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Durante el acto, se proyectaron los cortometrajes realizados por los jóvenes participantes, quienes provienen de distintos puntos del país como Alto Paraguay, Presidente Hayes, Concepción, San Pedro, Cordillera, Asunción, Central y Ñeembucú.
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Estas obras fueron el resultado de un intenso proceso formativo que incluyó clases de cine, fotografía y artes visuales, guiadas por profesionales como Almudena Ruiz, Sebastián Giménez y la propia Encina.
Antes de la proyección, la cineasta compartió el origen de esta propuesta: “Hace veinte años tenía el deseo de recorrer el río Paraguay y documentar la vida de sus pobladores. El tiempo pasó, pero esa idea quedó latiendo, y de allí nace este taller”, relató Encina, visiblemente emocionada.

“A cada joven se le ofreció la posibilidad de descubrir su propia mirada, su voz, su escucha. Eso es lo que hoy compartimos”, añadió, agradeciendo al equipo formador y a las instituciones que apoyaron el proyecto, como la Fundación Itaú, Fondec e Itaipú.
Uno de los momentos destacados de la velada fue también el estreno del nuevo cortometraje de Paz Encina, “La felicidad”, presentado junto a los trabajos de los participantes del taller.
En tanto, desde la Fundación Itaú, Roberto Galeano Monti valoró el impacto del proyecto: “Fue una propuesta que nos enamoró desde el primer momento. Hay una frase que recordaba durante el proceso, de una canción de Jorge Drexler y Kevin Johansen: ‘No quiero pasar la vida sin que la vida pase a través de mí‘. Y creo que eso es lo que representa este proyecto: dejarse atravesar por las experiencias, por el río, por el arte”.

Voces que emergen: testimonios desde el proceso creativo
Los jóvenes realizadores también compartieron sus vivencias. Mario González Martí, autor del corto “A Carmen”, destacó: “Encontrar nuestra mirada fue algo profundo, un viaje hacia la memoria personal y familiar. En mi caso, se cruza con la historia de mi madre y el sentimiento del desarraigo”.

Por su parte, César Fretes (“Dentro de mí”) subrayó la importancia de lanzarse a crear sin certezas, dejando que el camino revele las luces internas. Claudia Ríos (“Atraviesa”) conectó su obra con una experiencia de renacer personal: “La palabra atravesar siempre estuvo presente en mi vida. Este corto es mi primer intento de transformar esa vivencia en cine”. Entre otros, Rolph Vuyk compartió que el taller le permitió encontrar un lenguaje nuevo para expresar ausencias, tiempo e infancia en su obra “Al borde”.
De esta manera, “Atravesar el río” no solo ha sido una experiencia educativa, sino también un acto de afirmación cultural y personal. En un país donde el acceso a la formación artística aún es limitado fuera de la capital, este tipo de proyectos representa una apuesta vital por nuevas voces y nuevas miradas en el audiovisual paraguayo.
