“Ciertamente algún avance se ha logrado”, dijo Pompeo en la Fundación Heritage, en Washington, horas antes del límite de las 19:00 GMT (16:00 hora paraguaya) impuesto para que las fuerzas kurdas completen una retirada.
Pero agregó: “Es una historia complicada, eso es seguro. El éxito del resultado allí no está aún completamente determinado”.
Turquía lanzó una ofensiva contra las Unidades de Protección Popular (YPG), milicias kurdas que fueron aliadas de Estados Unidos en el combate al yihadismo, luego de que Donald Trump se comprometiera telefónicamente con su par turco, Recep Tayyip Erdogan, a retirar las tropas estadounidenses.
Los efectivos de Estados Unidos apostados en la región fronteriza con Turquía del noreste de Siria hacían las veces de tapón para evitar el conflicto entre los dos bandos.
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Para Ankara, que considera a las YPG como una organización terrorista, una operación transfronteriza contra los kurdos era una ambición de larga data.
Trump reaccionó a las críticas a su decisión, que llegaron desde la oposición demócrata y de Europa pero también de tiendas republicanas, con sanciones económicas a Turquía.
El millonario republicano, además, envió a Pompeo y al vicepresidente Mike Pence a negociar con Ankara, donde el jueves pasado se llegó a un acuerdo de alto el fuego por el cual los kurdos deberían retirarse de una “zona de seguridad” en cinco días.
“Creo que ahora estamos mejor posicionados” que antes del acuerdo, dijo Pompeo.
Citando al presidente Trump, Pompeo dijo que Estados Unidos tenía que demostrarle “un poco de amor duro” a Turquía, aliado de Washington en la OTAN.
Turquía advirtió que reanudaría su ofensiva si los kurdos no cumplían con el plazo pactado.
Las fuerzas de la YPG, según Ankara, están ligadas a grupos separatistas proscriptos en Turquía, pero tienen en Washington un amplio apoyo por haber sido pilares en el combate a los extremistas del Estado Islámico en esa región de Siria.