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Ingresar al interior de la Mansión Cellario remite a los tiempos de la elegancia y buen gusto de sus habitantes originales: don Giuseppe Cellario y doña Espectación López.
Desde la imponente y artística fachada, la edificación, una de las más ornamentadas de Asunción, presenta la riqueza arquitectónica monumental con la que fue concebida. Macizas rejas de hierro forjado, trabajadas con estilo completan la estética visual.
¿Quién fue el arquitecto? ¿Quienes la decoraron? ¿Fue el francés Julio Mornet o el paraguayo Tomás Núñez? ¿En qué tiempo exacto fue construida? Quedan muchas interrogantes para estudios que permitan conocer a profundidad su verdadera identidad.
Lo más urgente es salvarla. Hoy expone graves deterioros que de continuar serán insalvables. Se desprenden partes del cielo raso, hay manchas profundas de humedad que levantan las pinturas y grietas en las paredes. El abandono es patente.
Se trata de uno de los pocos y últimos ejemplares de la época en que la gente acaudalada daban mucho valor a la estética y se cobijaban con el arte. Esas pinturas murales son casi impensables realizarlas en la actualidad.
Como mobiliario, la Mansión Cellario conserva un lote de esculturas de bronce traídas de Europa (tal vez Francia e Italia). También cuenta con algunas pinturas de personajes militares de la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870), obras de Pablo Alborno.
Estos cuadros, de tamaño casi real, se hallan con visibles deterioros. Y corresponden a una serie pintada por Alborno en 1914. Varias de estas pinturas están distribuidas en el Museo Militar, otras en la Marina, la figura del Gral. José Eduvigis Días, maltrecho está en el Museo de la Policía Nacional. Al parecer, el retrato correspondiente al Gral. Bernardino Caballero estaría en sede del Partido Colorado.
Las autoridades culturales del país deberían reunir dichos cuadros en una sola colección y exponerlos juntos en el Palacio de López o Mburuvicha Róga, para darle el realce que requieren.
ILUSTRE INMIGRANTE
Don Giuseppe Cellario, de nacionalidad italiana, se radicó en el Paraguay tras la finalización de la Guerra del 70. Hábil comerciante hizo fortuna abriendo casas comerciales en Asunción y Paraguarí.
Se unió a la viuda Espectación López, pero a sus muertes no dejaron herederos. Además de la Mansión Cellario, varios bienes muebles e inmuebles, y extensas tierras en Quyquyhó, dejaron un fabuloso tesoro en monedas, lingotes de oro y joyas con piedras preciosas que pasaron a ser patrimonio del Estado paraguayo.
Don José Cellario falleció a principios de los años 30, y poco después, en 1937, murió su esposa Espectación. El matrimonio sin hijos dejó una cuantiosa fortuna que fue motivo de un largo pleito.
La señora Verónica Goicochea viuda de Olmo, con algún parentesco político, solicitó en tribunales de Argentina ser declarada heredera de la fortuna Cellario-López.
En el país vecino le acreditaron derechos, pero en Paraguay su pretensión fue rechazada por las autoridades judiciales. Un decreto fechado el 23 de setiembre e 1942, durante el gobierno del Gral. Higinio Morínigo, otorgó al Estado paraguayo la posesión de los bienes.
La impactante cantidad de libras esterlinas de oro, artísticas joyas con incrustaciones de diamantes y otras piedras preciosas fueron a parar en el Banco Central del Paraguay, donde se exhiben en el Museo del Tesoro del BCP.