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El 10 de febrero de 1978 se hundía el barco Myriam Adela a causa de una repentina tormenta, antes de que llegara a su destino, que era el Puerto Kemmerich. Fallecieron 113 personas, cifra que la convierte en la mayor tragedia acuática del Paraguay.
En medio del dolor ante tantas pérdidas, se destaca la hazaña de Eligio González Aponte, quien estaba esperando una encomienda. Al percatarse de lo que ocurría, este trabajador de una estancia cercana utilizó su canoa para salvar a 25 pasajeros.
González Aponte contó luego a ABC que en ningún momento dudó en brindar su ayuda cuando comenzó a escuchar los gritos de auxilio. En una de las entrevistas, el héroe relató que tuvo que realizar dos viajes de rescate, ya que en su bote no cabían todas las personas que necesitaban ser rescatadas.