La impunidad reina sobre la libertad de expresión

El asesinato es la forma más brutal de coartar la libertad de expresión. Por el Día del Periodista, realizamos un recuento de los casos más emblemáticos, la mayoría de los cuales permanecen impunes.

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El joven periodista Salvador Medina Velázquez denunciaba a la mafia del tráfico de madera que operaba impunemente con lo que quedaba de los bosques desde una radio comunitaria llamada Ñemita FM, ubicada en Capiibary, departamento de San Pedro.

El 5 de enero del 2001 circulaba en una motocicleta con su hermano cuando fueron interceptados por un hombre enmascarado que disparó contra el trabajador de la prensa, matándolo al instante.

Medina Velázquez era conocido como “un humilde periodista comunista, no en el sentido partidario, sino porque amaba profundamente a la gente”, según un reporte de Jorge David Figueredo publicado en ABC Color el 4 de enero del 2011.

Además, el periodista asesinado “soñaba con un Paraguay igualitario donde todos puedan acceder a lo necesario y acabe la riqueza de unos pocos en detrimento de la miseria de las mayorías”, detalla el reporte.

El autor material, Milciades Maylin, fue condenado a 25 años de pena privativa de libertad; sin embargo, los autores intelectuales jamás fueron ni siquiera procesados, ya que estaban ligados al poder político y económico dominante, explicó Vicente Páez, secretario general del Sindicato de Periodistas del Paraguay.

El locutor radial Calixto Mendoza conducía un programa denominado “Mateando feliz” a través de la radio Yby Yaú de Arroyito, Concepción, localidad que apodaba como “mafia raity” (zona mafiosa, en guaraní). En su programa brindaba espacios a dirigentes de organizaciones sociales y campesinas y demostraba una mentalidad crítica sobre la realidad del país.

El cuerpo del periodista fue hallado al costado de un camino de la zona de Arroyo de Oro, compañía del distrito de Yby Yaú, en horas de la madrugada del 2 de marzo de 1997, comentó a ABC Color su hermano Mariano Mendoza en una nota publicada el 31 de marzo del 2006.

Hasta la fecha, la Policía Nacional no detuvo a quienes podrían ser los autores del hecho. Para las autoridades, su asesinato quedó en el olvido luego de que se perdieran sus archivos, según guardias de la Jefatura de la Policía Nacional de Concepción.

El locutor Samuel Román, brasileño hijo de paraguayos, conducía un programa radial denominado “La voz del pueblo” en la radio comunitaria Conquista FM en Capitán Bado, departamento de Amambay. En su programa cuestionaba duramente las actividades de los políticos de la zona, especialmente en la ciudad brasileña de Coronel Sapucaia, separada apenas por una avenida de la ciudad de Capitán Bado. Además, daba espacios a la ciudadanía local para expresar sus opiniones.

El 20 de abril del 2004, tres brasileños asesinaron al locutor a tiros en Cnel. Sapucaia. La Policía brasileña detuvo a los hombres, pero no lograron capturar a Eurico Mariano, entonces intendente de Coronel Sapucaia, considerado sospechoso de haber ordenado el asesinato.

El periodista Alberto “Tito” Palma, reportero de la radio local Mayor Otaño y corresponsal de Radio Chaco Boreal en Asunción, denunciaba el crimen organizado, el contrabando de combustibles y la corrupción en el gobierno local del departamento de Itapúa. Palma, de ciudadanía chilena, también había informado recientemente sobre la existencia de radios ilegales en Mayor Otaño, ciudad fronteriza con Argentina.

Durante años, Palma había recibido amenazas de muerte, por lo que había anunciado que retornaría a Chile. Sin embargo, el 22 de agosto el locutor se encontraba cenando con su pareja cuando dos hombres vestidos con traje militar camuflado (conocido como parapara’i) lo asesinaron a tiros.

Dos hermanos fueron imputados como presuntos responsables materiales del asesinato. Un expolicía, Agustín Alfonso Verón (22), también está procesado en el caso y actualmente se encuentra prófugo de la justicia. Los autores intelectuales, sin embargo, no fueron identificados por la Justicia y permanecen impunes.

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