Ejemplar condena para el asesino de la cabina

Una huella dactilar, que el asesino dejó en la cinta de embalaje con que amarró a su víctima, fue la clave principal para que la Fiscalía llegase al hombre quien mató a una joven en un cabina telefónica en el 2010 y hoy fue condenado a 28 años de cárcel.

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Esta es la historia criminal de Iván Antonio Ferreira Mareco, quien en noviembre de 2010 ingresó a una cabina telefónica ubicada en Loma Pyta, simulando ser un cliente más, sin embargo su intención era otra.

Katia Susana Ybarra Lungkiz, de 21 años, acaba de terminar sus estudios secundarios y como toda joven comenzaba a buscar su primer empleo, para poder juntar dinero y emprender una carrera universitaria y tratar de afrontar el futuro. Sin embargo, en la tarde del 28 de noviembre todo cambiaría.

Era las 10:00 del día 29 de noviembre y la dueña del local comercial donde trabajaba Katia, Romina Núñez, fue hasta el lugar que estaba cerrado con llave, previamente ya se supo que la joven no regresó a su casa a dormir, lo que llamó la atención de los padres de Katia.

Se forzó la puerta y el lugar estaba vacío a simple vista, sin embargo una escena macabra estaba montada detrás del mostrador de madera: la joven empleada estaba boca abajo inerte, con una cinta de embalaje que le cubría el rostro.

Se llamó a la Policía y a la Fiscalía, se inspeccionó el cuerpo que ya presentaba una rigidez cadavérica de más de 12 horas, que según el informe forense, también apuntaba a que Katia murió asfixiada.

En el lugar faltaban algunos aparatos celulares y unos dos millones de guaraníes, el homicida mató a la empleada, robó dinero y celulares, luego llaveó el local y se fue. Nada llamó la atención ya que todo esto ocurrió casi a la hora en que cerraban la cabina telefónica.

Pero el crimen perfecto no existe. Eso quedó demostrado tras un análisis de la escena del asesinato. Se levantaron varias evidencias por el grupo forense de la fiscalía, pero la prueba madre estaba en la cinta que el homicida adhirió a la boca de su víctima, tal vez para que no grite mientras robaba y luego la mató.

Esa cinta de embalaje tenía una huella dictilar del hombre que redujo a Katia. Esa huella analizada y cotejada con la base de datos de la Policía, llevó a los investigadores a detener a Iván Antonio Ferreira, quien terminó siendo el asesino de la cabina.

Una vez conocida la identidad del sospechoso, varios vecinos del lugar donde se cometió el crimen, reconocieron a Ferreira como una de las personas que estuvo esa fatídica tarde dando vueltas por la zona.

Cuatro años de largo proceso judicial, donde la fiscala Estela Cardozo tuvo que ir recolectando y tejiendo la telaraña de pruebas para su acusación final, terminaron en la tarde del miércoles 4 de junio con una sentencia condenatoria.

El Tribunal de Sentencia de Fernando de la Mora integrado por la jueza Leticia Frachi y los jueces Javier Sapena Bibolini y Rolando Duarte Martínez, resolvió condenar a Iván Ferreira a la pena de 28 años de cárcel por la muerte de Katia Ybarra.

Muchas veces la labor policial y fiscal son muy criticadas por su falta de profesionalismo, pero en este caso en particular se hizo un trabajo perfecto.

Se buscó y se encontró al homicida, quien fue llevado a la justicia y se demostró que su intención fue entrar a robar y matar a la joven que atendía sola la cabina telefónica.

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