En busca de cambios perdurables

Responsables de la Dirección de Salud Penitenciaria respaldaron los avances del programa piloto de reducción de riesgos en personas privadas de su libertad. Ahora la apuesta consiste en lograr cambios perdurables entre los participantes.

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Hace un año atrás, habría sido inimaginable la posibilidad de que el sector más vulnerable dentro de la población carcelaria creara su propio medio de expresión, ni qué decir la idea de potenciar las habilidades artísticas de los habitantes del pasillo.

Hoy esa idea se materializó en un grito proveniente de “Desde Adentro” y transmite el sentir de los frecuentes receptores de los dedos acusadores, de las miradas inquisidoras, de las continuas recriminaciones, pero que no implica una renuncia al deseo de libertad.

El medio, enteramente producido por pasilleros con apoyo de la organización Enfoque Territorial, tiene su origen en un programa piloto de reducción de riesgos en poblaciones vulnerables y ampliación de la vida, que introdujo un cambio en la forma de tratar el flagelo de la droga dentro del penal, con la promoción de alternativas de distracción y esparcimiento para una disminución paulatina del consumo.

Los responsables de la iniciativa manifestaron que el programa llegó a los pasilleros con el propósito de no dar la espalda al problema de la droga, sino para enfrentarlo sin tapujos y sobretodo propone un método humanista al no criminalizar al adicto, que de por sí ya debe sobrellevar la carga de los errores que los llevaron a una situación de encierro.

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A poco más de un año del inicio del programa piloto de reducción de riesgos y ampliación de la vida, ABC Color recogió las impresiones causadas en profesionales que tienen la compleja misión de gestionar la Salud Penitenciaria.   

Aunque no hablan aún de una evaluación final debido a que el programa continúa, los profesionales que trabajan en la reinserción a la sociedad de personas privadas de su libertad manifestaron observar avances significativos, con el valor agregado de que los involucrados provienen del sector más vulnerable dentro de un recinto penitenciario y con historias de vida muy heterogéneas.

“Vemos como un programa que está avanzando y logrando frutos positivos en cuanto al aspecto cualitativo, mediante el análisis de experiencias vividas, percepciones de mejoría, proyectos de vidas establecidas y compartidas por los integrantes”, detalló la doctora Claudia Piñánez.

Los médicos reafirmaron su respaldo a este tipo de iniciativas en general y a “psicopass” en particular porque aborda la complejidad de la vida tras las rejas en los más desfavorecidos en todo el sistema penitenciario, ya sea por los demás internos o por ellos mismos “al no poder adaptarse a las normativas impuestas dentro del mismo esquema o contexto”.

Una vez que el interno se siente parte de un proceso que le genera cambios positivos, se harán extensivos hacia otros reclusos, como de hecho ya está ocurriendo con el aumento significativo de participantes del programa. Los cambios en las PPL (personas privadas de libertad) que participan en diferentes programas de manera voluntaria presentan cambios significativos ya que el deseo de mejora es anhelado por la mayoría de las personas incluso en los denominados pasilleros.

“Lo clave y fundamental es que estos cambios perduren en el tiempo, que sean permanentes, que rompan con todos los obstáculos que se puedan presentar en la vida, por eso el desafío de establecer estrategias y herramientas propias (metacognición) y de autorregulación en los manejos y control de los impulsos, habilidades sociales y personales son claves en el desarrollo de los mismos dentro y fuera de la cárcel en donde los mismos se encuentran solos sin el apoyo de los sistemas sociales”, coincidieron los profesionales.

En este proceso de rehabilitación resulta fundamental toda actividad ya sea en el área área educativa, laboral, social, deportiva, de entretenimiento, artístico incluso de técnicas de manejo del ocio, pero a la vez los médicos deben lidiar con factores limitantes, como la falta de espacio físico, producto del hacinamiento mayormente en Tacumbú.

En ese ámbito destacaron la colaboración con otras instituciones que fomentan espacios de desarrollo personal, señaló la coordinadora médica -Claudia Piñánez-, quien también respondió a las siguientes consultas.

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¿Cuáles son los principales desafíos de trabajar en entornos sensibles?

Lo dificultoso no se encuentra tanto en lo relacionado al entorno propiamente dicho o sea a la población en sí con la que se trabaja, lo más dificultoso es la mirada o las actitudes que posee la sociedad con respecto a las PPL, las mismas se encuentran en el sistema penitenciario ya de por sí por razón de que diferentes estamentos del Estado fallaron en sus funciones y otras que siguen fallando provocando el hacinamiento en las penitenciarías considerando a los mismos como un depósito de personas.

La falta de oportunidades, la falta de educación, alimentación, pobreza, falta de prevención primaria y secundaria en adicciones, falta de combate a las drogas y otras variables hacen que el logro de los objetivos de rehabilitación sean positivos. Las diferentes PPL y sobre todo los pasilleros tienen acumulados en su vida una inmensa cantidad de experiencias negativas, las cuales la mayoría tuvo intentos de búsqueda de soluciones pero los obstáculos siguen sumándose y los mismos pasan por procesos de vida en donde aprenden a no encontrar soluciones (incapacidad aprendida, indefensión aprendida) reeducar en esto es una tarea compleja.

¿Coincide con los coordinadores del proyecto psicopass; de que es necesario modificar el abordaje de este problema en las cárceles? ¿Qué recomendaría en base a su experiencia?

La búsqueda permanente en soluciones a la problemática drogas siempre es bien recibida y las mismas deben ser modificadas según el contexto y en base a los resultados de las investigaciones. Justamente esta es una investigación realizada para que los resultados finales de los mismos justifiquen y fundamenten adecuadamente la modificación e implementación de dicho abordaje.

En primer lugar se dio inicio a la investigación con un enfoque de intervención en el modelo propiamente dicho de manera práctica y real que nos dará resultados a ser analizados. Otro paso a realizar es la capacitación al cuerpo de profesionales de la dirección de Salud Penitenciaria en dicho enfoque para que el mismo pueda ser implementado adecuadamente.

¿Cuáles son las posibilidades de extender el programa hacia otros centros penitenciarios?

Lo bueno debe ser replicado, pero para ello los Recursos Humanos deben ser capacitados para que cualquier implementación en un modelo terapéutico, enfoque, proyecto, programa pueda ser exitoso dicha capacitación es fundamental

¿De qué manera se trabaja en lo referente a la salud emocional, especialmente de aquellos que no cuentan con el acompañamiento familiar?

El apoyo y acompañamiento de la familia es fundamental en un proceso de rehabilitación, en caso de no contar se establecen conexiones con la comunidad o personas que ejerzan un liderazgo positivo el cual pueda guiar socialmente y afectivamente el proceso.

¿Cómo afecta la parte estructural para la atención en salud penitenciaria? ¿Se percibe algún esfuerzo para mejorar las condiciones edilicias en las cárceles en ese sentido?

El Ministerio de Justicia es consciente de la problemática estructural y para ello posee proyectos presentados para paliar dicha variable. Como se había mencionado más arriba. la Dirección de Salud Penitenciaria fomenta la salud integral a las personas privadas de su libertad, a través de una intervención con perspectiva biopsicosocial, implementando medidas de prevención y promoción.

Actualmente en cada establecimiento penitenciario (EP) se aplica el Plan de Salud Integral y Rehabilitación Social a través de un equipo multidisciplinario que reúne a médicos, psiquiatras, odontólogos, psicólogos, trabajadores sociales, enfermeros, bioquímicos, nutricionistas y especialistas en adicciones, que trabajan de manera coordinada e integrada.

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En el año 2017 se nombraron treinta profesionales de blanco, a través de concursos de oposición totalizando 218 trabajadores de la salud para el sistema penitenciario. Desde el 2016 se han recuperado espacios para las Unidades de Salud Penitenciaria como la de Encarnación, Coronel Oviedo, la construcción del Centro Penitenciario para mujeres “Serafina Dávalos” y la “Casa del Buen Pastor”, que cuenta con un consultorio ginecológico totalmente equipado, y una especialista para el efecto.

Además se encuentra en etapa final las mejoras en la Penitenciaria de San Pedro. Y está en proyecto la construcción de las Penitenciarias de máxima seguridad en Emboscada, y el Hospital Penitenciario, así en un futuro se cerrarían las Penitenciarias de Tacumbú y Buen Pastor.

En Tacumbú existen actualmente más de 3.300 presos, de estos cerca de 1.650 viven en condiciones de hacinamiento, es decir el 50%. De esta cifra, cerca de un 20%, soportan encierro por delitos o crímenes derivados de la adicción.

La dirección de Salud Penitenciaria está dirigida por el doctor Felipe Osvaldo Benítez a la cabeza y está acompañado de un equipo compuesto por la coordinadora médica: Dra. María Claudia Piñánez, Equipo de salud mental: Dr. Cristhian Hermida, Lic. Alejandro Penoni y Lic. Lilia Palacios, Trabajadora social: Lic. Shirley Talavera,

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