“Maze Runner” y el cine en serie

La más nueva adaptación de una exitosa novela juvenil es un tenso thriller de ciencia ficción cuya gran fuerza inicial se va desinflando a medida que su intrigante misterio recibe decepcionantes respuestas.

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Son dos cuestiones problemáticas de la forma en que ciertas películas cuentan sus historias los que Maze Runner deja en evidencia, uno más bien reciente y otro de más larga data.

El primero es la reciente adopción generalizada del estilo de contar una sola historia en varias películas, algo lógicamente nacido del éxito de adaptaciones de sagas literarias como Harry Potter y El Señor de los Anillos, seguida de ejemplos más recientes como Crepúsculo y Los Juegos del Hambre.

En este sistema las películas se vuelven más equivalentes a capítulos de dos horas de una miniserie, lo que presenta interesantes nuevas posibilidades a la hora de contar historias, pero presenta también un importante inconveniente: hasta que la saga llega a su final, la historia está incompleta. Estos filmes en muchos casos no son capaces de sostenerse solos porque no se supone que lo sean, son como ver una serie o una sola película con intermedios de un año de duración.

Eso en sí no es, en mi opinión, ni bueno ni malo, y de hecho hay ejemplos muy interesantes de este tipo de narración aplicada de forma bien lograda, como los filmes de Harry Potter y El Señor de los Anillos, películas que se aseguran de guardarse aces bajo la manga pero al mismo tiempo cuidan que cada entrega individual se sienta satistfactoria por sí sola.

Pero el campo está repleto de ejemplos menos afortunados, filmes que se esclavizan a la idea de una historia más grande que sus dos horas de duración, sacrificando una experiencia completa en la primera entrega pidiendo al público que espere a que todo esté dicho. Y claro, puede que al final valga la pena -después de todo, la primera Los Juegos del Hambre no pasó de ser mediocre, pero la segunda parte fue tan buena que eleva al filme anterior por asociación, convirtiéndolo solo en el primer acto problemático de una historia más que prometedora-, pero esta tendencia deja a historias como las de Divergente y el filme que hoy nos ocupa, Maze Runner, como experiencias que, al menos por el momento, no logran llenar las expectativas.

Aún con sus problemas, no puedo obligarme a calificar a Maze Runner como una mala película, porque no lo es. De hecho, hay mucho que disfrutar en ella para el fan de la ciencia ficción. Comienza con una premisa intrigante: un joven (Dylan O'Brien) despierta sin memoria en un elevador que lo lleva a un lugar llamado el Área, donde habita un gran número de jóvenes que llegó hasta allí de forma igual a él.

El Área parece ser un rectángulo de tierra, incluyendo un amplio claro y un bosque, en medio de una gigantesca y misteriosa estructura laberíntica que los prisioneros del lugar llevan años explorando sin dar con una salida. Las puertas del laberinto se abren durante el día y se cierran poco antes del anochecer, y cualquiera que quede atrapado en el laberinto durante la noche nunca es vuelto a ver. La llegada del joven, que luego recuerda que su nombre es Thomas, pone en marcha una serie de acontecimientos que acerca a los habitantes del Área a la verdad, pero también los pone en gran peligro.

Los momentos iniciales del filme son increíblemente prometedores, centrándose en las presentaciones del elenco mientras el misterio central asoma la cabeza siempre en el fondo, donde es más efectivo: conversaciones entre Thomas y sus nuevos compañeros son interrumpidas por el ominoso y profundo gruñido del laberinto cambiando tras los muros, o por un coro de inquietantes alaridos de las criaturas que recorren la estructura de noche.

Con los primeros momentos dentro del laberinto la cosa se vuelve aún más prometedora; aunque no hay nada particularmente espectacular en su diseño o en los colores y la fotografía, las escenas entre esos pasillos delimitados por altos muros logran transmitir una sensación de desolación palpable, y tienen cualidades muy sutilmente extrañas, ajenas a lo humano, hasta el punto que no pude evitar recordar En las montañas de la locura y la descripción que H.P. Lovecraft hace de la demencialmente antigua ciudad oculta en la Antártida en esa novela.

Con esos primeros momentos, se siente desafortunado que el filme opte por volcarse más a una historia de supervivencia más centrada a la acción y a la resolución del misterio de quién puso a los jóvenes allí y por qué; esta podría haber sido una gran película de terror.

Pero aún como filme de misterio de ciencia ficción y drama de supervivencia Maze Runner demuestra virtudes. Las secuencias de acción son filmadas con un estilo demasiado dependiente de una mareante cámara en mano, pero igual logran transmitir urgencia y peligro. Una secuencia nocturna en particular es extraordinaria, fácilmente lo mejor del filme, manteniendo el peligro como algo visto solo de reojo, ocasionalmente iluminado por la luz de las llamas; es una pena que sea la única escena así. El trabajo de efectos especiales es más que aceptable, y el diseño de los monstruos es bastante memorable.

En lo que a los personajes se refiere, no hay nada especialmente destacable: Thomas es el clásico héroe de este tipo de historias, sin auténticos defectos que lo hagan más interesante, mientras que resulta increíblemente fácil adivinar quién entre los personajes secundarios va a estar vivo y quién habrá muerto para cuando los créditos terminen. Aún así, el elenco de actores hace un buen trabajo.

Pero hacia el final la película choca con la otra cuestión problemática a la que me refería párrafos atrás, ese que lleva un poco más de tiempo vigente: el problema de establecer un buen misterio y luego ser incapaz de darle una resolución satisfactoria. Llamémosle el síndrome de Lost. Cuando llega la hora de dar respuestas, la película lo hace de forma apurada e incoherente, y el filme culmina en un largo monólogo expositorio que acaba diciendo más bien nada. Todo va a ser más claro en la continuación, supongo.

Era difícil que Maze Runner fuera el nuevo Aliens, pero por lo menos podría haber sido el nuevo Eclipse Mortal. Y durante gran parte del tiempo lo logra, hasta que desperdicia un buen trabajo con un final que parece más digno de un heredero de la saga Resident Evil, un final que no está a la altura de lo que vino antes.

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MAZE RUNNER (The Maze Runner)

Dirigida por Wes Ball

Escrita por Noah Oppenheim, Grant Pierce Myers y T.S. Nowlin (basada en una novela de James Dashner)

Producida por Marty Bowen, Wyck Godfrey, Ellen Goldsmith-Vein, Gotham Group, Lee Stollman y Lindsay Williams

Edición por Dan Zimmerman

Dirección de fotografía por Enrique Chediak

Banda sonora compuesta por John Paesano

Elenco: Dylan O'Brien, Kaya Scodelario, Thomas Brodie-Sangster, Will Poulter, Aml Ameen, Ki Hong Lee, Blake Cooper, Dexter Darden y Patricia Clarkson

Enlance copiado
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