Cuando la comida no es suficiente

El modelo asistencialista que se aplica en el país sigue generando sociedades compuestas por personas a las que les gusta “vivir de arriba”. Una iniciativa interinstitucional rompe con este esquema, brindando un servicio integral a los damnificados.

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Tan solo hace algunas semanas, en las zonas ribereñas de Asunción se vivían momentos críticos a raíz de la crecida del río Paraguay. Familias enteras quedaron sin sus pertenencias y se vieron obligadas a salir de sus casas, buscando un lugar seco para refugiarse de las bajas temperaturas y de las alimañas que traían consigo las aguas.

El éxodo de las familias desde los bañados hacia tierra firme motivó al aparato estatal a movilizarse y a brindar la asistencia requerida para la ocasión.

La Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) aprovechó la existencia del refugio R.I. 14, cuyo acceso está ubicado al final de la calle Colón, en el Bañado Sur, para albergar a las familias que fueron afectadas por las crecidas. Al inicio, la situación era difícil ya que los damnificados llegaron en gran cantidad, pero, posteriormente, los trabajos fueron realizándose en forma coordinada, gracias a la colaboración de los beneficiarios.

En esta ocasión, la asistencia no solo se materializó en víveres y chapas, sino que fue más allá: organizaciones no gubernamentales como la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA), el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y la Unicef ofrecieron charlas educativas e instructivas a los damnificados, de manera a mejorar su calidad de vida a través del apoyo psicosocial.

A la vez, funcionarios del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) brindaron clases y empleados del Ministerio de Salud ofrecieron asistencia médica. Todas las actividades se realizaron con la supervisión de la SEN y de la Municipalidad de Asunción.

El director general de Prevención de Emergencia Nacional, Merardo Salas, relató a ABC Color que la idea surgió gracias a una iniciativa de hacer trabajos distintos a los que se realizan en los demás campamentos de la entidad.

Aparte de las charlas a los jóvenes y mayores, hay juegos recreativos para niños. Una vez que las familias se sienten aptas para volver a sus lugares de origen, comunican su decisión y se retiran.

Sí, hay inconvenientes. Salas relató que hubo días en que se contó con la presencia de autoridades policiales para conversar sobre hechos que sucedieron pero que pudieron ser subsanados.

“A mí me llamó la atención que la gente participe de las reuniones. Al comienzo son un poco reticentes en participar. Hay un buen número de madres que están escuchando las charlas. Los niños juegan, participan… La gente tiene interés”, relató.

Las charlas de apoyo psicosocial para los mayores son de planificación familiar y violencia doméstica, entre otros temas, mientras que para los chicos hay juegos didácticos y clases de seguridad vial, por destacar algunos.

ADRA es una organización creada en una iglesia protestante, y la Constitución Nacional expresa que el Estado debe ser laico, o sea, no poseer inclinación religiosa alguna. Sobre este punto, Salas explicó que no hay inconveniente respecto a eso, ya que la ONG no mezcla el dogma con la asistencia psicosocial.

El refugio recibe a 175 familias afectadas por la crecida del río Paraguay. La experiencia de la asistencia integral es toda una novedad en nuestro país y, toda vez que dé frutos, podría extenderse a otras zonas de la República.

Uno de los tantos proverbios chinos dice: “Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día; enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida”. El modelo asistencialista ya es cosa del pasado y la innovación, más que necesaria.

Ojalá, en unos años más, la sociedad paraguaya pueda crear una generación autosustentable, gracias a las herramientas disponibles en cualquier rincón del país.

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