Cuando la vida privada se sale del carril

Cuando escuchamos la palabra "burnout", solemos pensar en el trabajo, en el estrés, en el límite al que nos puede llevar el día a día en la oficina.

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Sin embargo, los problemas en la vida privada también pueden generarnos un agotamiento enorme. Las sobreexigencias, la falta de perspectivas y la falta de reconocimiento nos pueden extenuar tanto en el trabajo como en casa.

Ese estado de agotamiento absoluto "también puede estar empujado por la falta de descanso por la noche y por un estrés constante", comenta Christa Roth-Scakenheim, psiquiatra.

En la vida privada podemos vernos expuestos a situaciones límite cuando enferma de pronto algún familiar, cuando nos separamos o cuando se produce alguna muerte en el seno más íntimo. Los conflictos con los vecinos tampoco suelen ayudar.

Sea cual fuere el motivo, el mecanismo que se esconde detrás del agotamiento muchas veces es el mismo: los afectados intentan ser algo que no son y quedan exhaustos, comenta Miriam Priess. Los afectados por el burnout suelen sostener vínculos amorosos muy conflictivos y tener pocos contactos sociales. "Lo que pierden, en primer lugar, es el vínculo hacia sí mismos", comenta la doctora.

El síndrome de burnout no conoce ni clases ni religiones. Afecta a todos, independientemente del poder adquisitivo. De todos modos, la mujer o el hombre que educa solo a su hijo suele verse más afectado por estos síntomas, al igual que quienes asumen el cuidado de un familiar enfermo, apunta Roth-Sackenheim. La falta de empleo y los inconvenientes sociales y económicos también suelen ser factores de riesgo.

"Los que se ven ante el síndrome del burnout suelen ser quienes mantienen la fachada hasta el último momento, intentando cumplir", hasta caer, dice Priess, por eso suele ser un problema ante el que uno reacciona demasiado tarde y cuando el cuerpo nos envía señales de un agotamiento total.

Los primeros síntomas pueden ser la irritabilidad aunada con el desgano, la falta de concentración, dolores de cabeza y de barriga, mareos, percepción de sonidos extraños, presión alta, problemas de circulación o hasta hernias.

Priess recomienda tomar en serio esos síntomas, en particular si perduran durante unos meses. La primera persona a la que podemos recurrir es nuestro médico de cabecera, "que determinará si existen algún causante físico o si se trata de algo psicosomático", apunta Steffes-Holländer. Dependiendo de la gravedad de cada caso, el médico puede recetar algún medicamento de modo que el tiempo de espera hasta iniciar un tratamiento sea algo más leve.

Y los afectados también pueden hacer algo para ayudarse: buscar el contacto de los amigos y familiares en lugar de quedarse recluidos, salir a caminar en la naturaleza, hacer algo de deporte, música o arte, según las afinidades de cada uno. Los hobbies y las actividades que nos generan relax son muy útiles cuando se trata de desprenderse de sentimientos negativos, apunta Priess. También ayuda mucho incorporar pequeñas pausas, salidas en el barrio o ejercicios de respiración consciente.

"Es importante tomarse en serio, sobre todo cuando los demás te dicen que no te reconocen y que creen que estás haciendo demasiado", advierte Roth-Sackenheim. Si nuestra pareja nos hace comentarios de ese tipo, no debemos tomarlos a mal, sino como un comentario de alguien que se preocupa por nosotros. Los amigos, por otra parte, no podrán reemplazar a un terapeuta, pero ayudarán a juntar fuerza.

Y si tú no estás en esa situación pero conoces a alguien que está pasando por un proceso de este tipo, es importante no presionarlo, recomienda Steffes-Holländer. "La familia y los amigos pueden intentar comprender a la persona y, en todo caso, darle algunos pequeños consejos". Y si el afectado busca estar solo y evitar el contacto, no deberían tomarlo a modo personal.

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