Chicago vivió este jueves una jornada histórica con la elección del cardenal Robert Prevost como el nuevo Papa de la Iglesia Católica. Al ser el primer Pontífice nacido en Estados Unidos y el primero de la Orden de San Agustín, su proclamación como León XIV fue recibida con emoción en su ciudad natal.
Frente a la Catedral del Santo Nombre, medios de comunicación locales e internacionales se congregaron para cubrir el acontecimiento. El templo, principal sede de la arquidiócesis de Chicago, fue decorado con listones de colores blanco y amarillo, en alusión a la bandera del Vaticano, en reemplazo de los anteriores listones negros que colgaban en su fachada por la muerte del Papa Francisco.
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El lugar donde nació su vocación
Aunque el nuevo Papa no ejerció funciones pastorales directamente en esta catedral, su vida espiritual está profundamente conectada con la ciudad. Nacido en Chicago en 1955, Robert Prevost pasó allí su infancia y adolescencia.
Según datos del medio Vatican News, inició su camino religioso en el Seminario Menor de los Padres Agustinos y continuó su formación en la Universidad de Villanova (Pennsylvania), donde se licenció en Matemáticas y Filosofía.
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Más tarde, regresó a Chicago para estudiar Teología en la Catholic Theological Union. Fue en esta ciudad donde ingresó al noviciado de la Orden de San Agustín en 1977, y donde emitió sus votos en 1981. Su trayectoria religiosa incluye estudios en Roma, liderazgo en la orden agustiniana y una misión pastoral clave en Perú.
Una comunidad orgullosa y esperanzada
Frente a la catedral, los fieles comenzaron a acercarse para orar, dejar mensajes de esperanza y participar en actividades religiosas.
El nombramiento de León XIV representa un momento histórico no solo para Chicago, sino también para el continente americano, que ahora cuenta con su segundo Papa, después de Francisco.
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Tras años de misión en Perú y cargos clave en su orden religiosa, Prevost fue elegido vicepresidente segundo de la Conferencia Episcopal Peruana. Posteriormente, fue convocado por Francisco para liderar el dicasterio y participó en los últimos viajes apostólicos del Papa Francisco.
Su elección como el 267º Obispo de Roma marca un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia. León XIV prometió prometido trabajar por una Iglesia abierta, dialogante y cercana a los necesitados, en sintonía con el legado de su predecesor.