“Beekeeper”: una gran propuesta de acción para abrir el año

Un Jason Statham magnético protagoniza una inusual historia de venganza justiciera que debería dejar más que satisfechos a fans más exigentes del cine de acción.

Beekeeper película Jason Statham
Jason Statham en "Beekeeper: sentencia de muerte".Amazon

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El director David Ayer se sacude el polvo de sus tres últimos fracasos cinematográficos - Escuadrón Suicida, la película policial de fantasía Bright y la ignorada The Tax Collector – y regresa trayendo consigo un filme que se siente como el ideal platónico de la película de acción dominguera, con una premisa inverosímil que se encara con total sinceridad y seriedad, y el entendimiento de que a veces simplemente una película necesita poco más que un protagonista imparable erradicando a criminales poderosos que atacan a los más vulnerables.

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Beekeeper sigue a Clay (Jason Statham), un apicultor que entabla amistad con Eloise (Phylicia Rashad), una mujer mayor que le alquila una parte de su propiedad. Sin embargo, Eloise acaba quitándose la vida luego de caer víctima de cibercriminales que la despojan de todos sus ahorros, y Clay – quien secretamente fue miembro de un programa súper secreto de asesinos del Gobierno estadounidense – decide buscar a los responsables y hacerles pagar.

Beekeeper sentencia de muerte película Josh Hutcherson

Cuando Duro de matar se estrenó en 1988 supuso un cambio de paradigma bastante radical dentro del cine de acción, reemplazando a los superhombres indestructibles al estilo Sylvester Stallone o Arnold Schwarzenegger con un tipo de héroe más común y físicamente vulnerable en una forma más realista, superado en número y armamento; la emoción del filme es verlo superar esas desventajas y prevalecer a pesar de los cortes, golpes, balazos y hemorragia.

Obviamente, el cine de acción ha evolucionado mucho en los 35 años que han pasado desde Duro de matar, pero incluso películas en las que se supone que el héroe sea una fuerza imparable con reputación de poder despachar a ejércitos enteros de secuaces como la saga John Wick se aseguran de mostrar que el protagonista no está exento de ser atropellado, apaleado, zarandeado, apuñalado y baleado, de mostrar dolor y agotamiento en los breves respiros entre haber acabado de poner una bala en un cráneo y alistarse para el próximo blanco.

Beekeeper, mientras tanto, nunca se molesta en hacer creer que Clay está en algún tipo de peligro, regodeándose en la facilidad con la que saca de en medio a grupos de enemigos cada vez más fuertemente armados.

El director Ayer y el guionista Kurt Wimmer lo pintan menos como un héroe de acción y más como una mezcla de villano de película de terror y plaga bíblica, como el Ángel de la Muerte que visita Egipto en el libro del Éxodo, que también tiene en su mira a una versión moderna de un primogénito de la élite.

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Parecidos superficiales de la historia de Beekeeper con John Wick sin duda saltarán a la vista – en especial el hecho de que Josh Hutcherson y Jeremy Irons tienen la misma dinámica de joven villano irredimible y veterano condenado a lidiar con las consecuencias de los actos del susodicho joven parásito que tenían Alfie Allen y Michael Nyqvist en la primera John Wick –, pero en general la película tiene más en común con la trilogía El justiciero de Antoine Fuqua, con Denzel Washington, cuyo protagonista también era básicamente una encarnación imparable de la Justicia acechando a malhechores cada vez más aterrados.

De forma muy astuta, la película toma una premisa bastante ridícula - un apicultor que en secreto es un miembro retirado de un programa secreto de súper asesinos que literalmente se llaman “Beekeepers”, “apicultores” en inglés, quien se pasa la película hablando en metáforas sobre abejas como la necesidad de “proteger la colmena” y cuyos enemigos sueltan numerosos juegos de palabra también relacionados a las abejas – y la trata con total seriedad y sinceridad.

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Para una versión menos confiada de esta película hubiera sido muy fácil caer en diálogos irónicos, guiños y humor forzado en un desesperado intento de convencer al público de que el filme está tan consciente como ellos de que lo que está pasando en pantalla es excéntrico y loco. Y la película sí comenta un poco sobre lo inverosímil de sus propios eventos, en especial por medio del personaje de Verona (Emily Raver-Lampman), la hija de Eloise y una agente del FBI que busca detener a Clay.

Pero en general la película sabe que, con villanos tan detestables, un protagonista con tanta presencia - a estas alturas Statham definitivamente se merece un lugar en el panteón de los grandes héroes de acción de Hollywood, y quien lo niegue no es una persona seria - y acción tan bien hecha y creativa en su violencia como la que ostenta, no tiene por qué demostrar la más mínima inseguridad.

Entre Beekeeper ahora y éxitos similares recientes como Alerta extrema el año pasado, es un alivio ver que filmes de presupuesto relativamente modesto y mucha personalidad como este aún tienen cabida en las salas en una época tan dominada por superproducciones diez veces más caras que al final se sienten mucho más desechables.

Calificación: 3/5

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Beekeeper: sentencia de muerte

Título original: The Beekeeper

Dirigida por David Ayer

Escrita por Kurt Wimmer

Producida por Jason Statham, Kurt Wimmer, Bill Block y Chris Long

Edición por Geoffrey O’Brien

Dirección de fotografía por Gabriel Beristain

Banda sonora compuesta por Jared Michael Fry y Dave Sardy

Elenco: Jason Statham, Emily Raver-Lampman, Josh Hutcherson, Jeremy Irons, Phylicia Rashad, Jemma Redgrave, Bobby Naderi, Minnie Driver, Enzo Cilenti, Don Gilet, David Witts, Michael Epp, Taylor James, Megan Le

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