Historia de una guerrera

Misael Colmán tiene 22 años, le encanta el periodismo y tiene tantas ganas de vivir como cualquier otro joven. La diferencia es que, mientras otros se quejan por dilemas diarios, ella enfrenta una verdadera lucha: la batalla por mantenerse con vida.

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A sus 10 años, Misael fue diagnosticada con Linfoma de Hodgkin, un tipo de cáncer que afecta el tejido linfático. Tras pasar gran parte de su infancia en el hospital, entre quimioterapias y otros tratamientos, el médico le comunicó a sus padres que el cáncer había retrocedido.

Misael había logrado ganarle la pelea a la enfermedad, y, aunque le advirtieron que existía la posibilidad de que el cáncer volviera en algún momento, puso todo su empeño y energía en retomar su vida.

Como siempre le gustó la comunicación, asistió al curso de periodismo joven y fue una adolescente muy feliz, hasta que, hace poco más de un año, le tocó enfrentar un duro momento: el fallecimiento de su madre a consecuencia de un cáncer de útero.

En medio del dolor de la pérdida, descubrió que la enfermedad que ya creía superada no se había ido del todo. “Siempre estuvo acechándome”, dice la joven en una carta abierta que escribió.

Los médicos le detectaron una recaída al cáncer, e inmediatamente iniciaron un tratamiento que, desafortunadamente, no tuvo el éxito esperado.

Los malestares físicos e intensos dolores se fueron agravando, y los estudios eran cada vez menos favorables, por lo que, junto a su padre y su abuela, tomaron la decisión de trasladarla a Argentina, con la esperanza de obtener un mejor tratamiento.

Si bien encontró amabilidad y calidez por parte de compatriotas, cuenta que algunos médicos argentinos del Hospital de Clínicas de Buenos Aires llegaron a maltratarla. Ante la falta de respuesta en el extranjero, decidió retornar a territorio guaraní, con la esperanza de que la suerte la acompañe esta vez, y encuentren una cura a su mal.

Los médicos compatriotas reformularon su caso y en un intento por vencer al cáncer, plantearon un esquema de quimioterapias, que nuevamente no tuvo éxito.

Es duro decirlo, pero la enfermedad avanza y no le da tregua a Misael, que pese a todo no pierde la sonrisa ni la esperanza.

Las secuelas de la quimioterapia también la afectan bastante internamente, y a raíz de la falta de defensas, hace poco más de un mes su cuadro se complicó con una neumonía, que la llevó a ser internada en el Instituto Nacional del Cáncer, de Areguá. En este centro asistencial se encuentra actualmente recibiendo tratamiento.

Debido a la falta de resultados en su tratamiento, una doctora, cuyo nombre prefiere mantener en el anonimato, le recomendó como única solución una droga llamada brentuximab, que en este país no se comercializa por no estar registrada por la Dirección de Vigilancia de la Salud, según nos explicó el doctor Julio Rolón, director del Instituto del Cáncer.

El profesional explicó que la no existencia del medicamento en Paraguay nada tiene que ver con que la droga sea experimental sino simplemente que ninguna empresa ha iniciado la importación. "El brentuximab es un medicamento que se usa libremente en países como Argentina, para casos de linfomas que no responden al tratamiento convencional. Es una alternativa, pero en Paraguay no lo traen, porque es un medicamento costoso. Además, las empresas se basan en la frecuencia de utilización de los medicamentos, y no es rentable para la empresa traer una medicación que se utiliza con pocos pacientes", explicó.

Misael solicita al presidente de la República, Horacio Cartes, que le permita importar tal medicamento, de manera a que su doctora pueda administrárselo.

Con respecto al hecho de que el medicamento sea experimental, Misael dice que a estas alturas ya no le teme a nada. “Desde mi infancia he probado todo tipo de medicamentos naturales y brebajes, desde jugo de distintas raíces hasta jarabes de sapo, no tengo miedo a experimentar algo más”, declaró la joven.

Misael asegura que, si tuviera las condiciones económicas, iría al extranjero a adquirir la medicina, pero lamentablemente no puede hacerlo. “Estoy contra el reloj y necesito de esa medicación”, nos dijo.

Otra gran necesidad que tiene Misael en estos momentos, para avanzar en el camino de su recuperación, es la construcción de una habitación con comodidades mínimas, pues su cuadro requiere que esté completamente aislada de virus y gérmenes.

“Recurro a la ciudadanía que me quiera donar lo que fuere, desde un ladrillo o una teja, lo que sea para poder construir la habitación en la casa de mi abuela”, manifestó la joven, quien se despidió agradeciendo a quienes ya le están mostrando su solidaridad desde ahora.

Si desea colaborar de cualquier manera con Misael, puede comunicarse al teléfono (0981) 261-999, con su abuela, Virginia Colmán. La familia posee además una cuenta en Interfisa Banco, cuya número es el 4.333.284, para quienes deseen aportar su granito de arena.

 

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