“Mefistófeles, corazón de abismo” sube a escena en la Manzana de la Rivera

“Mefistófeles, corazón de abismo” es la nueva puesta teatral dirigida por Mario Santander. El director habló con ABC sobre este trabajo con el que explora el deseo, la sombra y la redención. El estreno será mañana en la Sala García Lorca de la Manzana de la Rivera (Ayolas esq. Benjamín Constant), a las 20:30.

Mefistófeles.
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Mario Santander, director de La Ratonera Teatral, revela el proceso detrás de su nueva creación. Quince actrices encarnan la “sombra que cada una lleva dentro” en una puesta simbólica que invita al público a “salir distinto” tras enfrentar su propio abismo.

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Al hablar sobre el título, Santander disipa la idea del demonio clásico: el Mefistófeles de la obra es un “personaje arquetípico, que se funde con la atmósfera, con la pulsión”. En esta versión, no tienta desde afuera, sino que es la “sombra que cada una lleva dentro y que, al ser nombrada, se vuelve conjuro”.

La obra, que cuenta con un elenco de quince mujeres —representando las quince fases de la luna hasta la luna llena—, se centra en la provocadora pregunta: “¿Y si el corazón del abismo fuera femenino?”. Para Santander, las intérpretes “no son víctimas ni heroínas: son médiums de lo que no se dice, portadoras de lo que arde”. Ellas encarnan formas de “pactar con su sombra, de negociar con el deseo, de buscar redención sin perder la furia”, encontrando la potencia simbólica en ese cruce entre lo demoníaco y lo femenino.

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Mario Santander.
Mario Santander.

Una dramaturgia plural nacida de la escucha

El elenco está conformado por Mirtha Villalba, Vivi Meza, Soledad Aquino, Nati Pintos, Miri González, Mabel Ferreira, Graciela Pykasu, Daisy Weiler, Marta López, Liz Oliveira, María Agustina Ortega, Sol Barbery, Stella Maris Cañete, Justa Mosqueira y Zunny Echagüe, además del director.

El desafío de dirigir a quince intérpretes se transformó, según Santander, en una “convocatoria a un aquelarre de memorias”. El proceso creativo se centró en la “dramaturgia plural”, permitiendo que cada actriz aportara su “mito, su herida, su imagen”.

El director relata que el trabajo se basó en la “escucha”, evitando imponer una lógica narrativa y permitiendo que las “imágenes oníricas emergieran como sueños compartidos”. La magia en la puesta no fue lo sobrenatural, sino “lo profundamente humano que se revelaba en lo simbólico”.

Santander resume la filosofía del proceso: “Descubrimos que la emoción no está en el grito, sino en el temblor que lo antecede. Y que la pluralidad no es caos, sino polifonía”.

Mefistófeles.

La invitación a la transformación

El objetivo final de la obra, es ambicioso: no busca la comprensión del público, sino su transformación. “Que entren como espectadores y salgan como iniciados. Que algo se les mueva, se les quiebre, se les revele”, afirmó el director.

El mensaje que busca resonar es claro: “mirar hacia el abismo no es caer, sino reconocerse”. Para el director, “el deseo no es pecado, sino brújula”y “la sombra no es enemiga, sino maestra”. La redención, en la obra, se logra “no negando lo oscuro, sino abrazándolo con ritual y poesía”. La promesa es que el público se lleve una “imagen que no pueda olvidar, una frase que les persiga, una emoción que les transforme”.

Las funciones serán los días 23, 24 y 25 de octubre a las 20:30. Entradas a G. 60.000.

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