sumergió su maravilloso cuerpo en la corriente, hasta los mismos hombros marmóreos. No era tarea fácil desenganchar el anzuelo del ramo, en el cual se había enredado el sedal, pero la paciencia y el trabajo hicieron lo suyo. Al cabo de un cuarto de hora la joven, radiante feliz, salía del agua con el anzuelo en la mano.

Pero la fatalidad la perseguía. Los malhechores que habían despojado de sus ropas a Smechkov robándole también las suyas, dejando tan solo la lata con los gusanos.

«¿Y qué voy a hacer yo ahora? —preguntándose llorando— ¿Irme así en esta situación?... ¡No, nunca! Esperaré hasta que oscurezca, y entonces me iré a casa de la tía Agafia y la mandaré a casa para que me traiga un vestido... Y mientras tanto me esconderé debajo del puentecillo».

Mi heroína, escogiendo las hierbas más altas y agachándose, llegó casi corriendo al puentecillo. Al meterse debajo de él vio que allí había un hombre, con una melena musical y un pecho peludo; lanzó un gritó y perdió el conocimiento.

Smechkov también se asustó. Al principio tomó a la muchacha por una náyade.

APRENDE MÁS

I. Busca el significado de las siguientes palabras:

1. Colofonia:

2. Isba:

3. Náyade:

II. Elabora oraciones con las palabras anteriores

Sobre el libro

Título: Colección trotamundos

Editorial: ARRAYAN

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