Cómo es la envidia entre amigos

La envidia es algo totalmente humano. Todos sabemos lo que se siente, y la podemos envidiar a un desconocido o un íntimo amigo.

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Sea porque se haya comprado una casa hermosa, haya pasado unas vacaciones que parecen la gloria, esté más que radiante que nunca en una fiesta o porque haya logrado un ascenso en el trabajo, a la envidia nunca le faltan motivos. ¿Es un síntoma de que algo anda mal o, quizás justamente al contrario, una señal de que hay algo en el otro que uno admira?

"En realidad cuando uno siente una cosquilla de envidia hacia un amigo o una amiga, lo bueno es pensar: ¿Qué es lo que querría yo y cómo lo logro?", explica la psicóloga Marga Löwer-Hirsch.

Hay gente que sabe manejar muy bien sus momentos de envidia. "Yo no soy una mala persona si deseo lo que tienen otros, sea un par de zapatos, sus amigos o una familia que se lleva bien", comenta la bloguera Francisca. "En cambio, sí estaría mal desearle al otro algo malo para sentirse mejor", alerta sobre algo que pocos admiten.

Prácticamente todos sentimos envidia en algún momento. Es bueno aceptarla y permitir que aparezca para saber cómo manejarla. Por lo general, decir de buenas a primeras "ay, cómo te envidio por tal cosa" no es la mejor idea. "Más vale tomarse un tiempito y observar qué es esa envidia que uno siente antes de hablarla con el otro", recomienda la psicóloga.

Por ejemplo, si uno siente envidia porque una amiga está embarazada, quizás pueda hablarlo primero con otra amiga que también comparta ese deseo de tener hijos.

"Cuando a mí me envidian porque gano buen dinero, recibo regalos caros y tengo una vida con cierto glamour, les digo a todos abiertamente que no todo lo que brilla es oro", comenta Francisca Dully, que nos cuenta que sus días suelen ser basntante estresantes, que son desordenados y que tiene permanentemente la sensación de que que tendría que estar haciendo más.

El psicólogo Jan Crusius se especializó en el tema de la envidia y dice que hay distintas estrategias para lidiar con ella. Un camino sería buscar otro punto a la hora de compararse con otros, como por ejemplo pensando "él hace tal cosa mejor que yo, pero yo en tal otra soy realmente mejor", o tomarse a uno mismo como punto de comparación, diciendo por ejemplo "yo no soy tan bueno como él en eso, pero soy mucho mejor que antes".

Por supuesto, si lo que me está generando envidia es muy importante, no está nada mal sentarse y pensar qué se puede hacer para lograr eso mismo.

Crusius observa que la gente, cuando se le pregunta por la envidia, suele recordar situaciones con amigos. Uno se podría preguntar: ¿A los amigos uno no les desea lo mejor del mundo? Sí, por un lado sí, pero "no es ninguna sorpresa que los amigos nos den muchas veces envidia", dice Crusius. Cuando más cerca y más parecidos nos sentimos a otros, más envidia nos pueden generar. Además, uno muchas veces genera amistades a través de afinididades o intereses comunes, y eso hace que justamente haya más terrenos en común.

"Uno no va a envidiar a un cantante de ópera si lo que le interesa es trotar. Más bien le dará envidia que alguien de su mismo círculo de amigos pueda trotar tanto más", explica Crusius. Como toda sensanción molesta, la envidia también se puede trabajar y superar.

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