Un nocaut al corazón de la injusticia

El 2018 fue sin dudas el año de la renovación en la Justicia, un cambio que abrió una veta de esperanza para el pueblo, que quiere creer que es posible dar un nocaut a quienes se creen los dueños del poder desde hace décadas.

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Una de las promesas clave de Mario Abdo Benítez fue darle soplos de cambio a la Justicia, y aunque en un país maltratado por tantos pisoteos judiciales era difícil creerle, muchos quisieron darle el beneficio de la duda.

Y fue ese mismo beneficio de la duda el que nos permitió este año 2018 ver desatornillarse del Poder Judicial a tres de los “dinosaurios”, ministros de la Corte, que desde hace años detentaban incólumes el poder, otorgando en innumerables ocasiones dádivas a los políticos, y limpiándoles manchas en sus expedientes a cambio de favores mutuos.

Aunque por distintas circunstancias, algunas más o menos favorables para ellos, Alicia Pucheta, Miguel Óscar Bajac y Sindulfo Blanco fueron este año noqueados y desatornillados de sus tronos en la Corte, dando paso a aires de renovación que nos permiten, al menos soñar con una Justicia más ágil y cercana al ciudadano.

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Miguel Óscar Bajac fue uno de los que dio el arranque a esta ola de cambios, incluso cuando el año 2018 aún no comenzaba. Entre los numerosos audios filtrados por ABC Cardinal, se le escuchaba decir que pegaría “un telefonazo” a Javier Díaz Verón, fiscal general del estado. Esto lo dijo cuando un abogado de nombre Aníbal Larriera, por intermedio de la amistad con el primo de Bajac, Humberto Albertini, le pide “una manito”, para que su esposa Francisca Denis del Padre, paseara a ser fiscala.

El caso tuvo su epicentro real en los primeros meses del año, cuando a partir del audio filtrado de Bajac, se hizo cada vez más evidente la corrupción instalada en los altos estrados de la justicia.

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Aunque en ese momento no lo sabíamos, aquí apenas empezaba el cuento con Miguel Óscar Bajac. A principios de julio, la Unidad Anticorrupción del Ministerio Público le inició un proceso por una supuesta coima de US$ 10.000 que un funcionario pidió, y recibió, a su nombre.

El fiscal anticorrupción Luis Piñánez fue quien encabezó las pesquisas y en su momento anunció que, además de investigar al funcionario facilitador judicial Rafael Luis Ramírez Doldán, quien fue pillado in fraganti recibiendo la coima, también investigaría al ministro Bajac, quien de hecho fue mencionado por Ramírez, y así lo puso al descubierto.

Según Ramírez, el dinero serviría para que Bajac cambiara el sentido de su voto en un litigio.

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Pero esto, aunque grave, aún no era nada en comparación con lo que vendría después, cuando una familia de apellido Garcete denunció que pagó 400 millones de guaraníes al alto magistrado para que le resolviera un problema de extorsión que estaba viviendo, y que este se "tragó" la plata sin solucionar nada. Esta familia terminó despojada de sus tierras y sacada a la fuerza de su propiedad en el Chaco.

En agosto de este año, la familia afectada logró captar audios y fotografías que confirmaban la coima que pidió, y que entregaron, a Miguel Óscar Bajac, para que este intercediera sobre el despojo orquestado por el exsenador Óscar González Daher.

Incluso, la familia había firmado un acuerdo por escribanía para pagar US$ 500.000 al magistrado, y como parte de pago, le entregaron G. 400 millones.

Lo más lamentable del caso es que, según la denuncia, Bajac se llevó los millones al bolsillo y al final terminó fallando en contra de la mujer que le pagó, por la simple razón de que se le presentó una “mejor oferta”, la de un peso pesado que estaba dispuesto a ofrecerle lo que fuera necesario con tal de despojar a la familia Garcete de su estancia.

Estos turbios hechos que salieron a luz, fueron frustrando poco a poco las intenciones de Bajac, que pretendía permanecer en el cargo un año más de lo que le correspondía.

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A pesar de todos los cuestionamientos en su contra, increíblemente en julio de 2018, Bajac logró jubilarse al cumplir 75 años, en pleno proceso por coima en su contra. Logró así salir por la puerta grande gratuitamente, y zafó de una condena judicial, o al menos una salida deshonrosa del cargo.

Con su jubilación, Bajac dejó vacante su puesto de ministro de la Corte, y congeló su juicio político por pedido de soborno.

Se salvó sobre todo porque el escándalo del funcionario Rafael Ramírez Doldán ocurrió solo una semana antes de su jubilación.

Pero, si prestamos atención al archivo, no era la primera vez que sonaba el nombre del ministro Bajac en hechos turbios, ya que en 2016 había sido sometido a juicio político junto con otros magistrados como César Garay Zuccolillo y Sindulfo Blanco, por mal desempeño de sus funciones.

Según el libelo acusatorio de ese entonces, Bajac incurrió en la “utilización de la mentira”, para acceder al cargo de ministro y también fue criticado por declaraciones de inconstitucionalidad de las que el mismo participó.

Este juicio político fue aprobado en 2014 y hasta hoy, está demás decir, no se llevó a cabo. Como supondrá, estimado lector, fue la influencia de los poderosos de la Corte lo que permitió a Bajac irse a su casa tranquilo y sin pagar cuentas ante la Justicia.

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También admitió ser compadre del escribano Cayo Estigarribia, en cuya oficina se firmó el acuerdo por US$ 500.000 entre el funcionario José Álvarez (otro complice de la operación) y Alicia Garcete, la desesperada madre de familia que recurrió al magistrado para no ser despojada de sus tierras.

Todo esto ocurría con Óscar Bajac meses después de que el Consejo de la Magistratura (CM) iniciara a mediados de marzo el proceso para reemplazarlo en la Corte. Ya se manejaba que se jubilaría este año, si bien él intentó hacer algunas "trampitas" para quedarse, apelando al razonamiento de que una persona tiene 75 años hasta el día antes de cumplir los 76 años de edad.

Un capítulo aparte en esta historia de renovación lo merece sin dudas Alicia Pucheta, quien si bien no fue radicalmente chutada como los demás, la ambición la llevó a renunciar a su cargo a finales de abril. Le terminó saliendo el tiro por la culata. Dejó su privilegiado puesto de poder en la Corte para aceptar la propuesta del expresidente Horacio Cartes de ser su vicepresidenta, con la ilusión de convertirse en la primera mujer presidenta de la República, al menos por un par de meses. La jugada no le salió. En mayo asumió el cargo de vicepresidenta en medio de un mar de críticas, pero con la anuencia de cartistas, abdistas, llanistas y oviedistas.

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Así, quedó más que claro que este cargo era una devolución de favores por aquella gran gauchada que le había hecho Alicia a Horacio, cuando habilitó su candidatura inconstitucional a senador. Lo que resultó hasta gracioso, fue cuando en su discurso de estreno en el cargo de vice, dijo que sería “independiente”. Nadie le creyó.

En ese momento del año, nuevamente tuvimos que hacer uso de la memoria para recordar que el 25 de abril del año 2017, la misma Alicia ilusionada con convertirse en presidenta de la mano de Cartes, fue una de las ocho integrantes de la Corte que otorgó la carta de naturalización nada más y nada menos que al hermano del alma del expresidente Horacio Cartes, Darío Messer

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Breve, ingrato y casi desapercibido fue el paso de Alicia Pucheta por el Ejecutivo, aunque no estuvo exento de algunos papelones que pasó cuando en su discurso se siguió refiriendo a ella misma como ministra de la Corte, y cuando tiró por los suelos una placa, durante la inauguración del nuevo Materno Infantil de San Pablo. Aunque sea por esas memorables perlitas, la recordaremos. Y es que, aunque ni siquiera pusieron su fotografía en la galería de presidentes, al menos nos sacó un par de carcajadas.

Pero sin lugar a dudas, lo mejor del 2018 estaba reservado para el final. Exactamente el miércoles 14 de noviembre, los paraguayos tuvimos la satisfacción de ver tragarse sus palabras a uno de los tiranosaurios más prepotentes del Poder Judicial, y que, definitivamente, contribuía a la ralentización vergonzosa de los procesos, siempre, claro está, en perjuicio de los más humildes. Porque si hablamos de los poderosos, la agilidad primaba en los tribunales.

Con 30 votos a favor, la Cámara de Senadores destituyó al ministro de la Corte Sindulfo Blanco en un juicio político que le ocasionó una salida bochornosa del cargo, apenas un mes antes de su jubilación. Y eso que hizo de todo para dilatar los procesos y lograr así jubilarse con la dignidad intacta. Incluso había algunos senadores que por lo bajo murmuraban que era mejor “dejarlo que se jubile”, pero, el deseo de aprobación popular pudo más, y prefirieron no ir en contra de las ansias de justicia de la gente. Ya una vez el pueblo les demostró de qué es capaz cuando se harta, así que, por si acaso, prefirieron no tomar el riesgo. Blanco fue destituido principalmente por prevaricato, mal desempeño de funciones, pérdida de honorabilidad, entre otras acusaciones.

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De no creer fue lo que intentó Sildulfo Blanco en los últimos días de noviembre. Cuando ya todos lo teníamos por caído, presentó una acción de inconstitucionalidad contra la resolución del Senado que lo destituyó del cargo de ministro.

También pidió suspender su audiencia de imposición de medidas, fijada para el 14 de diciembre. La Fiscalía, sin perder mucho tiempo, le dijo que no, rechazando el incidente sin más. Ante todo esto, quién imaginaría que solo unos días antes del juicio político un prepotente Sindulfo Blanco iba a hablar alterado ante los medios de comunicación, sosteniendo que no renunciaría y que demandaría a todos los que cometiesen injusticias en su contra.

El ring de la Justicia paraguaya tiene aún mucho por resolver. La Corte sigue siendo la instancia más morosa del sistema judicial, y tenemos una de las justicias más incompasivas de la región, cuando se trata del humilde. Eso ya quedó demostrado con los casos que son resueltos luego de varios años, incluso décadas.

La máxima instancia judicial sigue estando en deuda con la ciudadanía por los hechos mencionados. Y para tratar de compensar en algo esa enorme deuda, acaban de entrar al ring nuevos oponentes, los siguientes en aceptar el desafío de darle por fin un nocaut a la corrupción, acercando así la verdadera justicia a quienes más lo necesitan.

A principios de octubre, el presidente de la República firmó el acuerdo Constitucional que oficializó a Manuel Ramírez Candia y Eugenio Jiménez Rolón, como flamantes ministros de la Corte Suprema de Justicia. Ante tanta dignidad lastimada del pueblo, ya no podemos darles nuestra ciega credibilidad, pero, el pueblo espera cauto a ver cómo les va.

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Ramírez Candia fue elegido para ocupar la vacante de Alicia Pucheta de Correa, mientras que Jiménez Rolón integró la máxima instancia judicial en lugar de Miguel Óscar Bajac.

Ambos parecen muy conscientes del hartazgo del pueblo, pues llegaron con firmes compromisos de renovación, y de dar una nueva imagen al Poder Judicial, que genere confianza al ciudadano.

Los dos coincidieron en que entre su principales objetivos se encuentra la transparencia y mejorar el sistema de control, para que cada funcionario de los estrados judiciales cumpla con su trabajo.

Claro, aunque todos estos fueron pasos significativos, todavía estamos lejos de la verdadera renovación de la Justicia que prometió Mario Abdo Benítez, quien había hablado de una barrida general de los viejos vicios, e incluso había instado desde el vamos a los ministros de la Corte a renunciar a sus cargos.

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Son tiempos delicados para nuestro desgastado suelo guaraní. Nuevos contricantes acaban de entrar al ring, con discursos que auguran ímpetus de cambio. Pero deberán comprender que, ante tanta mentira, ya no podremos creer en palabras elegantes, sino en acciones contundentes y sistemáticas que limpien de una vez la podredumbre de corrupción que tanto daño ha traído al sistema judicial.

Nuevos ministros: ya no podemos darles crédito, ni siquiera nos queda fe para darles el beneficio de la duda, sino un simple adelante, y una cauta espera porque no nos decepcionen.

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