El portavoz militar hutí, Yahya Sarea, afirmó en un escueto comunicado que “un avión no tripulado estadounidense MQ-9 fue derribado en la provincia de Al Jawf (al noreste de Saná) mientras realizaba misiones hostiles”.
Subrayó que se trata del tercer dron que los hutíes derriban en diez días y el decimoctavo desde noviembre de 2023, cuando los rebeldes yemeníes iniciaron sus ataques con drones y misiles contra la navegación internacional en los mares Rojo y Arábigo, así como contra Israel, en represalia por la guerra en Gaza.
Sarea reconoció de forma implícita la dureza de la operación militar de EE.UU. en el Yemen, al denunciar “continua agresión estadounidense” sobre “diferentes zonas” yemeníes, así como “horribles masacres contra nuestro pueblo”.
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Condenó que “en las últimas horas (esos bombardeos) han provocado mártires (muertos) y heridos y daños en las propiedades de los ciudadanos”, sin especificar.
Los hutíes no suelen informar de las pérdidas en sus filas y se han limitado a anunciar la muerte de alrededor de 80 “civiles” desde mediados de marzo, cuando comenzaron los bombardeos masivos por orden del presidente de EE.UU., Donald Trump, con el fin de frenar su amenaza del comercio internacional.
Medios árabes y estadounidenses han asegurado en los últimos días que varios líderes de la insurgencia yemení han perdido la vida por esos bombardeos que, según Washington, han degradado de hecho las capacidades militares de los hutíes.
Por su parte, la agencia de noticias yemení, Saba, controlada por los hutíes, elevó este miércoles a 6 muertos -“cuatro niños y dos mujeres”- y a 16 heridos las víctimas de los ataques estadounidense del martes contra el distrito de Al Hawk, en la provincia de Al Hodeida, en el oeste del país.