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Sabemos manejar lo que pensamos: sabemos cuándo decir algo y cuándo no, incluso buscamos la formulación más apropiada para cada situación. ¿Pero hemos aprendido a manejar el cuerpo de la misma manera?
"El lenguaje corporal es mucho más difícil de controlar o de manejar conscientemente que las declaraciones verbales", explica el entrentador Phillipp Gründel. Él nos da un consejo para comenzar: "Es bueno tener una tonificación corporal de base, pero no estar tenso", diferencia. "El arte consiste precisamente en hallar ese punto medio. Si lo encuentras, irradiarás mucha tranquilidad y al mismo tiempo presencia", dice el trainer.
Dominar nuestro lenguaje corporal no sólo es útil a la hora de presentarnos en una entrevista, sino también para lidiar con situaciones complicadas del día a día. Si vemos que se avecina algún tipo de conflicto en la oficina, puede que adoptar una postura abierta, dirigida hacia el otro, y gestos claros, desarmen un poco la tensión. Con esa actitud, le demostraríamos al otro que no tememos un ataque sino que, por el contrario, estamos receptivos, casi hasta deseosos de escuchar lo que tiene para decir.
Gründel recomienda hacer conscientes nuestros modos físicos, tal vez viéndonos en el espejo o grabándonos en video. "Es un muy buen modo de ver qué es lo que uno hace cuando habla. Puede que tiremos un hombro hacia abajo o que ocultemos las manos por nerviosismo", dice el especialista como ejemplo. Viéndolo, o mejor dicho, viéndonos, de pronto podemos sorprendernos de nosotros mismos e incorporar cambios.
Por supuesto, hay que prestar atención para no exagerar, porque "si alguien estudia determinados gestos o posiciones, por lo general se nota", advierte Gründel. Eso lleva a que uno no parezca auténtico y podría generarle desconfianza a nuestro interlocutor, que tal vez hasta cuestiona lo que estemos diciendo a raíz de esa sospecha.
Por otro lado, tampoco es que se pueda decir con absoluta certeza qué reacción genera cada gesto. "Durante mucho tiempo se dijo que los brazos cruzados transmitían una postura cerrada, de rechazo", comenta la psicóloga Helen Hannerfeldt, que trabaja en Berlín. "Hoy los brazos cruzados no son algo tan rígido. Puede que alguien esté sentado muchas horas en una silla sin apoyabrazos y que de vez en cuando los cruce por comodidad", observa. Lo importante, según Hannerfeldt, es evaluar los gestos en su contexto.
Además, a la hora de convencer a otro o de mostrarse seguro, no sólo debemos observar en detalle los gestos, sino también la actitud, por supuesto. "El primer paso para convencer es tener una actitud positiva hacia el tema y hacia uno mismo", comenta la psicóloga.
Y cuando de una entrevista laboral se trata, podría decirse que el lenguaje corporal puede ser decisivo. "En mi opinión, el contacto visual es lo más importante", comenta Frank Schabel, de una compañía de recursos humanos. "Cuando una persona mira directamente a los ojos a su interlocutor, parece abierta. Es una forma de decir: me enseño y también quiero ser visto".
Este modo de presentarse podría ser fundamental en determinados puestos, como por ejemplo algún cargo que requiera mucho contacto con los clientes. "En esas áreas es muy importante que el candidato tenga determinadas cualidades, como un modo seguro de manejarse, y que lo exprese también físicamente", dice Schnabel. En cambio, si el puesto no tiene que ver con cuestiones comunicativas, pude que las inseguridades que se transmiten con el cuerpo no sean tan cruciales.