Una película que ha perturbado en el festival, con su idea de introducir cámaras en los féretros de los seres queridos para ver cómo se descomponen. “Algunos planos son desasosegantes”, reconoció en rueda de prensa uno de los protagonistas, Vincent Cassel.
"El filme es como un sueño o una pesadilla", agregó el actor francés, para quien "cada persona tiene su propia manera de afrontar el dolor y la pérdida del ser amado, parece loco llegar a esos limites, pero son las cosas que hacemos cuando no podemos lidiar con la realidad".
The Shrouds cuenta cómo Karsh (Cassel) no puede superar la muerte de su mujer, Becca (Diane Kruger). Y es el dueño del cementerio en el que está enterrada, un lugar de alta tecnología, que en cada féretro instala una cámara que transmite en directo la descomposición de los cuerpos, ya sea al móvil o a una pantalla instalada en la lápida.
Su obsesión le lleva a empezar a construir teorías conspiranoicas sobre el trato que sufrió su mujer en el hospital y en ello implica a la hermana gemela de la fallecida.
En realidad, apuntó Cassel, "es una poética historia de amor y creo que hay esperanza al final".
Una película que ha sido mal recibida entre la crítica, algo que sentó muy mal al director canadiense, conocido por su estilo complejo y provocador y responsable de títulos como La mosca (1986) o Crash (1996).
"He leído algunas criticas ignorantes y estúpidas que se centraban en la paranoia. No han entendido para nada el filme, la idea del dolor. La paranoia es una estrategia para lidiar con el dolor de la muerte de alguien que amas", explicó, visiblemente molesto.
"Si eres un ateo, como yo, no crees en la vida después de la muerte (...), es muy difícil para la gente vivir sin un sentido" y por eso crean esas absurdas conspiraciones, para tener una sensación de conocimiento y poder sobre los demás.
Y calificó de "estúpidos" a los periodistas que no lo han entendido. "Puedes pensar que funciona o no, pero no darse cuenta de ello, es un problema", agregó el realizador antes de decirles a los representantes de los medios presentes: "imagino que no es su caso".
Respecto a la idea principal del filme, de las cámaras entre los cadáveres, Cronenberg opinó que en cada época se ha usado la tecnología disponible en cuestión de enterramientos.
Desde las pirámides de Egipto a la actualidad, mucha gente se prepara para entrar en otra vida y eso es lo que plantea la película, que se ha servido de la tecnología de hoy en día para idear una práctica que está convencido de que mucha gente estaría dispuesta a utilizar.
"Creo que cualquier filme que haces te lleva a lugares en los que no estás tan cómodo, en este caso, ser invitada a algo tan íntimo, sobre la muerte y el dolor, me hizo pensar sobre mi propia mortalidad", señaló por su parte Kruger.
Cronenberg agregó que los actores del filme sabían que era una historia que se basaba en su realidad, pero también que había tomando la suficiente distancia.