Rescatando una memoria invisible

Una iniciativa busca reconstruir la memoria de la comunidad trans en el Paraguay. La investigación bajo una metodología colaborativa pretende dar visibilidad a una parte de la población excluida de toda forma de reconocimiento a sus derechos.

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Cada sábado un grupo de personas bajo la coordinación de El Surtidor, se reúne con el propósito de dar forma a un proyecto de creación colectiva para documentar la historia de vida y lucha de las personas trans en el Paraguay. Se trata de una lucha en la que prevalece el “cuesta arriba” ante escenarios siempre desfavorables, por el solo hecho de ejercer su personalidad sin alinearse a los “cánones sociales”.

Los escenarios desfavorables muchas veces son ayudados por los preconceptos, con los cuales se alimenta la discriminación, la violencia y lo que es más grave aún, la impunidad con la que se cometen todo tipo de atropellos.

De acuerdo a las entrevistas, esta violencia persiste e incluso supera al periodo stronista en algunos casos, sin que el Estado les otorgue una respuesta efectiva, tanto en cuestiones mínimas como el derecho a la identidad, como en los casos más graves, las decenas de muertes no esclarecidas desde el ‘89 hasta ahora.

A partir de estas realidades, el equipo de comunicadores ideó una manera de dejar registro a través de un taller de podcast, que a su vez trae consigo un doble propósito: aprender de esta técnica de comunicación uniendo teoría con práctica (producción, edición de audios), como también el abordaje a la problemática de la comunidad trans, donde se anteponga el respeto por sobre el morbo que predomina al momento de tratar informaciones al respecto.

En total están previstas tres pistas de audio, una sobre la historia de Yren Rotela, la activista que tras un largo peregrinar logró que el Estado le reconozca el nombre con el que ella se siente identificada y como halló en el activismo el camino para hacer frente a las injusticias hacia la comunidad trans.

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La segunda recogerá testimonios de personas trans de diversas edades, con una dinámica colaborativa y con el fin de conocer la mirada a través de las diferentes generaciones y en especial aquellas que sobrellevaron la dictadura estronista.

La tercera habla de las múltiples trabas impuestas desde los propios organismos del Estado, cuando se reclama el derecho a la identidad y el libre ejercicio de la personalidad. El trabajo incluye incluirá comics, video y fotoreportaje.

La elección de los podcast como vía para transmitir información, se ajusta a la tradición oral paraguaya de contar historias y resulta más ventajosa por su alcance y la facilidad para la distribución, mayormente a través de audios de WhatApp, explicó Alejandro Valdez, uno de los responsables de El Surtidor.

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En el proceso creativo, los responsables reforzaron con datos y testimonios que la violencia se ha normalizado con la comunidad trans a lo largo de los años y que la sociedad por medio de sus actores tiende a invisibilizar esta realidad.

“La violencia arranca desde el Estado propio cuando no les reconoce sus nombres sociales, cualquier persona se le reconoce un cambio de nombre debidamente justificado, a las mujeres trans que hacen todo el proceso legal y hasta obtienen la autorización del juzgado, pero la fiscalía apela, para que no tengan el documento legal con el nombre con el cual se sienten identificadas y las somete a una angustia y a un estado de permanente negación a sí misma”, expresa parte de la documentación recogida.

La violencia se hace despiadada en las calles, a través del hostigamiento policial, tratos crueles la exposición a la violencia, al homicidio y cuya muestra más cruda está publicada en el informe de la organización Panambí, que documenta al menos 60 muertes, ninguna de ellas investigadas ni por la Policía ni por la Fiscalía y por lo tanto son muertes impunes.

Otra muestra de violencia, contada por las propias protagonistas está relacionada a la del tipo mediático, es decir, la asociación permanente entre el colectivo trans y la criminalidad, sin contar con los elementos como para sostener dicha hipótesis.

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A la violencia se suma el rechazo en distintos ámbitos,  que comienza incluso desde el propio núcleo familiar y que se acentúa en las comunidades del interior del país, que expulsa a sus miembros por discriminación sexual.

Este permanente y sostenido cierre de puertas, obliga a un 98% de las personas trans a obtener ingresos por medio de trabajos callejeros, donde se exponen a muchas situaciones, mientras que el 2% sobrevive en base a trabajos en el área estética.

Aún aquellas personas que logran ajustarse al standar de realización profesional, es decir, culminar al menos las tres etapas de estudios, la situación no supone ventajas, puesto a que el mercado laboral formal directamente no las tiene en cuenta por el solo hecho de ser trans, según varias entrevistadas. 

El material a ser difundido el próximo 21 de agosto, pretende ayudar al reconocimiento del colectivo trans, como sujetos de derechos y contribuir a la construcción de una sociedad más tolerante en la diversidad "que al final de cuenta es lo único que piden".

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