Happy Gilmore 2: una secuela innecesaria que destruye la magia de la original

Netflix resucita al mítico personaje de Adam Sandler en una secuela que nadie pidió. Happy Gilmore 2 intenta explotar la nostalgia de los 90, pero se queda sin swing, sin gracia y, lo peor, sin conexión con el público.

Adam Sandler vuelve a calzarse los zapatos de golf en Happy Gilmore 2, pero esta vez el hoyo más difícil no está en el campo: está en el guion. Lo que alguna vez fue una comedia entrañable, con alma noventosa se convierte aquí en una excusa poco inspirada para poner en escena a un actor que ya no tiene el mismo timing ni carisma. El resultado: una película que parece más una reunión de viejas glorias que un relato con sentido.

Netflix apuesta —otra vez— por la fama residual de una figura que brilló en otro siglo. El problema es que el humor de Sandler no envejeció bien y ya no logra conectar ni con el público que lo vio crecer ni con las nuevas generaciones. Es el típico caso de “hacer por hacer”, donde el nombre arrastra inversión, pero el contenido no justifica ni el clic.

La película, dirigida por Kyle Newacheck, se apoya descaradamente en escenas de la primera entrega para sostenerse. El guiño nostálgico se transforma rápidamente en un parche. Y eso es un síntoma claro de la falta de ideas: no hay evolución real, solo reciclaje emocional.

En un intento desesperado por sonar actual, Happy Gilmore 2 incluye a Bad Bunny como caddie del protagonista. ¿Resultado? Un cameo que genera ruido pero no impacto. La participación del artista parece más una jugada de marketing que una decisión creativa, y termina reforzando la sensación de que todo es artificial y desprovisto de chispa.

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Julie Bowen, quien retoma su papel como Virginia Venit, entrega una actuación impecable, sutil y con matices que recuerdan por qué es una actriz de peso. Pero ni siquiera su presencia logra rescatar una historia que se hunde en un guion absurdo, que roza la autoparodia sin intención, como si toda la película fuese una broma interna sin remate.

Happy Gilmore 2: una secuela innecesaria que destruye la magia de la original.
Happy Gilmore 2. Julie Bowen vuelve como Virginia Venit.

Aunque cuenta con rostros conocidos de la comedia —incluido Ben Stiller y Christopher McDonald—, Happy Gilmore 2 abusa de los cameos hasta el hartazgo. Son apariciones que, lejos de aportar algo, funcionan como interrupciones decorativas que solo buscan provocar un “¡ah, mirá quién está!”. ¿Funciona? Solo si el objetivo era acumular estrellas, no contar una historia.

Lo más lamentable es cómo esta secuela dinamita el recuerdo de una película que sí supo hacer reír sin pedir permiso. La original tenía alma, un ritmo torpe pero encantador, y personajes que calaban hondo. Esta nueva versión no tiene nada de eso. Todo parece una parodia sin gracia de algo que en su momento fue genuino.

La trama, en su intento de “subir las apuestas”, roza lo absurdo: Happy ya no quiere salvar la casa de su abuela, sino al mismísimo golf. Hay un villano grotesco, reglas cambiadas, luces y efectos, pero ningún sentido. Como si bastara con sumar rarezas para compensar la falta de corazón.

El resultado de todo esto no es una comedia. Es un producto nostálgico desinflado, una estrategia de marketing sin alma que golpea la memoria de una generación. Netflix debería saber que revivir íconos no es lo mismo que explotarlos. Y esta secuela es prueba de esto.

Bad Bunny participa de Happy Gilmore 2.
Bad Bunny participa de Happy Gilmore 2.

Ficha técnica – Happy Gilmore 2

Calificación: 2/5

Título original: Happy Gilmore 2

Año: 2025

Duración: 114 minutos

País: Estados Unidos

Dirección: Kyle Newacheck

Guion: Tim Herlihy, Adam Sandler

Música: Rupert Gregson-Williams

Fotografía: Zak Mulligan

Reparto: Adam Sandler, Julie Bowen, Ben Stiller, Christopher McDonald, Bad Bunny

Productoras: Happy Madison Productions, STXfilms, Pro Shop Studios

Distribuidora: Netflix

Género: Comedia | Golf. Secuela

Sinopsis:

Happy Gilmore, ya retirado del golf profesional, vuelve al circuito no por gloria ni venganza, sino para financiar la escuela de danza de su hija Viena. En su regreso, enfrentará un deporte cambiado, fantasmas del pasado y un mundo que ya no lo espera.

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