El aumento se produjo incluso aunque la pandemia bajó temporalmente las nuevas emisiones de CO2 derivadas de los combustibles fósiles, en concreto un 5,6%, a causa de los confinamientos, cierres de fronteras y otras medidas que se tomaron el pasado año para frenar el avance de la covid-19.
Seis días antes de que comience la Conferencia del Cambio Climático de Glasgow (COP26), Naciones Unidas alertó de la urgencia de aumentar los compromisos globales de reducción de emisiones.
"Tenemos que replantearnos nuestros sistemas industriales, energéticos y de transporte, todo nuestro modo de vida", declaró el secretario general de la OMM, el finlandés Petteri Taalas, al presentar los nuevos datos, con los que la agencia espera influir en las acciones que la comunidad internacional adopte en Glasgow.
"Muchos países están ahora fijando objetivos de neutralidad de carbono, y es de esperar que en la COP26 de Glasgow haya un dramático aumento en esos compromisos", analizó Taalas, quien aseveró que los cambios "son viables económica y técnicamente, y no hay tiempo que perder para adoptarlos".
Según la OMM, la mitad del dióxido de carbono producido por la actividad humana es absorbido por la atmósfera y la otra mitad por océanos y suelos que actúan de amortiguadores del efecto invernadero, pero la organización advierte que la capacidad absorbente de éstos dos últimos puede reducirse en el futuro.
Las sequías e incendios forestales podrían reducir la absorción de CO2 en la corteza terrestre, y lo mismo puede ocurrir en las aguas marinas a causa del freno de la circulación oceánica que podría conllevar el deshielo en los polos.
Según se afirma, el dióxido de carbono es responsable del 80 % del calentamiento global.
Los altos niveles de estos gases, recordó la agencia de Naciones Unidas, no sólo contribuirán al aumento de las temperaturas, sino a fenómenos climáticos extremos (sequías, inundaciones...), aumento de los niveles del mar, acidificación de los océanos y graves impactos socioeconómicos.