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El “milagro” que muchas veces esperamos para salvar una relación sentimental, es muy posible si se mejora la comunicación.
La psicóloga María Luisa Meyer dice: “Cuando se llega a formar una pareja, cada uno trae un estilo propio de comunicación, congeniar estos estilos que fueron aprendidos en su entorno familiar es un arduo trabajo que la pareja deberá realizar desde el inicio mismo de la relación. De cómo se comunica, dependerá el éxito de la misma”
-Por lo general, cada uno cree que su comunicación es la que debe predominar o, posiblemente, no conoce otras.
La comunicación puede ser asertiva, agresiva o evitativa. Revisemos nuestra historia. Si desde pequeños hemos sido espectadores de padres o cuidadores y no hemos podido expresar necesidades, deseos, emociones, lo más probable es que lleguemos a la pareja sin herramientas de comunicación.
Así es muy fácil que se llegue a evitar charlas que son necesarias, incluso que se manifieste agresividad para no enfrentar una conversación, tanto si se viene de padres que han sido muy exigentes (el otro nunca será suficiente) como de padres abandónicos (difícilmente tendrá empatía en cuanto al dolor o necesidades del otro).
-¿Cómo definimos una buena comunicación?
Es una dedicación diaria al buen trato, a la escucha abierta, a enfrentar un tema sin por ello sentir que es un ataque del que hay que defenderse. Respeto, aunque no se esté de acuerdo; silencio, hasta el momento oportuno.
No se trata de un análisis exhaustivo de todo lo que dijo, ni de qué palabras, gestos, pensamientos vimos o creemos que utilizó. Se trata de ir a lo simple, cuál es el foco de atención puesto en búsqueda de soluciones.
-¿Cuáles son las carencias más marcadas que ve en consultorio?
Cuando las parejas llegan al consultorio es porque ya ha probado un fin de soluciones y no saben qué más hacer. Llegan agotados, angustiados, desesperanzados porque sienten que dieron todo sin tener resultados.
Siempre digo que el amor es como una mesa, si el amor está arriba vale la pena sentarse a invertir tiempo, si está vacía no hay mucho que hacer. A veces es tarde, irreparable.
Las parejas llegan con hambre de amor, con heridas infantiles abiertas, queriendo cobrar al otro esa sensación de estar sobrepasado. Se acostumbran a vivir mal, picos de estrés, se naturaliza el dolor emocional para apagar pequeños incendios; se crea un círculo de violencia, quieren hablar, pero no pueden, uno gatilla, el otro se molesta, y acaban en pelea, enojo, distanciamiento y reconciliación.
-¿Cómo sucede esto con dos personas que libremente se eligieron?
Al inicio siempre es una atracción, después viene el enamoramiento y luego llega el amor.
En un principio no hay elección libre, es una conjunción de gustos, gestos, delicadezas, puntos de vista, es como un encantamiento que enmascara los defectos y solo hace que veas las virtudes, sin esto sería imposible iniciar una relación, pero pasado un tiempo se va reconociendo al otro en sus distintos aspectos y ahí es cuando hay que preguntarse si esa pareja conviene o no.
Muchas parejas se forman por mandato social: para no quedarse solteras, miedo a la soledad, conveniencia económica; puede que la relación no sea pareja (uno hace de padre del otro), porque de ser pareja han de ir juntos y sobre todo comprometidos con la persona elegida.
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-En una relación a la par, ¿es más fácil hablar todo abierta y directamente?
A veces hablar sinceramente pero sin filtro, sin cuidar lo que se dice, se convierte en un sinceridio. Aunque la persona tenga razón, tiene que darse la ocasión y el otro estar en condiciones de hablar en ese momento.
-¿Qué se debe hablar o negociar antes de comprometerse?
Temas ineludibles como el manejo del dinero, el trabajo, las salidas, los amigos, el tiempo libre, las familias, los límites, los enojos, los hijos, la educación. Al amor no lo mata la convivencia, sino la falta de comunicación.
-Actualmente se estila ir a vivir juntos, pero ni siquiera lo hablan varias veces sino que lo hacen directamente. ¿Qué porcentaje tienen de una convencia exitosa?
Y alta probabilidad de que no resulte, porque se van a vivir con un extraño. Hoy en día casi nadie quiere esperar, se pone énfasis en la inmediatez. Hay que esperar un tiempo prudente para pasar distintos momentos y conocer las reacciones de uno y del otro respecto a los celos, la libertad, la intensidad que se pone en ese nuevo proyecto de vida.
Cambios reales para una nueva vida
-¿El fracaso de un proyecto de amor se inicia con la falta de comunicación efectiva?
Realmente, no se debe solo a una buena, mala o nula comunicación. El meollo del problema tiene mucho que ver con historias personales, temperamentos, costumbres culturales e incluso en muchos casos con patologías por trastornos de la personalidad. Venimos de una cultura machista y un matriarcado que marcó la Historia de nuestro país.
El tema de la comunicación, dentro de los causantes de desenlaces amorosos, es uno los problemas atribuidos a un círculo tóxico de dependencia emocional, económica, de miedos, baja autoestima, de enamorarse de la ilusión de que uno cambiará al otro y ahí la pareja se va perdiendo, hasta llegar al extremo de poner en riesgo la propia vida.
Ahí no hay posibilidad de comunicación porque ambos están en lugares diferentes, uno siendo la víctima y el otro el victimario.
-¿Cómo salir de una relación tormentosa?
Solo con un cambio real, en que cada uno sea protagonista y construya la vida que quiere, juntos o separados.
Tu pareja no es tu confidente
-Muchas parejas desconocen gustos o historias familiares uno del otro, aun con largos años de convivencia
En una relación de pareja no se necesita contar todo, porque una carga de información extra haría perder el valor real de la información que decidimos compartir con el otro. La intuición y la pertinencia son importantes.
Si una información es nula, no vale la pena mencionar (“hoy vino el frutero”, y el otro no come frutas). Seleccionar lo que vas a decir, ser cautos. No hace falta contar todo, eso, además de ser imposible, no conviene porque se pierde la individualidad, la privacidad.
El otro no es mi alma gemela, no es mi confidente, hay temas que son para conversar con amigos cercanos, otros en el trabajo, en la iglesia, entre vecinos, compañeros, etc. No todo se vierte en la pareja. Respecto a la convivencia de muchos años, diaria sostenibilidad y cuidado, siempre hay temas para hablar.
No olvidemos que el diálogo es lo que nos queda después de un largo trayecto juntos hacia final de la vida.
-Si ambos son comunicativos, ¿se llevarán mejor que cuando uno es expresivo y el otro no?
Hay tantos modelos de pareja, dependerá mucho de las características personales. A veces la complementariedad se da porque uno habla más que el otro. Si ambos lo son, habrá que ser muy hábil para saber escuchar. Por supuesto siempre hablamos de la buena comunicación como un diálogo con contenido, no una charla vacía.
Se conversa de temas en común, pero que no caigan en el reclamo, la angustia de qué se comerá cada día, de la limpieza, etc. todo esto precisa un acuerdo de manera a ser resuelto, dejando así las charlas y la energía para desarrollar otros temas.
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-Hay parejas que no se entienden hablando, pero presumen de estar muy bien “en lo más importante, la cama”
Es un error. El sexo es una descarga de tensiones mezclado con emociones, sentimientos e intimidad emocional tiene un plazo de tiempo que luego pasa, mientras que los problemas no resueltos guardados en un rincón volverán a salir.
No se tapa el sol con un dedo, eso es un autoengaño como pareja, evitando asumir conversaciones y decisiones que sí o sí llegará el momento de definir. No eternicen el sufrimiento.
-¿Preguntar cada tanto si la otra persona es feliz, puede prevenir rupturas?
No es muy común que alguien pueda preguntar eso a tiempo y forma, y que la otra persona sepa qué le pasa. Detrás de una pregunta tan sencilla como “¿sos feliz conmigo?” hay algo más complejo que un sí o un no para un final feliz.
Antes las mujeres que cumplían dos roles, el de madre y esposa, decían que era felices porque eran funcionales a los mandatos sociales. Hoy la mujer cumple varios, y pedirá saber a qué área de su vida se refiere.
La vida ha cambiado mucho, y el correr diario exigen mucho de ambos, hay sobrecarga de estrés crónico, el celular en mano, pagar las deudas, el tráfico vehicular, las horas de tensión en el trabajo, la escuela de los chicos, la crianza, armar proyectos a futuro… y encima compartir en redes lo hecho en el día porque si no, “no existís”.
-¿Cuánto ayuda el nivel cultural para enfocar una charla con madurez, o podemos aprender sin tener alta formación?
Ambos casos son posibles, mejor si cada uno trae conocimientos aportando riqueza a la pareja; desde la prevención y la adecuada resolución de problemas, se evitarían miles de sufrimientos, desencuentros, enojos que a veces duran toda la vida y no tiene sentido, es como tomar un veneno e ir enfermando.
También se pueden adquirir habilidades, entrenar el cerebro para una sana convivencia e ir viendo progresivamente los logros de ambos y cómo van adquiriendo calma, seguridad, madurez. No habrá necesidad de explosiones, guerras donde cada uno quiere tener razón; se pone el foco en la solidez de la pareja.
-¿Se puede corregir con charlas la impulsividad, los celos, las mentiras?
Es casi imposible, porque solo una charla de temas tan delicados como la impulsividad, es exponer a una mayor impulsividad al sentirse atacado en algo que la persona considera normal. Hay estrategias para el cambio, pero lleva tiempo entrenar nuevas conductas más funcionales.
En cuanto a los celos, hay una creencia falsa de que celar es demostrar amor, y no solo aleja a la pareja, sino que inseguriza a la persona que cela. Los celos son conductas aprendidas, por lo tanto, se pueden desaprender, pero en una charla esos patrones no desaparecen. Lo mismo ocurre con las mentiras.
-Quiero pensar que es posible mejorar en mucho las relaciones de pareja con las palabras.
Claro que es posible y necesario, sin la formación de parejas desaparecería la humanidad. Urge replantearse en el siglo 21 las características de las nuevas parejas, cómo van evolucionando. Se tiene más información y la posibilidad de ser preventivo, hay libros, videos, charlas sobre cómo llevar exitosamente una pareja y que el amor sano perdure en el tiempo. Hay terapias de pareja.
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Cuándo buscar ayuda profesional
“Buscar un profesional especializado en parejas y familias es la mejor inversión, si es posible desde el inicio del noviazgo para juntos unificar criterios, aclarar límites, manejo de conflictos.
Es increíble cómo no le dedicamos tiempo de aprendizaje a la pareja. Para otras cosas, como comprar una casa, averiguamos sobre lugares, vecinos, seguridad, distancia, etc. y en la pareja nos enganchamos y, sin saber mucho, tomamos la decisión más importante de nuestra vida. Ir a un profesional cuando el nivel de malestar es inmanejable trae mucho sufrimiento, no saben bien ni qué sienten y ya es tarde, solo queda hacer una separación lo menos traumática posible”
“Buscar ayuda profesional en la actualidad es lo más normal, hay que deshacerse de prejuicios, al fin y al cabo, los psicólogos y psiquiatras son como otros médicos, solo que especialistas en cuidar el cerebro. El precio de curar es muchas veces oír y aceptar lo que no queremos reconocer, aunque en el fondo sabemos que es real”
Consejos prácticos, fáciles y diarios para la felicidad compartida
1. Ser líder de uno mismo, sentirse pleno, satisfecho, feliz, comprometido y responsable para poder asumir la formación de una pareja. El otro no tiene que darte la felicidad, esa es tu responsabilidad personal.
2. En general, nuestros dramas tienen que ver con ignorancia. Hay que leer, asistir a charlas, ver buenos videos, ser curiosos, observadores de parejas sanas
3. La comunicación solo tiene sentido si el otro entiende, de lo contrario es en vano. Chequear cada tanto si están en sintonía.
4. No distorsionar la comunicación yéndonos por las ramas. Las mujeres tendemos a ser retentivas y traemos muchas cosas que en ese momento no son relevantes y desdibujan el tema central que necesitamos hablar.
5. Ser ecuánimes, neutros, hacer las cosas simples, aunque cueste. No llorar, gritar ni burlarse. Evitar el drama, algo muy común en nuestra cultura.
6. Si la otra conversación se desvía, la otra persona empieza a defenderse o si se empieza a caer en juegos de acusaciones, incluso de tocar la familia del otro, descalificar y ofender: hay que detenerse. Pedir tiempo y fuera, postergar para otro día más calmo, invitar por ejemplo a un desayuno o a comer en un restaurante. Cuidarse y cuidar al otro es preservar la relación. Una pareja que evoluciona se transforma, de lo contrario, no dura.