Mo Yan, “realismo alucinatorio” para dibujar China desde dentro

A pesar de que Mo Yan está considerado el “Kafka chino”, que también lo es, en realidad con quien el premio Nobel 2012 tiene mucha conexión es con el realismo mágico de García Márquez.

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Mo Yan posee una intensa y poderosa escritura, en la que se puede ver una apreciar una mezcla entre Kakfa, Faulkner, García Márquez y hasta de Dostoiesvki, por la introspección y el análisis que hace acerca de las crueldad del hombre y la sociedad.

Un “realismo alucinatorio”, como ha destacado la Academia Sueca que le ha concedido el máximo galardón de las Letras, y que el escritor utiliza con un lenguaje muy carnal, cruel y bello a un tiempo, plagado de imágenes imposibles y, a veces muy violentas, con las que plasma la cruda historia de su país.

Un mundo rural, falto de derecho, sobre todo en las mujeres, y un retrato del abuso de poder, la corrupción de los funcionarios o el sometimiento de las familias.

Crítico, pero muy hábil para sortear cualquier censura en su país, Mo Yan (Shandong, 1955) visitó España en 2008 para presentar y hablar de su novela “Las baladas del ajo”. Entonces no era muy conocido en España, más bien solo por la adaptación al cine de su obra “Sorgo rojo”, que filmaría Zhang Yimou.

Entonces un escritor tranquilo y muy amable habló de “Las baladas del ajo”, en donde narra los cambios sufridos por los campesinos chinos tras las reformas iniciadas por Deng Xiaoping a finales de 1978.

“En estas dos décadas algunas cosas han cambiado en mi país -dijo-, tanto en las ciudades como en el campo. Primero las leyes son más protectoras y ahora los funcionarios no pueden hacer lo que quieran, y, por otra parte, los jóvenes campesinos ahora están más educados. En general, la sociedad china ha prosperado mucho, y los escritores pueden trabajar mejor“.

”Tenemos menos libertad que los occidentales y todavía hay cosas sobre las que no se pueden escribir, temas delicados sobre las minorías, narraciones que tengan sexo o sobre la vida privada de los que fueron jefes revolucionarios del Partido Comunista“, aclaró.

Pero Mo Yan seguía muy preocupado por el tratamiento de la mujer, un tema que casi siempre está en sus novelas, como en ”Grandes pechos, amplias caderas“.

”Hoy las mujeres gozan de mayor libertad en la ciudad, pero todavía en ciertas zonas del campo sigue habiendo mucha discriminación“.

El escritor es el segundo en recibir el premio Nobel de Literatura en China, tras Gao Xijian, en 2002, quien entonces residía en Francia exiliado, y al que el Gobierno no le considera chino. El nombre Mo Yan significa silencio y se lo puso el propio autor por los muchos años que pasó vivió en ese silencio.

Y él mismo contó que cuando era pequeño, en los 60 y 70, sus padres le aconsejaron que no hablara porque cualquier palabra que pudiera decir en mal momento o en un sitio que no debía podía causarle mucho daño, ”no solo a ti, sino a tu familia“, le dijeron. ”Así es que cuando empecé a escribir -contó-, no paré porque tenía mucho dentro que decir, tanto silencio acumulado me llevó a escribir muchísimo“.

Y este paso del silencio a la locuacidad no solo fue una suerte para la creación y para sus lectores, sino también para él, que alivió -dijo- un gran sufrimiento.

”El sufrimiento contribuye a hacer obras de arte. Antiguamente, todos los poetas eran gente que había sufrido mucho y eso era la riqueza para la creación humana. Solamente cuando estás sufriendo estás realmente con la gente, con lo humano, y es cuando puedes conocer el lado bueno y malo de las personas“, sentenció el escritor.

”Rana“ es el último libro de Mo Yan que se ha publicado en España por Kairas, la pequeña y meritoria editorial que ha dado a conocer al premio Nobel en castellano, y que ha traducido del chino por Cora Tiedra. En él, el autor critica la férrea política de ”único hijo“ y control de natalidad de su país.

Y por ello el libro lo abre con una dedicatoria a ”los miles y miles de lectores que nacieron en la época de la planificación familiar y para los que la vivieron en primera persona".

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