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Nacido como uno de los tantos anti-héroes armados hasta los dientes, imposiblemente musculosos y anatómicamente dudosos del ícono de los cómics de los '90 Rob Liefeld, Deadpool se convirtió en un ícono entre los seguidores de los cómics por su particular mezcla de ultraviolencia y humor negro cargado de surrealismo y predilección del personaje por romper la “cuarta pared” y hablar directamente a sus lectores, reconociendo que es un personaje de cómics y burlándose de su propio medio artístico.
Si bien algunos de los más habilidosos escritores que han echado mano de Deadpool en sus dos décadas y media de historia editorial han empleado muy bien el estilo del personaje para parodiar incisivamente el mundo de los cómics de superhéroes y sus ocasionalmente superficiales intentos de ser “maduros” y “adultos” - tantos autores pensaron que Watchmen era esas cosas por la violencia y el contenido sexual en vez de registrar los verdaderos motivos por los que la obra de Alan Moore era madura y adulta - , también ha probado ser muy fácil para autores menos agudos apoyarse totalmente en el humor “random” que caracteriza al personaje – un tipo de humor muy popular en la actualidad, como una infinita cantidad de canales de YouTube pueden atestiguar – para producir nada más que series de momentos de humor crudo, diálogo cargado de referencias a la cultura pop y poco de sustancia detrás de todo.
Y hubiera sido muy fácil, demasiado fácil, para el director Tim Miller y los guionistas Rhett Reese y Paul Wernick, simplemente hacer ese tipo de película y ver cómo, de cualquier forma, la generación Reddit inundaba de dólares las arcas de la 20th Century Fox a cambio de combustible para memes. Y técnicamente es exactamente lo que hicieron, pero la justa cantidad de ingenio y corazón detrás del humor para que todo signifique algo y sea disfrutable.
Deadpool es la historia de Wade Wilson (Ryan Reynolds), un mercenario quien descubre que tiene una forma incurable de cáncer, lo que lo aleja del amor de su vida, Vanessa (Morena Baccarin). Sin embargo, unos misteriosos personajes ofrecen a Wade una oportunidad: someterse a unos peligrosos experimento para despertar sus genes mutantes, efectivamente dándole poderes de regeneración similares a los de Wolverine. Sin embargo, esta gente no tiene intención de hacerlo un superhéroe, sino un superesclavo, y Wade acaba escapando de tal forma que queda horriblemente desfigurado y no del todo bien de la cabeza. Así, Wade decide ir tras el líder de la operación y obligarlo a que lo cure.
Haciendo honor a su mote de “mercenario bocón”, el Deadpool de Reynolds no cierra la boca en ningún momento en que lo vemos con su traje rojo y negro. Su historia se cuenta de forma no linear, yendo del pasado al “presente” y de vuelta; una forma de esquizofrenia narrativa que la película comparte con su desencajado protagonista, pero que el guión de Reese y Wernick mantiene coherente. Como el propio Deadpool, el filme en su estructura se siente un desastre controlado, que a pesar de su inestabilidad se deja querer y disfrutar.
Reese y Wernick disparan humor en ráfagas sostenidas; rara es la escena que pasa sin algún tipo de “gag” visual, referencia humorística a la cultura pop, elección musical para contraste con la acción, o una mezcla de todos estos elementos y otros. La ingeniosa secuencia de créditos del principio es particularmente impresionante en cómo condensa humor y espectáculo, un momento de caos en pausa, con una forma... interesante de acreditar a los realizadores, y con las imágenes de caricaturesca violencia presentadas al son de Angel of the morning; la secuencia se siente muy similar a la intro de Zombieland, también escrita por los mismos guionistas, y una buena película con la cual ser comparada.
En cuanto a lo efectivas que esas ráfagas de humor son, es lógico que al tirar tantos dardos a un ritmo tan acelerado, muchos de esos dardos yerren el blanco, y alguno que otro incluso el tablero. Hay una cantidad considerable de chistes que sobran o pecan de obvios y fáciles; pero todo está bastante bien balanceado por una saludable cantidad de momentos de inspiración e incluso ocasional brillantez. Por cada oportunidad errada y chiste de relleno hay momentos como las interacciones de Deadpool con un caricaturescamente “justiciero” Coloso, o con la mujer ciega con la que Wade vive y con quien comparte algunos de los diálogos más deliciosamente ácidos del filme, o fantásticos momentos de humor visual como lo que pasa cuando Deadpool regenera una parte perdida de su cuerpo, o cuando hay algo inesperado bajo su máscara.
Momentos como esos que llegan de sorpresa y tan aleatoriamente, junto con diálogos bastante bien armados la mayor parte del tiempo – cuando Wernick y Reese no se limitan a llenar el filme de la cantidad obligatoria de referencias a la cultura popular o chistes fáciles de órganos sexuales – y una aplicación bastante moderada de la habilidad de Deadpool de romper la cuarta pared elevan el filme y se agradecen infinitamente.
Pero quizá el acierto más grande del filme es uno que no llama demasiado la atención: en vez de dos horas de pura acción y chistes y canciones de Wham! y DMX, Deadpool también posee corazón, con una historia de amor que sirve para elevar al personaje de Wade por encima de un meme ambulante. Por momentos la motivación amorosa de Deadpool se pierde en el torbellino de balas y humor, pero siempre está ahí, y permite a Ryan Reynolds recordarnos que su rango actoral es más amplio que simplemente el héroe cómico de acción.
Sencillamente hablando, Deadpool es un divertido y entretenido producto que viene particularmente bien como aperitivo y como antídoto para las películas de superhéroes aparentemente más pesadas en lo dramático que vamos a estar viendo en los próximos meses. ¿Quizá al X-Men de Bryan Singer le vendría bien un poco del humor del mercenario bocón, o a Batman y Superman les serviría tener un mediador como Deadpool en su pleito?
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DEADPOOL
Dirigida por Tim Miller
Escrita por Rhett Reese y Paul Wernick
Producida por Ryan Reynolds, Simon Kinberg y Laura Shulen Donner
Edición por Julian Clarke
Dirección de fotografía por Ken Seng
Banda sonora compuesta por Tom Holkenborg
Elenco: Ryan Reynolds, Morena Baccarin, Ed Skrein, T.J. Miller, Gina Carano, Stefan Kapicic, Brianna Hildebrand, Leslie Uggams, Jed Rees y Karan Soni