Comprender la autoestima y la resiliencia en las infancias
La infancia es una etapa clave donde se sientan las bases de la personalidad, la seguridad interna y la capacidad para afrontar desafíos.
De acuerdo con la psicóloga Mariana Chaves, la autoestima es el valor que cada persona se da a sí misma, mientras que la resiliencia refiere a la habilidad de superar situaciones difíciles y seguir adelante.

“Lo que sembrás en estos años marca la vida entera”, señala. Por eso, reforzar ambos aspectos desde temprano es fundamental para un desarrollo saludable.
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El rol fundamental de madres, padres y referentes afectivos
La calidad del acompañamiento emocional es central. Los especialistas coinciden en que el afecto, la escucha activa y el reconocimiento de logros—por pequeños que sean—incrementan la percepción de valía personal en niñas y niños.
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“Cuando validás sus emociones y los alentás a expresar lo que sienten, favorecés que aprendan a autoconocerse y confiar en sí mismos”, afirma el psicólogo Sebastián Recalde. Evitar etiquetas negativas (“sos torpe”, “no servís para esto”) y priorizar elogios sinceros contribuye a que se perciban capaces y valiosos.
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Estrategias para fortalecer la seguridad y la confianza
Fomentar la independencia es clave. Permitir que tomen decisiones acordes a su edad—elegir ropa, resolver pequeños problemas cotidianos—desarrolla autonomía.
También resulta fundamental ofrecer oportunidades donde puedan equivocarse y aprender: el error se transforma en aprendizaje en un entorno que no juzga.
Los psicólogos sugieren, además, plantear objetivos alcanzables y celebrar el esfuerzo tanto como el resultado. Animar a participar en actividades grupales, ya sea deportivas, artísticas o de juego libre, ayuda a resolver conflictos y a fortalecer la autopercepción positiva.
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Actividades concretas para promover la resiliencia
El juego sigue siendo una de las herramientas más poderosas para fomentar habilidades emocionales.
Dinámicas como recrear historias sobre personajes que superan dificultades, armar juntos un “frasco de logros” donde cada quien aporte pequeños éxitos de la semana, o practicar ejercicios de respiración y mindfulness adaptados a la edad, son recursos valiosos.
Los cuentos y libros infantiles con temáticas sobre resiliencia, la dramatización de roles familiares y charlas abiertas sobre emociones difíciles también generan espacios en los que las infancias pueden pensar estrategias propias para enfrentar adversidades.
La importancia de dar buen ejemplo
Expertos advierten que las personas adultas funcionan como espejos: la manera en que gestionan sus emociones y enfrentan problemas impacta directamente en el aprendizaje emocional de los menores.
Mostrar capacidad de autocuidado, pedir ayuda cuando se necesita y aceptar los errores en voz alta enseña, muchas veces sin palabras, cómo lidiar con la frustración y forjar autoestima.
Acompañar de cerca el crecimiento implica estar disponibles para escuchar, valorar emociones y brindar una base segura desde la que construir autonomía.