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En aquella ocasión, las participantes decidieron colaborar con la defensa de la patria entregando sus valiosas joyas y pertenencias para la causa nacional, ya que estaba en pleno desarrollo la Guerra contra la Triple Alianza (1865-1870).
El Libro de Registros de las manifestaciones de joyas y alhajas de las ciudadanas paraguayas para aumentar los elementos de la defensa de la patria es un documento que registra las donaciones de joyas y alhajas que realizaron las mujeres paraguayas durante esa guerra.
El Libro de Oro es el resumen de los tres tomos del Libro de Registros. Este documento contiene las actas de los comités de mujeres que organizaron la colecta de joyas en apoyo a la causa nacional.
El Libro de Oro ha tenido diferentes ubicaciones a lo largo de la historia:
Permaneció en el Archivo Nacional de Asunción hasta que fue sustraído en 1869.
Permaneció en Brasil durante más de un siglo.
Fue repatriado en 1975 y conservado en el Palacio de López.
En 2017 fue trasladado al Archivo Nacional de Asunción, donde se encuentra actualmente.
A partir de este gran gesto patriótico y por iniciativa de la historiadora Idalia Flores de Zarza y la diputada Carmen Casco de Lara Castro, se presenta el proyecto de ley para conmemorar cada 24 de febrero el Día de la Mujer Paraguaya, siendo promulgada el 6 de diciembre de 1974, en coincidencia con la celebración del Año Internacional de la Mujer, de las Naciones Unidas.
En homenaje a estas heroicas y valientes mujeres, que día a día luchan por un presente y un futuro mejor presentamos la canción «Paraguaya linda», de Mauricio Cardozo Ocampo y José Pierpauli.
PARAGUAYA LINDA
I
Entre las flores que engalanan mi jardín
sos la más linda paraguaya che kamba.
Yo te idolatro mujercita guaraní
y mi suspiro va diciendo roipota.
Por eso quiero pregonar en mi cantar
toda la dicha que me brinda tu querer,
hoy más que nunca sueño ser tu compañero
y vivir siempre a tu lado, paraguayami porã.
II
De tu boca deliciosa libaré la dulce miel
al clamar tus labios che ko nemba’e,
formaremos nuestro nido y serás tú la mujer
compañera buena, dueña de todo mi ser.
III
Y si mañana llegan los rayos del sol
de nuestra dicha con su lumbre a reflejar.
Con mi guitarra cantaremos al amor
y a los que sufren para mitigar su mal.
No habrá tristeza en derredor de nuestro hogar,
tú siempre alegre y yo dichoso te diré:
«¡Cuánto te quiero, paraguaya, mi adorada,
mujercita idolatrada, dueña de todo mi ser!».
IV
De tu boca deliciosa libaré la dulce miel
al clamar tus labios che ko nemba’e,
formaremos nuestro nido y serás tú la mujer
compañera buena, dueña de todo mi ser,
compañera buena, dueña de todo mi ser.