Cuando termina el amor y se ocultan los bienes

Las filtraciones documentan que una firma panameña no practica las leyes de varios países y toma un rol importante cuando los millonarios alrededor del mundo deciden separarse.

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Christopher Williams había estado esperando 90 minutos dentro de la oficina de una compañía de tours de helicópteros en la isla hawaiana de Kauai, manteniéndose atento al estacionamiento del aeropuerto que veía debajo.

En sus manos tenía papeles legales listos para ser servidos a un billonario ruso envuelto en un divorcio de gran escala. Llevaba puesta una pequeña cámara de vídeo para grabar el momento.

Repentinamente, Williams vio su oportunidad. Desdobló las piernas y exhaló. Abrió la puerta y corrió por unas escaleras y a través del asfalto hacia un convoy de vehículos blancos. Dentro de uno de ellos estaba Dmitri Rybolovlev, un magnate de la minería cuya esposa Elena afirmaba que su cónyuge escondía dinero que ella reclamaba en el divorcio.

“Para Dmitri”, dijo Williams al tirar los papeles de la corte por una ventana abierta del vehículo, sobre el regazo de uno de los choferes del billonario. Cruzó la mirada con Rybolovlev cuando el conductor pisó el acelerador para alejarse.

“¡Servido!”, gritó Williams, sin aliento.

La persecución de Williams fue un episodio en una cacería global de bienes en uno de los más amargos divorcios del mundo. Ilustra cuán lejos los cónyuges, sus abogados y los rastreadores profesionales deben ir en busca de las riquezas guardadas en complejas redes de compañías y fondos offshore.

Los detalles del divorcio de Rybolovlev y muchos otros están contenidos en archivos secretos obtenidos por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación y el diario alemán Süddeutsche Zeitung, junto a otros medios asociados. Los más de 11 millones de documentos, que datan desde 1977 hasta diciembre de 2015, comprueban que Mossack Fonseca, una firma legal global con base en Panamá, ayuda a sus clientes a crear refugios offshore. Proveen hechos y cifras –transferencias en efectivo, fechas de incorporación, vínculos entre compañías e individuos– que iluminan un oscuro universo alternativo en el que algunas personas juegan con reglas diferentes, y a una firma que permite tal comportamiento.

“Un esposo deshonesto es tan estafador como lo es Bernard Madoff”, dijo a ICIJ Martin Kenney, un especialista en recuperación de bienes de las Islas Vírgenes Británicas que trabajó para esposas de Rusia, del Reino Unido, Suiza y los Estados Unidos. “Estas compañías y fundaciones offshore (…) son instrumentos en un juego de escondite y ocultamiento”.

En el centro de la batalla legal de Elena Rybolovleva estaba la alegación de que su esposo –actualmente citado por Forbes como el 14º hombre más rico de Rusia– había usado paraísos fiscales para ayudar a ensombrecer bienes raíces y otras riquezas.

Los documentos que Williams sirvió ese día tenían como blanco el penthouse de US$ 88 millones que Rybolovlev tenía en Nueva York, una compra que -según Elena- violaba una orden de una corte suiza que congelaba sus bienes.

Pero había tesoros mucho más grandes en juego: en las Islas Vírgenes Británicas, una compañía de fachada fue utilizada para comprar y almacenar obras de arte por un valor de US$ 650 millones, con la ayuda de Mossack Fonseca.

Por décadas, los cónyuges –casi siempre varones y parte del 1% global– han solicitado a Mossack Fonseca ayuda para proteger bienes de sus próximas exparejas, de acuerdo a los archivos, a lo que Mossack Fonseca accedía con pocos preámbulos.

En Tailandia, la firma ofreció ayuda cuando un esposo pidió por e-mail una “bala de plata” en caso de que su esposa alguna vez tratara de quitarle sus bienes. En Ecuador, empleados de Mossack Fonseca propusieron compañías de fachada a “un cliente que necesita adquirir una corporación panameña para transferir bienes antes del divorcio”. En Luxemburgo, empleados bromearon y se enviaron emoticones de guiños cuando accedieron a ayudar a otro esposo, un holandés que quería “proteger” bienes “contra los poco placenteros resultados de un divorcio (en el horizonte)”.

Los proveedores de servicios offshore que, a sabiendas, colocan los bienes de un esposo fuera del alcance de la esposa pueden ser demandados, dicen expertos.

“Mientras más cerca de un divorcio estas personas tomen esta clase de pasos, más probable es que estos bienes sean eventualmente apartados para cometer fraude marital”, dijo Sanford K. Ain, un abogado de Washington D.C. que trabajó en un caso de divorcio tan complejo que mantenía un complicado diagrama de las cuentas bancarias, compañías y fondos del esposo en un cuaderno en su escritorio. “Parecía que alguien había vomitado espagueti sobre una página”, dijo Ain, recordando que costó entre US$ 2 millones y US$ 3 millones rastrearlo todo.

Michelle Young, quien peleó una muy pública batalla de divorcio, fundó una organización en 2014 a fin de ayudar a exesposas defraudadas para navegar el costoso sistema legal británico. “Es un deporte de sangre”, dijo Young. “A menos que tengas los fondos, estás muerta y enterrada”.

Young pasó varios años y gastó millones de dólares rastreando bienes vinculados a su exesposo, el desarrollador de propiedades Scot Young, quien utilizó a Mossack Fonseca y otros proveedores de servicios offshore para manejar un complejo imperio financiero que incluía compañías y cuentas bancarias en Rusia, las Islas Vírgenes Británicas y Mónaco.

“Es como un mini Enron; hay tantos bienes”, dijo en una entrevista desde Londres.

En 2013, Young ganó US$ 32 millones en una indemnización de divorcio. Poco después de que su apelación contra la indemnización fallara, Scot Young fue hallado empalado en una verja tras haber caído de su apartamento en un cuarto piso de Londres. Su novia dijo que había dicho que iba a saltar, pero las autoridades dijeron que no podían saber con seguridad si cometió suicidio o simplemente cayó.

“No estamos involucrados en el manejo de las compañías de nuestros clientes”, dijo Mossack Fonseca en una declaración. “Más allá de los honorarios profesionales que recibimos, no tomamos posesión o custodia del dinero de los clientes, ni tenemos relación con los aspectos financieros directos relacionados a la operación de sus negocios. Lamentamos el mal uso de compañías que incorporamos o los servicios que proveemos y, siempre que sea posible, tomamos pasos para descubrir y detener tal uso”.

Dmitri Rybolovlev se casó con Elena, una estudiante de la que se había enamorado en una universidad en los Urales, en 1987. Durante los siguientes 20 años, la pareja tuvo dos hijos, se mudó a Suiza e hizo una fortuna. Dmitri se volvió conocido como el “Rey de los Fertilizantes” de Rusia. Eran, como luego dirían los abogados, “fabulosamente ricos”.

En diciembre de 2008, Elena Rybolovleva pidió el divorcio citando “un prolongado período de relaciones maritales dañadas”. Bajo la ley suiza, cada esposa tiene derecho a la mitad de la riqueza de la pareja.

Decidir qué bienes deberían ser parte de la separación no era tan simple. A medida que la riqueza de los Rybolovlev había crecido, también había crecido una compleja red de compañías offshore.

Por ejemplo, en 2002, Mossack Fonseca había incorporado a Xitrans Finance Ltd. en las Islas Vírgenes Británicas. La compañía offshore, apenas una oficina postal en la soleada Tortola, era un mini museo del Louvre en lo que se refiere a sus bienes. Xitrans Finance Ltd. era dueña de pinturas de Picasso, Modigliani, Van Gogh, Monet, Degas y Rothko. También compró escritorios, cómodas y mesas al estilo Luis XVI por parte algunos de los mejores fabricantes de muebles de París.

Cuando el matrimonio de derrumbó, de acuerdo a notas de una audiencia de corte enviadas a Mossack Fonseca en enero de 2009 e incluidas en los documentos revisados por ICIJ, Dmitri utilizó a Xitrans Finance para mover estos bienes de Suiza a Singapur y Londres, fuera del alcance de ella. Mientras Xitrans Finance era propiedad del fondo de la familia Rybolovlev, de acuerdo a los registros de Mossack Fonseca, solo Dmitri Rybolovlev tenía acciones en la compañía, a pesar de los alegatos de Elena de que Xitrans compró bienes “en nombre de ella y su esposo”.

En 2014, luego de años de forcejeos legales, una corte suiza otorgó a Elena US$ 4,5 mil millones. Una apelación posteriormente, según se reportó, bajó esta cifra a US$ 600 millones cuando recalculó el acuerdo no revelado basado en dinero almacenado en los fondos chipriotas de Rybolovlev. Dmitri Rybolovlev y Elena Rybolovleva se negaron a comentar.

Las esposas no se ven immunes a la tentación de usar paraísos offshore.

En 2004, personal de Mossack Fonseca se reunió con Marcela Dworzak, esposa del general retirado Antonio Ibárcena Amico, ex jefe naval de Perú y amigo del expresidente Alberto Fujimori.

Poco después del final del régimen de Fujimori en 2000, el esposo de Dworzak fue condenado por corrupción y enriquecimiento ilícito por su rol en un negocio de armas militares.

Los archivos muestran que empleados de Mossack Fonseca estaban preocupados por un reporte de prensa que decía que un miembro de la familia de Dworzak había utilizado una compañía offshore para lavar dinero a través de bienes raíces y hacia la cuenta bancaria de ella. El nombre de la compañía offshore sospechosa reportada en los medios era similar a una de las dos compañías de Dworzak registradas por Mossack Fonseca: Alverson Financial S.A. Los periodistas escribieron mal el nombre de la compañía, suponía Mossack Fonseca, y la compañía en cuestión era una de las suyas.

Para aclarar el asunto, Dworzak visitó la central de Mossack Fonseca en Panamá. Con sus abogados, aseguró a empleados de la firma que Alverson Financial S.A. era, de hecho, su compañía y que todo se había hecho “de forma transparente, legal y limpia”.

Sus compañías solo eran utilizadas para esconder bienes de su esposo.

“Había estado separada de su esposo, un funcionario del gobierno de Fujimori, por años, y las compañías eran para proteger la propiedad que heredó de su familia ante un posible divorcio”, reportaron empleados de Mossack Fonseca en una nota interna. Los abogados de Dworzak confirmaron que “no quiere que él sepa de los bienes que tiene”, de acuerdo a notas de la reunión compartidas entre los empleados de Mossack Fonseca. Tras algunas discusiones, Mossack Fonseca aceptó la explicación de Dworzak y ella siguió siendo cliente de la firma.

Años después, las autoridades peruanas investigaron a Dworzak por lavado de dinero. Ahora vive en Chile y no ha vuelto a Perú a enfrentar alegatos de que utilizó una cuenta bancaria panameña para guardar dinero de los tratos armamentísticos corruptos por los que su esposo fue condenado. La familia Ibárcena-Dworzak niega todo y asegura que los alegatos tienen fines políticos. Dworzak se negó a comentar.

Como el de los Rybolovlev, el divorcio Nichola Joy y Clive Joy-Morancho ha sido costoso y público.

La pareja se separó en diciembre de 2011 luego de más de cinco años de matrimonio y tres hijos. Desde entonces, Nichola Joy ha estado buscando US$ 40 millones en bienes que asegura deberían ser suyos. En juego están al menos dos casas en Londres, un avión, un palacio francés de seis dormitorios, una villa caribeña y una parcela de tierra en una aldea de esquí en Suiza.

Joy-Morancho, un magnate de la aviación nacido en Zimbabue, insiste en que la fortuna está congelada en ultramar y no la puede usar. Dice que sufrirá la ruina financiera si se le obliga a cumplir con las exigencias de su exesposa.

A finales de 2014, un juez inglés decidió el destino de parte de la riqueza en disputa de la expareja, incluyendo automóviles clásicos valuados en millones. De la colección de 35 autos -que incluía un Bentley, un Ferrari y dos McLarens-, Joy-Morancho hallaba su Alfa-Romeo particularmente “lindo”, dijo a la corte.

El juez, Sir Peter Seinger, rehusó el pedido de Joy por los autos y cualquier valor que pudieran tener. Aunque Joy-Morancho había descrito la colección como “mía”, a los ojos de la ley los autos no eran propiedad de su conductor sino de un fondo por medio de una compañía offshore. Joy ganó US$ 180.000 al año hasta que la decisión final sea hecha sobre cómo dividir el resto de la fortuna de Joy-Morancho.

El juez criticó a ambas partes, pero reservó sus palabras más duras para Joy-Morancho, sus amigos y socios de negocios.

“Su posición es una elaborada farsa, el manejo de la cual ha sido conducido sin piedad y sin consideración por el costo”, escribió el juez, llamando el caso del exesposo “una estructura podrida fundada sobre la ocultación y la mala representación y, por lo tanto, un engaño, una farsa, espuria y rebuscada”.

Los archivos muestran que Mossack Fonseca ha sido parte de la estructura de Joy-Morancho por años.

La firma tiene cientos de e-mails y archivos sobre Joy-Morancho y empresarios y negocios conectados a él desde 1997. La firma ha ganado miles de dólares por hacer papeleo en nombre de algunas de esas compañías y directores utilizadas en Inglaterra para enfrentar a su esposa.

En mayo de 2013, los abogados de Joy enviaron a Mossack Fonseca una orden de la Corte para congelar la fortuna de Joy-Morancho hasta que las cortes dividan los bienes de la pareja. Como representante en las Islas Vírgenes Británicas de Glengarriff Property Holdings Limited, una compañía que era dueña de dos casas en disputa en Londres, Mossack Fonseca tenía prohibido hacer cualquier cosa que pudiera lesionar los derechos de Joy.

“Las consecuencias de violar una Orden de Congelamiento son serias y nosotros, como Agente Registrado, debemos actuar con responsabilidad”, dijo a sus colegas Daphne Durand, una supervisora legal de la oficina de cumplimiento de Mossack Fonseca en las Islas Vírgenes Británicas.

En cualquier caso, puede no haber importado; el juez Singer determinó que Joy-Morancho pasó la propiedad oficial de las casas en Londres a un fondo offshore antes de casarse con Joy, que por lo tanto no podía reclamar las propiedades como parte de su matrimonio.

“Fue ingenua, inocente de lo que un fondo significaba cuando me casé con él”, dijo Nichola Joy a ICIJ.

“El problema es que el costo de pelear esta injusticia me supera y mi ex lo sabe”, escribió Joy. “La ley tiene que cambiar, estos fondos offshore hacen una burla de la justicia”.

Joy-Morancho no respondió a pedidos de comentarios.

Un juez puede decidir eventualmente sobre lo que queda de la demanda de US$ 40 millones de Joy, pero con compañías offshore obstruyendo su camino, Joy se enfrenta a un desafío similar al de muchas exesposas que persiguen bienes alrededor del mundo.

Detrás de todo, destacó el juez Singer, hay un exesposo con “un deseo de aniquilarla financieramente”. Tiene dos “horrores”, dijo el juez: “Pagar todo lo que no se pueda evitar” a los recolectores de impuestos o a su exesposa.

*Por Will Fitzgibbon

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