Cada pequeña palabra o frase (’hola"; “buenos días”; “por favor”; “gracias”; “hasta la próxima”) que un usuario utiliza al interactuar con un sistema de inteligencia artificial activa gigantescos centros de datos que pueden estar situados a miles de kilómetros, y cuanto más largas sean esas frases y más información se envían a esos servidores mayor será también el tiempo de procesamiento y por lo tanto el consumo energético y de recursos.
La diferencia entre ser cortés o ser directo es mínima, ya que se mide en fracciones o milésimas de segundo, según la respuesta facilitada por uno de los más populares sistemas de IA, el ChatGPT, pero ha advertido también que a gran escala, multiplicando esas pequeñísimas diferencias por los millones de personas que de forma cotidiana utilizan estos sistemas, el consumo energético sí es notable y muy superior.
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Las consultas expresadas con educación, con orden y con claridad reportan respuestas más precisas, más completas y mucho más personalizadas por parte de los sistemas de inteligencia artificial, capaces incluso de detectar hasta estados de ánimo en el tono y lenguaje con que se realizan esas interacciones, pero el propio ChatGPT reconoce que no necesita un exceso de cortesía para dar respuestas ajustadas y adecuadas.
Sus consejos: buscar el equilibrio entre el lenguaje cortés y el más directo, y cita como ejemplo que en lugar de hacer varias entradas del tipo “hola”, “buenos días”, “espero que estés bien”, “¿podrías, por favor, ayudarme a redactar una carta?”; “gracias” -cada una de las cuales va a activar el servidor para generar una respuesta- decirle directamente al sistema: “¿me ayudas a redactar una carta, por favor?”. O evitar las interacciones más triviales y las abusivas, como pedir veinte versiones de lo mismo.
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El equilibrio entre la cortesía y la sostenibilidad
La ingeniera informática Verónica Bolón, profesora en el Departamento de Ciencias de la Computación y Tecnologías de la Información de la Universidade da Coruña (norte de España), subrayó a EFE que ser educado mejora las respuestas pero implica un mayor consumo energético si genera mensajes adicionales innecesarios, y ha apostado por ser amables y claros desde el principio sin fragmentar la conversación para encontrar un equilibrio entre la ‘cortesía digital’ y la sostenibilidad.
A su juicio, es muy difícil cuantificar el impacto de la ‘cortesía digital’, pero ha recordado que el propio Sam Altman -director ejecutivo de la empresa OpenAI, responsable entre otros productos del ChatGPT- ya señaló que solo decir “gracias” en mensajes independientes puede llegar a suponer para la empresa un coste adicional de millones de dólares (“bien gastados...nunca se sabe”, escribió).
Bolón, que el pasado 3 de julio recibió de manos del rey de España el Premio Nacional de Investigación en el área de Matemáticas y Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, destacó la importancia de la concienciación para que los usuarios conozcan el coste ambiental de cada interacción y eviten “abusos”, como generar decenas de imágenes sólo por diversión o pedir múltiples versiones de lo mismo sin necesidad. “Promover un uso más reflexivo y responsable es fundamental si queremos que estos sistemas sean sostenibles”.
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En busca de la eficiencia de los algoritmos
La investigadora, que desde hace años centra una parte importante de su labor investigadora en la inteligencia artificial sostenible y colabora para ello en varios grupos nacionales e internacionales, incidió en la trascendencia de diseñar modelos, algoritmos y centros de datos más eficientes energéticamente, que reduzcan la huella ambiental “desde dentro”; pero también en la posibilidad de utilizar la propia IA como herramienta para avanzar en sostenibilidad, desde optimizar el uso de recursos hasta predecir impactos ambientales.
Y expresó su esperanza de que estos retos -los algoritmos verdes; los sistemas de computación y las aplicaciones informáticas más sostenibles- constituyan una línea de investigación prioritaria durante los próximos años.
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“Los investigadores debemos preocuparnos cada vez más por la eficiencia de los algoritmos, especialmente con el aumento exponencial de su consumo”, añadió Verónica Bolón, y tras corroborar el creciente interés en ese sentido de la comunidad científica y de la industria aseveró que la sostenibilidad “debe ser un eje central en el desarrollo tecnológico”.