Desde su captura en Perú, el mundo de Tony Janzen Valverde Victoriano —más conocido como “Pequeño J”— se redujo a cuatro paredes. El joven de 20 años, acusado de planificar el triple crimen de Brenda del Castillo (20), Morena Verdi (20) y Lara Gutiérrez (15), se encuentra totalmente incomunicado y sin contacto con otros reclusos, según informó el diario argentino Clarín.
El detenido solo ha mantenido contacto con su abogado, especializado en casos de terrorismo en Perú, y fue sometido a un estricto control médico al llegar a la comisaría de Chilca, un distrito costero a unos 50 kilómetros al sur de Lima.
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El general Nilton Reynaldo Santos Villalta, jefe de la Dirección Antidrogas de Perú y responsable del operativo que terminó con su captura, describió el momento de la detención:
“Se sorprendió, se asustó, como cualquier persona al cambio brusco. Más aún sabiendo uno lo que ha hecho”, dijo el alto jefe policial en diálogo con Clarín.
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De acuerdo con la información de inteligencia, “Pequeño J” formaría parte de una estructura narco de baja escala con ramificaciones en Argentina. “Arriba de él debería haber otros, y esos están en Buenos Aires”, afirmó Santos Villalta.
Herencia criminal y una “sucursal” del delito en Buenos Aires
Originario de Trujillo, al norte del Perú, Valverde Victoriano creció en una familia marcada por el delito. “Su familia siempre ha estado vinculada a actividades criminales: secuestro, extorsión, sicariato”, relató el jefe antidrogas.
El joven se trasladó a Argentina siendo menor de edad y, según las investigaciones, habría continuado allí con los negocios ilícitos de su entorno. En Buenos Aires lideraba una pequeña red de venta de “tusi”, una droga sintética a base de ketamina. “No es un capo, es un microcomercializador”, aclaró el general.
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El triple crimen y la venganza narco
El caso que conmocionó a Argentina fue descrito por las autoridades como una ejecución mafiosa. Las tres jóvenes, una de ellas menor de edad, fueron asesinadas presuntamente como represalia por el robo de dinero o droga a la organización liderada por “Pequeño J”.
“Querían enviar un mensaje a sus rivales, como lo hacía el Tren de Aragua”, explicó el general Santos Villalta, en referencia a la megabanda venezolana declarada organización terrorista en Argentina.

La cacería en Perú y la captura final
La búsqueda del sospechoso comenzó el 28 de septiembre, cuando la Policía bonaerense alertó a sus pares peruanos sobre el posible ingreso del fugitivo a Perú.
Gracias a la geolocalización de un teléfono con código peruano, los agentes lograron rastrear sus movimientos hasta la ciudad de Nazca. Sin embargo, durante una protesta en la zona de Mala, el acusado logró evadir momentáneamente el operativo al abordar un camión de transporte de pescado.
Finalmente, fue interceptado en un control policial. Al momento de su captura, tenía solo un teléfono iPhone, su documento y unas pocas monedas. Negó todos los cargos y fue trasladado a la comisaría de Chilca, donde permaneció en total aislamiento.
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Negó la extradición y fue enviado al penal de Cañete
Durante una audiencia virtual realizada este viernes, Valverde Victoriano rechazó el proceso de extradición voluntaria hacia Argentina. La Justicia peruana dispuso su detención preventiva por nueve meses y su traslado al penal de Cañete, ubicado a una hora y media de Lima.
El establecimiento, diseñado originalmente para 1.800 internos, alberga actualmente casi 3.500 presos. “Es un penal de mediana y mínima seguridad, pero es probable que, por la gravedad del caso, sea reclasificado en un área de máxima seguridad”, explicó Wilfredo Pedraza, exjefe del Instituto Penitenciario del Perú.

Celdas estrechas y control permanente
Las condiciones en el penal de Cañete son estrictas: celdas de tres por cuatro metros, con un inodoro en el mismo espacio, escasa luz natural y vigilancia permanente. Las visitas son limitadas y el acceso al patio, restringido por horas.
“Tratarán de evitar cualquier contacto con otros internos por razones de seguridad o de vida”, sostuvo Pedraza, al recalcar que el penal es considerado uno de los más seguros del país y con bajo riesgo de fuga.
Mientras tanto, del otro lado del continente, la Justicia argentina espera su extradición, un proceso que podría demorar varios meses.
Fuente: Diario Clarín (Argentina)