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El amor, uno de los sentimientos más complejos y fascinantes, ha sido objeto de estudio en diversas disciplinas científicas.
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Cuando nos enamoramos, el cerebro experimenta una serie de cambios químicos que influyen en nuestras emociones y comportamientos.
Tres neurotransmisores juegan un papel crucial en este proceso: la dopamina, la oxitocina y la serotonina.
La dopamina es fundamental en el circuito de recompensa del cerebro. Se libera en grandes cantidades cuando experimentamos placer, y el enamoramiento es un poderoso estímulo que activa este sistema.
Estudios han mostrado que la dopamina está relacionada con la euforia, la energía y el deseo de estar con la persona amada. Esto explica por qué el amor puede ser tan adictivo y difícil de resistir.
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Por otro lado, la oxitocina, conocida como “la hormona del amor”, fortalece el apego y vínculos profundos entre las personas.
Se libera en momentos de intimidad, como el contacto físico o las caricias, fomentando sentimientos de confianza y conexión emocional. Este neurotransmisor es esencial para mantener relaciones a largo plazo.
Por último, la serotonina afecta nuestro estado de ánimo y bienestar general. En la fase inicial del enamoramiento, sus niveles pueden disminuir, lo que a menudo resulta en pensamientos obsesivos hacia la persona amada.
Un estudio encontró que los niveles de serotonina en personas recién enamoradas son similares a los observados en individuos con trastornos obsesivo-compulsivos, lo que sugiere la intensidad de las emociones involucradas.
Cambios cerebrales frente al amor
El enamoramiento impacta diferentes áreas cerebrales, lo que ha sido demostrado a través de técnicas de neuroimagen.
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Hay una activación de áreas específicas. Por ejemplo, la corteza prefrontal, el núcleo accumbens y la amígdala son algunas de las regiones cerebrales que se activan durante el enamoramiento.
La corteza prefrontal está relacionada con el razonamiento y la toma de decisiones, y su menor actividad durante el enamoramiento puede explicar la tendencia a idealizar a la pareja.
El núcleo accumbens, involucrado en el procesamiento de recompensas, contribuye a la sensación de euforia.
Curiosamente, la amígdala, que regula el miedo y otras emociones negativas, muestra menor actividad en individuos enamorados.
Esta desactivación podría facilitar la liberación emocional y la disminución de la ansiedad al iniciar una relación.
Aunque se han logrado avances significativos, el estudio del amor desde una perspectiva neurocientífica sigue siendo un campo en evolución.
Los investigadores continúan explorando cómo los cambios químicos y estructurales en el cerebro pueden influir en las relaciones humanas a lo largo del tiempo, así como la interacción entre el amor y otros factores emocionales y sociales.