"Tortugas Ninja": sopa de tortuga

Como si hubiera viajado en el tiempo hasta nosotros desde los '90, “Tortugas Ninja” tiene un distintivo sabor de hace dos décadas. Es orgullosamente ridícula y disfrutable.

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Mientras los minutos de este renacimiento cinematográfico de las Tortugas Ninja pasaban, no podía evitar conjurar las imágenes de varias películas de la década de 1990 en mi cabeza, filmes como Día de la Independencia, Twister, Godzilla o las Batman de Joel Schumacher, no porque tuviera escenas específicas particularmente similares a las de algunas de esas superproducciones, sino porque tantas elementos presentes en el filme recuerdan a cosas que muchas “summer movies” de aquella época tenían en común.

La ciencia de fantasía, las prolongadas escenas de espectáculo ilógico pero competentemente armado con un vistoso despliegue de efectos especiales y el énfasis en los problemas profesionales y personales de humanos que no están lo suficientemente bien desarrollados o actuados para que nos importen tanto como las escenas de acción se unen para hacer que Tortugas Ninja parezca un producto llegado directamente desde esa época en que las Spice Girls figuraban aún en el radar de la cultura pop.

La historia se centra en los cuatro icónicos reptiles humanoides expertos en artes marciales Leonardo, Miguel Ángel, Donatello y Rafael, criadas bajo las calles de Nueva York por la sabia rata mutante Splinter, quien las convirtió en máquinas de pelea con el fin de defender la ciudad.

Aunque sería más acertado decir que la película se centra en April O'Neil (Megan Fox), una reportera televisiva que busca lograr prestigio investigando las actividades de una organización criminal conocida como el Clan del Pie, que aterroriza a Nueva York, y acaba descubriendo a los misteriosos vigilantes mutantes. Claro que “se centra” es un decir, la película no se centra en nada, solo salta de escena en escena, de coincidencia en coincidencia.

Aunque se sienta “noventosa” en esencia, la película no deja de tomar prestadas tendencias de los filmes de cómics más recientes, más notablemente la gastada noción de que todo lo que ocurre en la historia está de alguna forma predestinado y los personajes se hallan conectados por una improbable serie de coincidencias desde años antes de los acontecimientos del filme, algo que no deja de sentirse como un recurso barato para dar la ilusión de un misterio complejo.

Es ligeramente decepcionante ver que otro filme pierda tiempo tratando de establecer una complicada red de conspiraciones que al final aporta más bien poco y podría ser eliminada por completo sin que la película sea menos por eso, pero el impacto de esa cuestionable decisión se siente menos, quizá porque el guion sabiamente equilibra estos momentos con acción y tiene la decencia de no estirarse hasta casi tres horas como cierta otra película vinculada a Michael Bay.

Sí, en lo que a guión se refiere la película es predeciblemente poco inspirado, pero en un filme como este eso es algo que importa más bien poco. Si a la gente que hizo la película no le importa el guión, ¿por qué debería importarnos a nosotros? Este tipo de películas viven por su espectáculo, por su creatividad y su humor, y en esos aspectos... bueno, la película tampoco se destaca, pero cumple con lo justo para entregar entretenimiento descartable.

Y es que la acción es sorprendentemente efectiva. Admito que mis expectativas en este frente no eran altas teniendo en cuenta que tras la cámara se hallaba Jonathan Liebesman, cuya caótica forma “realista” de filmar secuencias de acción acabó siendo uno de los principales factores que arruinaron una prometedora premisa en Invasión del Mundo: Batalla en Los Ángeles. Pero para mi sorpresa las secuencias de artes marciales fueron en su mayoría fuidas, sin excesiva edición o sacudidas de cámaras y atractivamente coreografiadas.

El encuentro final entre las tortugas y Destructor es emocionante -no muy distinto al duelo entre Tai Lung y los Cinco Furiosos en Kung Fu Panda, aunque con menos creatividad- y una prolongada carrera cuesta abajo en una montaña nevada es tan ridícula como es divertida. Tal parece que, como es el caso con Michael Bay, a Liebesman le hace bien trabajar con las restricciones que impone filmar en formato 3D.

Las tortugas reciben el mínimo necesario de personalidad para poder ser reconocibles más allá de los colores de sus antifaces y sus armas: Leonardo es el líder serio, Miguel Ángel es el encargado de la comedia, Donatello es el inteligente, etcétera; solo Rafael es desarrollado un poco más, comenzando como un rebelde en constante conflicto con Leonardo y luego evolucionando. Se echaba en falta algún momento para que los hermanos simplemente hagan algo juntos sin que tenga que ser vital para la trama; con las cuantiosas escenas de pelea y el excesivo tiempo dedicado a April y su pasado, las tortugas casi pasan a ser personajes secundarios de su propia película.

El Clan del Pie -cuyos soldados parecen personajes de Call of Duty, porque tener matones vestidos de ninjas aparentemente iba a ser demasiado poco realista para una película que presenta a cuatro reptiles humanoides que aprendieron ninjutsu de una rata y pelean contra un criminal con armadura samurai robótica- tampoco pasa de ser malvado porque sí; uno pensaría que esto es algo negativo, y quizá lo sea, pero no deja de ser en cierta forma refrescante que unos villanos hagan cosas simplemente para hacerse ricos o demostrar que son una fuerza a temer.

Notará que muchas de las observaciones sobre el filme en las líneas anteriores hablan de puntos que podrían considerarse negativos, pero lo cierto es que al final, en una muestra más de como una película generalmente no equivale a la suma de sus partes, el filme cumple su modesto objetivo: ser entretenido.

La acción es buena, no abusa del humor barato y su razonable tiempo de duración y ritmo acelerado contrarrestan lo malo de un guión falto de inspiración. No será la mejor propuesta en cines para quienes busquen gran espectáculo hollywoodense -no mientras simios y mapaches parlantes sigan en cartelera-, pero Tortugas Ninja propone un par de horas de divertimento descerebrado.

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TORTUGAS NINJA (Teenage Mutant Ninja Turtles)

Dirigida por Jonathan Liebesman

Escrita por Josh Applebaum, André Nemec y Evan Daugherty (basada en un cómic de Peter Laird y Kevin Eastman)

Producida por Michael Bay, Ian Bryce, Andrew Form, Bradley Fuller, Scott Mednick y Galen Walker

Edición por Joel Negron y Glen Scantlebury

Dirección de fotografía por Lula Carvalho

Banda sonora compuesta por Brian Tyler

Elenco: Megan Fox, William Fitchner, Johnny Knoxville, Tony Shalhoub, Will Arnett, Alan Ritchson, Noel Fisher, Jeremy Howard, Tohoru Masamune, Minae Noji y Whoopi Goldberg

Enlance copiado
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