Payne y Matt Damon no convencen en Venecia con una comedia inteligente

Alexander Payne como director y Matt Damon como protagonista no convencieron en la Mostra de Venecia, que inauguraron con “Downsizing”, una comedia con momentos brillantes que destila inteligencia y crítica social, pero que pierde el ritmo en su ambición.

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“Creo que es optimista en unas cosas y pesimista en otras”, dijo en rueda de prensa Payne, que construyó la película sobre una premisa de comedia de ciencia ficción, pero que en el camino pasó a ser un drama, una historia de amor, una denuncia del capitalismo e incluso un alegato medioambiental.

Una historia que para Payne tiene “el mismo sentido del humor y el mismo tono” que su anterior colaboración con el guionista Jim Taylor, Sideways (2004).

Pero si aquel filme era una pequeña y redonda historia de relaciones personales, Downsizing es mucho más ambiciosa y plantea la imposible hipótesis del descubrimiento por parte de un científico noruego de un producto que permite encoger a los seres vivos.

Un hombre de 1,80 pasa a medir poco más de 12 centímetros. Y esta posibilidad, que unos ven como la bendición necesaria para salvar el mundo de la explotación de recursos y otros como una locura de un puñado de iluminados, es el inicio del filme.

Un original punto de partida y una historia que para Matt Damon es “absolutamente maravillosa y única” y que fue la razón que le llevó a aceptar su papel. “Para ser justo, cualquier actor del mundo querría trabajar con Alexander”, agregó Damon, quien es el protagonista absoluto, primero en tamaño normal y luego reducido, de una película por la que pasan Kristen Wiig, Christoph Waltz, Laura Dern, Jason Sudeikis, Neil Patrick Harris o Joaquim de Almeida.

Pero en la que brilla especialmente la estadounidense de origen vietnamita Hong Chau, conocida por sus colaboraciones en series televisivas como Treme o Big Little Lies. Interpreta a una activista de Derechos Humanos vietnamita, reducida de tamaño en la cárcel y que se dedica a ayudar a los pobres de ese mundo liliputiense en el que se repiten los estereotipos y los problemas del mundo de tamaño normal.

Una historia que se desarrolla principalmente en Estados Unidos pero que también pasa por Noruega y, de forma metafórica, por Vietnam y otros países. “La idea era mostrar cómo esta cuestión afecta a todo el mundo aunque esté ambientada principalmente en Estados Unidos y por eso hay hispanos, vietnamitas, noruegos”, explicó el realizador.

Mientras que su guionista dijo, en referencia a los problemas medioambientales, que “muchas cosas han evolucionado en los últimos años que hacen más relevante la película hoy en día”.

Pero ninguno de los dos quiso ahondar en las evidentes referencias políticas de una película que juega con la idea de un apocalipsis medioambiental y que denuncia, desde su tono de humor, las diferencias sociales o el empobrecimiento.

“Hemos hecho la película para todos”, señaló Payne, que no quiso especular sobre cómo van a recibirla las personas que apoyan al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y a su política contra las medidas para frenar el cambio climático.

A lo que Taylor agregó: “Estamos más interesados en humanismo que en políticas”. Y Kristen Wiig puso el toque de humor irónico al asegurar que, si pudiera elegir, no se haría más pequeña, sino “más grande, para usar más agua”.

Un humor que planeó sobre la rueda de prensa y que está presente en la película “más optimista de Alexander” pese a su tono apocalíptico, en palabras de Damon, que consideró que “tiene un mensaje muy optimista para este mundo dividido”.

El actor tuvo palabras de elogio para Payne también por su meticulosidad y atención a la hora de trabajar. “Está dispuesto a hacer 40 tomas si es necesario y está pendiente de todo (...) Es muy fácil para un actor porque sabes en cada momento dónde estás y qué quiere el director de ti”.

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