Once años después de abrir sus puertas, La Chispa mantiene intacta su vocación: ocupar el espacio público desde la creatividad, la organización comunitaria y la autogestión. Y lo hace en un contexto que, para el espacio, ha sido más difícil que nunca.
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A lo largo de 2025, el centro cultural enfrentó un proceso judicial considerado arbitrario por su comunidad, además de diferentes formas de hostigamiento institucional que buscaron frenar sus actividades. Lejos de apagarse, el proyecto encontró apoyo social, reorganizó sus fuerzas y hoy vuelve a encender su territorio.
Ese impulso se materializa en un gran festival al aire libre que transformará la calle Garibaldi entre Palma y Presidente Franco, en un corredor cultural. Desde las 17:00, el aniversario número once reunirá una programación musical amplia y diversa, con proyectos que representan distintos lenguajes de la escena independiente: Arcoíris Analógico, Chico Plastic, Guten, Mi Sueño Póstumo, Ojo Salvaje, 411Y, Los Ollies, Lizza Bogado, Mocasinos, Il Ragazzo y Dominika formarán parte de la jornada.
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El encuentro no será solo musical. Las visuales, performances y obras de Envidia Metenés, Culto Visual, El Ojo Salvaje, Bruno Magín y el dúo Sasanuma + Miliki expandirán la propuesta hacia el arte urbano y la experimentación en vivo, una marca que acompaña a La Chispa desde sus primeros días.
Como cada año, la calle volverá a convertirse en un espacio de circulación colaborativa gracias a la feria de editoriales, proyectos autogestivos y emprendimientos que sostienen la vida cultural de la ciudad desde la independencia. Para muchos de ellos, La Chispa funciona desde hace años como punto de encuentro, laboratorio de ideas y refugio creativo.

“Fue un año duro, en que afrontamos un juicio totalmente injusto. Buscaron que cerremos nuestras puertas de todas las formas posibles”, recuerda Sebastián Coronel, gestor cultural del proyecto. “Pero también encontramos un inmenso apoyo de nuestra comunidad y de personas que acompañan nuestro proyecto. Eso nos permitió encontrar una nueva cuadra, que hoy nos permite seguir agitando el espacio público con arte y cultura”.
En medio de tensiones, reacomodos y desafíos, el festival aparece como un gesto político y festivo a la vez: una forma de insistir en que la cultura independiente sigue viva, se reinventa y ocupa su lugar. Con esta edición, La Chispa reivindica su rol como territorio libre de expresión y como parte activa de las comunidades artísticas y disidentes que buscan sostener espacios propios en la ciudad.
