¿Adiós al stronismo?

Ya han pasado 23 años desde el golpe de Estado que derrocó la dictadura del Gral. Alfredo Stroessner, que durante 35 años logró “aplastar” al Paraguay. Sin embargo, hay legados que siguen adoleciendo al país.

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“La dictadura ya fue, ya no existe”, dirán muchos. Sin embargo, ciertos hábitos característicos de la dictadura persisten en el ámbito socio-político de este país, que, por 35 años, soportó un régimen totalitario de un militar que, ni más ni menos, era el mismísimo encargado de “repartir” favores, tierras, cargos en el poder y un sinfín de cosas más.

Ya son cosas del pasado la tortura, la represión, la censura de prensa, pero…  ¿Qué queda? En términos políticos, para la politóloga Milda Rivarola, el legado del Gral. Stroessner –el más persistente– es el clientelismo, y por otro lado, la corrupción. Ambos con una estrecha relación directa. El primero es cuando se vota a una persona, no porque al elector le parezca la más apta, sino porque recibirá “un favor” en términos económicos, y el segundo se relaciona con el clientelismo, por abuso de poder para “conseguir una ventaja ilegítima, generalmente secreta y privada”.

“Eso existía desde los años 50, pero se convirtió en sistemático bajo el stronismo, y tiene relación directa con la corrupción. Para pagar a sus adeptos se debían al Estado; esos son los lastres más pesados del stronismo”, aludía Rivarola acerca del clientelismo.

Este tipo de manejos sigue debilitando a la sociedad civil, que, como resultado, tiene a corporaciones empresariales débiles sin visión de país, con una “sociedad sin fuerza”.

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Para Milda Rivarola, luego del golpe de Estado en febrero de 1989, el Partido Colorado quedó y nunca tomó distancia de la dictadura, “y en estos momentos amenaza con volver rápidamente”, dijo ante la consulta de si en las próximas elecciones Cartes gana, los viejos hábitos volverán.

La politóloga refirió que Stroessner no dimensionó que pudo haber manejado su mandato con más corrupción -como le gustaba- pero con menos represión al Paraguay, “y eso es lo que se dio después con la transición democrática -indicó Rivarola-; no era necesario ser dictatorial para ganarte el apoyo de la élite”, agregando que el clientelismo le habría servido más que la dictadura.

Entonces, es un alivio vivir sin Stroessner y su dictadura, pero todavía es necesario rever algunos hábitos nocivos que afectan al país, pero todo será cuestión de tiempo, de voluntad política y de educación cívica.

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