Sin riendas ni fronteras

Hace ocho años partió a Buenos Aires, donde proyecta una carrera en la actuación. Esta vez, la actriz paraguaya Shirley Giménez regresó al país para el estreno de “Lectura según Justino”, la ópera prima de Arnaldo André.

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Con 20 años decidió partir a Buenos Aires para formarse en su carrera como actriz. Ya contaba en su haber con experiencias actorales, como su participación en “La herencia de Caín”, el unitario de Agustín Núñez.

Sus estudios no solo incluyeron arte dramático en distintos institutos y con varios formadores; también culminó la carrera de dirección teatral en la Fundación Julio Bocca.

Años más tarde, fue seleccionada por Arnaldo André para integrar el elenco de su primera película como director, “Lectura según Justino”. Por eso, ya convertida en madre, regresó al Paraguay para el estreno del filme.

Shirley Giménez interpreta en la película a una peluquera y esposa del peluquero argentino del barrio, Don Cacho –interpretado por Edgardo Moreira–. Una pareja con muchos años de diferencia: ella, una mujer sencilla y común, lo acompaña en los movimientos políticos del peronismo, lo cual le hace codearse con ciudadanos de la alta sociedad de San Bernardino.

-¿Cómo se dio tu participación en “Lectura según Justino”?

-Tuve el gran privilegio de tenerlo a Arnaldo André de público en una obra de teatro independiente donde formaba parte del elenco de actores y de la producción. La obra le encantó, y me felicitó por mi trabajo. Así pasaron un par de semanas y me contactó para invitarme a participar de su película. ¡Me acuerdo que justo estaba en clase! (Risas). Fue una emoción gigante.

-¿Cómo fue el proceso de ser dirigida por Arnaldo André?

-Realmente tenía muchas expectativas. Lo vi actuar en teatro, pero no tenía referencias como director. Las expectativas se cumplieron… fue un placer. La seguridad que tenía a la hora de explicar cada personaje y el tiempo, como lo manejaba, era buenísimo. También el manejo de él con todos fue excelente; se notaba que disfrutaba de cada momento, y así se vivió. Un clima fantástico; tanto así que –después de un largo día– ¡el equipo técnico tenía ganas de jugar al futbol!

-¿Cómo observás esta etapa de auge del cine paraguayo?

-Estoy orgullosa que sea así; es un momento clave, donde todos los artistas tenemos que aprovechar este momento y sacar a flote todas las ideas y empezar a concretarlas, unirnos, que no existan las fronteras. Ya es hora de salir de la cueva y contar sobre nuestro Paraguay. ¡Ya estuvimos callados mucho tiempo!

-¿Qué podés comentarnos de tu carrera y del camino que te llevó a Buenos Aires?

-Yo empecé muy chica, a los 15 años, con mi hermana Deisi. Primero en la danza, y luego descubrí el teatro, el cine, la tevé. Terminé mis estudios de teatro y siempre tuve ganas de viajar… Buenos Aires siempre me llamó la atención: estudiar y ser una gran artista era mi objetivo y sigue siendo. No quería ser famosa, quería que la gente conozca mi trabajo, y obviamente es el camino más largo y difícil. Yo sigo estando en el camino y disfruto que sea así. ¡Espero recién llegar cuando cumpla 90 años! (Risas).

-Te formaste en la escuela de Julio Bocca, ¿cómo viviste esa experiencia?

-Fueron dos años intensos, donde teníamos de todo tipo de materias. Fue bastante completo. Yo decidí especializarme en la dirección teatral.

-En tu recorrido actoral, también participaste de “La herencia de Caín”, junto a Agustín Núñez. ¿Qué recuerdos tenés de esa etapa?

-Fueron momentos únicos. Trabajar con Agustín siempre es un placer: por su profesionalismo, todo el trabajo lo hicimos. Llegué dos días antes de grabar, y él se encargo de hacerme sentir muy bien. Fue un trabajo muy bien logrado, con actores muy talentosos.

-Si pudieras elegir, ¿qué tipo de proyectos te gustaría encarar como actriz?

-Cine y más cine. ¡Me encanta! También estoy con ganas de hacer comedia o comedia musical. Tengo pendiente hacer telenovelas; no me cierro a nada. Quiero disfrutar de mi carrera en todos sus roles.

-¿Tu mirada sigue puesta en Buenos Aires, o hay planes de volver?

-Buenos Aires es el lugar que elijo para armar la base de mi profesión, pero no me gustaría solo quedarme allá. Soy una actriz sin riendas y sin fronteras. Siempre gusta regresar a mi país, armar proyectos… También me gustaría hacer algunos talleres de actuación y dirección; es una forma de devolver a mi país lo que aprendí afuera.

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