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Nadie podría imaginarse lo lejos que llegaría. La pequeña Tania Sapoznik tenía apenas 3 años cuando comenzó con la práctica deportiva. Lejos de buscar formar una deportista de élite, su mamá la llevó a la escuela de natación porque era muy alérgica y el doctor se lo había recomendado así.
Eso sí, Tania era una nena demasiada inquieta, por lo que realizar alguna actividad al aire libre era una oportunidad para liberar toda la energía que tenía guardada.
Pasaron los años y Tania fue conociendo otras disciplinas mientras estaba en la época de escuela. Formó parte de equipos de hándbol, vóley y participó en varios intercolegiales de atletismo en los que le iba bastante bien sin siquiera entrenar.
“Era como que el correr me salía de manera natural. Muchos me incentivaron a que practique triatlón, porque nadaba y corría bien”, relata en conversación con ABC Color. Su gran temor seguía siendo la bicicleta.
Mientras se preparaba para participar en unos Juegos Odesur, su entrenador Walter Eisenkolb le preguntó si no le gustaría competir en un triatlón que se realizaría en San Bernardino como parte de su entrenamiento físico.
Esa fue su primera experiencia en la disciplina que combina natación, ciclismo y corrida pedestre. Tania se divirtió mucho y quedó fascinada. Desde ese momento decidió optar por el triatlón.
La vida no se le hizo para nada fácil a la atleta de 21 años. El triatlón es un deporte que en nuestro país no cuenta con demasiada difusión y su federación está cargada de acusaciones de corrupción en el manejo de fondos proveídos por la Secretaría Nacional de Deportes (SND).
“Siempre digo que el deportista es una persona sacrificada, pero el paraguayo es todavía mucho más sacrificado por las distintas circunstancias que nos toca vivir. Las dificultades que vamos superando nos ayudan a ser más fuertes. El triatlón es un deporte hermoso, que va ganando cada vez más espacio tanto en el Paraguay como en el mundo”, afirma mientras descansa luego de un día de largo entrenamiento.
Como es una disciplina que exige mucha resistencia, los entrenamientos forman parte vital de su día a día.
Tania tiene dos o tres sesiones de entrenamiento por día. Entrena cada deporte de manera separada y en algunas ocasiones realiza las transiciones, lo que significa que combina las tres ramas.
“Es muy divertido porque, al ser tres actividades diferentes, tenemos muchas variaciones en los entrenamientos. ¡Me encanta hacer lo que hago!”, asegura.
Para poder estar en el nivel deseado, Tania realiza sus rutinas bajo el mando de un entrenador para cada disciplina. Darío y Guadalupe Samaniego le acompañan en ciclismo y parte física, Walter Eisenkolb en la natación y Javier Viveros en la carrera a pie.
“Estoy constantemente con asesoramientos de entrenadores extranjeros. La verdad que tengo un lindo equipo y estoy muy conforme con el trabajo que venimos realizando. Hay mucho por mejorar, pero paso a paso, día tras día y trabajando en equipo vamos corrigiendo los errores y aumentando todavía más las fortalezas”, agrega.
Pese al gran amor que le tiene al deporte, como consecuencia de las circunstancias de la vida Tania estuvo dos años lejos de competencias de alto nivel. Dejó incluso durante varios meses la actividad física. Decidió retomar el gimnasio, pero con la única intención de mantener la condición física.
Pero la vida tiene algunos giros extraños: en 2013, una amiga, Betty Villalba, le invitó a acompañarla a un Triatlón Half que se realizaría en Encarnación y en el que iba a competir. Tania fue básicamente como “aguatera y aporte logístico”, recuerda entre risas.
Sin embargo, el ver a otros competir hizo que surgiera nuevamente el deseo de volver a realizar lo que ella tanto amaba.
“En ese momento me di cuenta que no podía estar sentada viendo como otros hacían lo que yo tanto amo hacer y no poder ser parte de ello”, relata.
Apenas volvió a Asunción, decidió inscribirse para una competencia que se realizaría en Panamá. Era el Ironman 70.3.
Desde ese momento, retomó los entrenamientos intensivos desde octubre pasado con la mente puesta en Panamá. Su intención era más que nada divertirse, pasarla bien y representar a Paraguay de la mejor manera posible.
A lo largo de su carrera, le tocó en varias oportunidades tener que viajar sola y eso le ha dejado un sinfín de anécdotas. Pero en esta oportunidad, le tocó viajar con otros tres competidores: Matías Ramírez, Fernando Pérez y Alex Lindgren.
Además, tuvo la compañía de su hermano Santiago y su cuñada Ana.
Explicar lo que sintió al momento de comenzar la competencia se le hace imposible a Tania. Era una mezcla de sensaciones que le llegaron todas al mismo tiempo. Pero había una que sobresalía sobre todas las otras: la felicidad.
“Yo quería competir y divertirme. Volver a sentir esa adrenalina y esa pasión de hacer lo que uno ama es algo único”, afirma.
A lo largo de la competencia hubo momentos muy duros. No es para menos, pues hay que realizar un recorrido que incluye 1.9 kilómetros de natación, 90 de ciclismo y 21 de corrida pedestre.
Algunos parecían ser más difíciles que otros, pero Tania se divertía y no desfallecía.
“Cuando uno se divierte y disfruta haciendo lo que ama es cuando se ganan las grandes hazañas”, puntualiza.
Y Panamá significó eso para Tania. Ya desde los entrenamientos, sentía esas ganas y ese orgullo de volver a representar a su país. Según ella, la competencia le pareció pasar muy rápido. Y conste que todo el recorrido le llevó 5 horas, 6 minutos y 8 segundos.
Si la intención de Tania era representar de manera digna a Paraguay, vaya que lo hizo.
La compatriota quedó en tercer lugar en la categoría 18-24 años, solo por detrás de la venezolana Daniela Montiel y la estadounidense Shelley Harper.
Cuando se dieron a conocer los resultados y ya tenía colgada la medalla de bronce en el cuello, Tania pensó: “Ya está, misión cumplida”.
Sus compañeros de viaje coincidían en señalar que en ese momento parecía la mujer más feliz del universo. Y, según ella, de hecho lo era, afirma entre risas.
Se detuvo unos segundos y en su mente se amontonaron imágenes de su familia, de su equipo, de su país y de toda la gente que estuvo pendiente de ella para esta oportunidad. Lo primero que supo decir fue: "¡Gracias!".
Además de su ubicación en la clasificación general, Tania consiguió su pase para el mundial de Ironman 70.3. Así se sumó a su compañera y amiga Florencia Carrizosa, quien ya el año pasado se había convertido en la primera paraguaya en un lugar en la máxima cita de este deportes.
Así será que, en setiembre próximo, Paraguay estará por primera vez en la historia en un mundial de Ironman 70.30 y lo hará con dos representantes que prometen llevar el nombre de nuestro país bien en alto.
Sapoznik no tuvo mucho tiempo para descansar. Apenas fueron algunos días antes de volver a los entrenamientos pensando ya en la cita que tendrá dentro de algunos meses.
“Estamos más que contentos y entusiasmados. En el triatlón, la fuerza mental es demasiado importante, y yo ahora me siento muy fuerte mentalmente. Disfruto paso a paso lo que nos toca vivir, cada entrenamiento, cada etapa en la preparación”, apostilla.
Algo dentro suyo le dice que en Canadá le irá muy bien. Y como siempre, se propone grandes objetivos.