“Piruvá es como darnos un abrazo gigante a nosotros mismos”, dice Jorge Di Paola, y en su voz resuena esa mezcla de emoción y gratitud que se percibe a lo largo de toda la charla. A su lado, Mona Airaldi y Pili Ortiz asienten con la sonrisa de quienes encontraron algo verdadero. Piruvá, más que una banda, parece ser el resultado de un reencuentro con la esencia: el arte de sanar jugando.
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El trío lanza ahora “La Celebración”, su primer EP, con tres temas disponibles en plataformas digitales (Mitos, La Celebración y El juego de Piruvá), todos producidos por Dahia Valenzuela en 1120 Estudio, con la participación de Sair Bogarín como bajista invitada.
La presentación oficial se realizará en El Granel (Juan de Salazar 372 c/ Artigas) con dos funciones a las 17:00 (agotada) y a las 18:15. Entradas anticipadas a G. 2x60.000 y en puerta G. 35.000. Reservas al (0981) 410132.
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Un camino revelador
“Queríamos una propuesta sana, diferente, divertida”, explica Mona. “Algo que aporte a las infancias, pero también a los padres. Porque la música infantil también puede educar y transformar”.
Y así fue como nació el nombre. Jorge recuerda entre risas que “salió de un momento escuchando a Moni. Ella tarareaba ‘papi, piru, piru, papi, piru’… y empezamos a jugar con eso. Piruvá sonaba como algo nuestro, sonaba a fluir”. “Y después descubrimos que Piruvá también es una cascada en Brasil”, agrega Mona. “Una caída, algo que fluye, que sigue su curso natural. Y eso somos nosotros”.
El proceso: del juego a la creación
“Fue como apretar un botón”, recuerda Jorge. “De repente, empezamos a componer sin parar. Era una necesidad. El universo nos juntó en un momento en que los tres estábamos pasando por cosas fuertes, y ahí nació esto”.
Durante meses, los ensayos se convirtieron en rituales de complicidad. Pili lo describe como “un proceso lleno de paciencia y ansiedad a la vez. Queríamos ya mostrar, pero aprendimos a respetar el tiempo del arte”.
Y ese tiempo dio fruto. “Piruvá encontró su propio sonido, su forma de hacer”, dice Ortiz. “No queríamos seguir fórmulas. A veces te dicen ‘esto se hace así, así y así’, pero ¿por qué? Cada grupo tiene su camino. Lo lindo fue descubrir que nuestra fórmula es justamente esa libertad”.

Música para toda la familia
El grupo busca llenar un vacío dentro de la escena paraguaya: la falta de propuestas musicales para la infancia. “En los festivales internacionales casi no hay bandas paraguayas de música infantil”, comenta Pili. “Queremos representar al país, llevar esta energía lúdica y familiar”.
Moni agrega: “Los niños necesitan escuchar distintos estilos: cumbia, reggae, blues, que conozcan la diversidad”.
Jorge coincide: “Así también se conectan con la música que escuchan sus padres. Piruvá puede estar en la playlist familiar, no solo infantil”.

El arte de escucharse
Los tres se conocen hace más de quince años. Se formaron en la misma escuelas de teatro, bajo la guía de Agustín Núñez, maestro que, como recuerdan, les inculcó disciplina y respeto por el arte. “Nos enseñó a trabajar colectivamente, a entender el tiempo del otro”, dice Pili. “Y eso nos sirvió muchísimo ahora. Escucharnos, aceptar la crítica, dejar el ego fuera. Piruvá es también eso: un ejercicio de humanidad”.
Jorge lo resume con ternura: “Yo tengo una foto mía de cuando era niño en mi estudio. Le miro y escribo. Es como hablar con él, con ese niño. Y ahí surgen las canciones”.
Mona también se emociona: “Yo grababa cuentos sola de pequeña, con una grabadora. Me inventaba personajes. Esto es como reencontrarme con esa nena que jugaba a ser artista sin saberlo”.
Y Pili cierra la idea: “Este año me dediqué totalmente al arte para la infancia. Es como cerrar un ciclo con esta cerecita que es Piruvá. Ojalá inspire a más grupos a crear para la familia”, dijo.

El abrazo final
“Piruvá fue nuestro despertar”, dice Jorge, bajando la voz. “Antes de abrazar al público, nos abrazamos entre nosotros. Nos dijimos: todo está bien. Y desde ese abrazo empezamos a fluir”.
Ese es el espíritu que los tres comparten. El de una generación que, tras años en distintos escenarios, vuelve al origen para celebrar el juego, la música y el amor. Piruvá no es solo una banda: es un refugio sonoro para grandes y chicos, una cascada que invita a dejarse llevar y recordar que, dentro de cada uno, sigue viviendo un niño que quiere bailar.

