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Un grupo de empleados del metro, junto a familiares de las víctimas, observaron un minuto de silencio en la estación de Kasumigaseki, una tradición que se repite cada año en este lugar, que fue uno los puntos donde se registraron los ataques.
El 20 de marzo de 1995, hacia las 08:00 de la mañana, cinco discípulos de la secta Aum depositaron bolsas de plástico llenas de este gas licuado, un potente agente neurotóxico, en varias ramas del metro, las pincharon con la punta del paraguas y huyeron.
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Los trenes siguieron su trayecto y dejaron a los pasajeros atrapados en su interior inhalando el gas tóxico.
Una vez que el metro se detuvo, los pasajeros intentaron salir de las estaciones, con vómitos y dificultades por respirar, y el personal de emergencia intentó asistirlos en el lugar.
El primer balance del ataque fue de 13 muertos, pero en 2020 una persona herida murió debido a las graves secuelas cerebrales.
Más de 5.800 personas resultaron heridas, muchas de las cuales todavía sufren problemas de visión, fatiga y profundos traumas psicológicos.